Usted está aquí: jueves 20 de noviembre de 2008 Ciencias La energía nuclear, útil para conservar y esterilizar alimentos

■ Mantiene sus vitaminas hasta dos años; por congelación, pierden 60% de ese valor en 8 días

La energía nuclear, útil para conservar y esterilizar alimentos

■ El método es seguro y no causa cáncer, explica Epifanio Cruz, del Instituto de Ciencias Nucleares

■ En México hay instalados tres equipos comerciales, pero se requieren 10 industriales

Mariana Norandi

A raíz de episodios tan dramáticos de su historia, como las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos sobre Japón en 1945 o el accidente del reactor nuclear en 1986 en Chernóbil, Ucrania, la energía nuclear provoca desconfianza. Sin embargo, la comunidad científica asegura que esta fuente no sólo es una buena alternativa a las energías fósiles no renovables, sino que además ofrece una amplia gama de posibilidades de aplicación en las que la radiación es inocua y aporta grandes beneficios. Es el caso de la conservación y esterilización de alimentos.

Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) aplican técnicas de irradiación nuclear para mejorar y aumentar la conservación de comestibles –como frutas, verduras, cárnicos o especias–, con lo cual pueden ser preservados hasta por dos años. Asimismo, con esa técnica los productos son esterilizados de microorganismos patógenos que se alojan en ellos durante el proceso de producción, desde que son sembrados hasta que llegan a la mesa del consumidor.

Epifanio Cruz Zaragoza, coordinador de la unidad de irradiación y seguridad radiológica del Instituto de Ciencias Nucleares, avala la seguridad de este método y afirma que, a diferencia de los insecticidas y plaguicidas que se utilizan para fumigar, la radiación ionizante no es cancerígena.

Vida de anaquel más prolongada

–¿Qué ventajas tiene la conservación de alimentos por irradiación respecto de otras opciones, como la congelación?

–El alimento dura mucho más tiempo y conserva todas sus vitaminas, mientras por congelación pierde hasta 60 por ciento de vitaminas en ocho días. También se gana en el tiempo de vida en anaquel. Por ejemplo, la de una manzana es de unas tres semanas; congelada, dos semanas más, e irradiada, hasta dos meses. Los astronautas llevan comida que ha sido sanitizada por irradiación, la cual, deshidratada, dura dos o tres años, y fresca, medio año.

–¿Cómo repercute este método en la economía?

–Por un lado, en el nivel de exportaciones. Por ejemplo, la Administración de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos exige a los países exportadores de alimentos que éstos hayan pasado el proceso de radiación ionizante para evitar introducir enfermedades al país. Muchos estados de la Unión Europea imponen el mismo requerimiento. Por otro lado, entre 25 y 30 por ciento de los alimentos que producimos en México se tiran a la basura, porque no se ha invertido en un proceso eficiente de conservación. En un país que tiene cerca de la mitad de la población en extrema pobreza, el tema de la alimentación es de seguridad nacional. Si a esto le añadimos que somos una nación vulnerable a desastres naturales, como terremotos o inundaciones, donde el acceso a los alimentos se vuelve una tarea muy complicada, se puede decir que esta tecnología apoya al desarrollo de México.

–¿Cuánto irradia México?

–Alrededor de 20 o 30 por ciento de su producción, cuando debería estar irradiando entre 60 y 70 por ciento, pero para ello requerimos alrededor de 10 irradiadores industriales.

–¿Es costoso un irradiador?

–Un irradiador industrial cuesta entre 10 y 12 millones de dólares, lo cual es recuperable en cuatro años. En estos momentos tenemos tres comerciales: uno en el Centro Nuclear de Salazar, en el estado de México, otro en Tepeji del Río, Hidalgo, y el de la UNAM, que además de prestar un servicio comercial parcial también es de apoyo a la investigación y a la docencia. Instalan otro en Matehuala, San Luis Potosí, que entrará en operación el próximo año, y hay una propuesta para Guadalajara, Jalisco.

–¿Cómo garantizar al consumidor que ese producto no producirá efectos en la salud a largo plazo?

–Además de que está científicamente probado, al alimento le llega la radiación, pero nunca está en contacto con el material radiactivo porque está herméticamente sellado. Por otro lado, en México se continúa fumigando con gases, como el bromuro de etileno, que, además de ser dañino para la atmósfera, si entra al torrente sanguíneo propicia la proliferación de cáncer. Estados Unidos y la Unión Europea tienen prohibido usarlo, en cmabio México aún no lo prohíbe.

“El gobierno mexicano firmó en 1992 el Protocolo de Montreal, en el que se comprometió a dejar de emplear antes de 2015 esos gases cancerígenos que tienen efecto invernadero. Entonces, es muy irresponsable mantener un programa de sanitización que está prohibido en gran parte del mundo sólo para satisfacer a grupos empresariales. Así no podemos competir con los mercados del mundo, porque no somos capaces de tener la tecnología adecuada que genere alimentos sanos y que duren más tiempo para su manejo y transporte.

–¿Qué otros productos se pueden irradiar?

–En México lo que más se irradia son especias y condimentos, como chile guajillo, orégano, pimienta, infusiones y productos deshidratados. Pero se puede irradiar de todo. Además de comestibles, también cosméticos, transformar vinos jóvenes en añejos, limpiar agua, oscurecer vidrios e inclusive esterilizar libros u obras de arte. Le contaré una anécdota. En una ocasión llegó un músico de la Orquesta Sinfónica Nacional con su violín, de 300 años antigüedad, el cual estaba plagado de termitas. Él vio en la irradiación la última esperanza de salvarlo. Calculamos la dosis para una caja hueca y un pegamento de 300 años, y en dos horas el instrumento estaba limpio, las termitas murieron y las que quedaron vivas en dos o tres días se murieron o no pudieron reproducirse.

–¿Es obligagión poner una etiqueta informativa para los consumidores?

–Los productos deben llevar una etiqueta vede con el logo distintivo “Radura” y la leyenda que diga “tratado por irradiación”. En México hay productos con esta etiqueta, pero la corrupción hace que muchas empresas no declaren esa información.

Nuevos proyectos

–¿Cuáles proyectos trabaja la UNAM en este terreno?

–Apostamos por un dispositivo más eficiente y barato que el que tiene Europa para detectar si un alimento está irradiado o no. Lo trabajamos en colaboración con las universidades Autónoma de Madrid, España; La Sapienza, de Roma, Italia, y la de Tesalónica, de Grecia. Esperamos tenerlo en cinco o seis años. También estamos diseñando un irradiador de agua para desinfectar agua residual o industrial.

–Si esta tecnología tiene tantos beneficios, ¿por qué no se extiende más en nuestro país?

–En el mundo hay 47 países que irradian alimentos, pero hay otros, como el nuestro, donde por falta de información prevalece la idea de que la irradiación de alimentos es dañina y entonces, en vez de avanzar, retrocedemos. Los gobiernos tampoco utilizan canales abiertos del Estado para que los científicos lo expliquen, y cierran esos espacios por miedo a perder las elecciones. Con esta mentalidad tenemos un atraso de 20 años respecto de otros países exportadores.

 
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