Usted está aquí: martes 11 de noviembre de 2008 Mundo Agrava Paloma el problema de vivienda en Cuba; destruye más de 500 casas

■ No hay mano de obra suficiente para la construcción, admiten las autoridades

Agrava Paloma el problema de vivienda en Cuba; destruye más de 500 casas

Gerardo Arreola (Corresponsal)

Ampliar la imagen Casas destruidas y abandonadas cerca de Santa Cruz del Sur tras el paso del huracán Paloma Casas destruidas y abandonadas cerca de Santa Cruz del Sur tras el paso del huracán Paloma Foto: Reuters

La Habana, 10 de noviembre. A las más de 63 mil viviendas totalmente destruidas por los huracanes Gustav y Ike hace dos meses, los cubanos tienen que agregar al menos unas 540 derribadas por Paloma este fin de semana.

Al mismo tiempo hay que unir esas pérdidas al déficit de vivienda del país, que hace tres años era de 500 mil unidades y las más de 400 mil que este año han sufrido daños parciales.

Todavía hay que agregar un dato peor: aunque haya financiamiento y materiales, no hay mano de obra suficiente para trabajar en la construcción y en cambio abunda el burocratismo en el sector.

Este lunes aún no se conocía un balance oficial de los daños causados por el más reciente ciclón en Cuba, pero los primeros reportes apuntaban a la vivienda como el sector más golpeado. En Santa Cruz del Sur, provincia de Camagüey, en el litoral suroriental del país, por lo menos 400 casas quedaron en el piso; en Najasa, en la misma región, se desplomaron otras 30 y en Amancio, provincia de Las Tunas, al menos hubo 110 con derrumbe total.

Muchas de ellas eran de materiales rudimentarios, como madera y láminas. El escenario es lo más parecido al que dejaron los recientes ciclones en agosto y septiembre y al que han dejado otros meteoros, desde que esta década se aceleraron en la región los fenómenos tropicales.

Pero los efectos de los huracanes son sólo una parte del apremiante escenario de la vivienda en Cuba, donde es común que hasta tres generaciones de una familia compartan una casa.

Aunque por debajo de las necesidades, el gobierno cubano había edificado viviendas, hasta que estalló la crisis causada por la caída de la Unión Soviética, la década pasada. En 2005, con una economía reanimada, se lanzó un plan nacional para levantar 150 mil casas en un primer tirón y luego 100 mil anuales.

En ese momento, según informes oficiales, cerca de 1.3 millones de viviendas estaban en regular o mal estado, sobre un total de 3.1 millones.

El primero de mayo de 2006, en uno de sus últimos discursos como presidente, Fidel Castro reconoció que no había trabajadores suficientes en el sector y además se veían otros problemas. “Es baja la productividad, se autoengañan muchas veces los constructores y sus jefes”, dijo el entonces mandatario y reconoció que “las construcciones han sido caóticas a lo largo de la historia de la revolución”.

A mediados del año pasado el vicepresidente Carlos Lage reveló que un primer informe sobre el plan, con resultados a 2006, incluyó cifras falsas sobre unidades concluidas. También destapó otros obstáculos: aunque se habían reducido los trámites, la burocracia estaba empantanando las gestiones de la población para cambiar, mejorar o reconstruir su propia casa, todo lo cual requiere, invariablemente, numerosos trámites y permisos oficiales.

En esa época el diario Juventud Rebelde reportó que el plan de “esfuerzo propio” (en el que el jefe de familia deja su trabajo unos años para levantar su vivienda con sus propias manos y financiamiento y asesoría del gobierno), “atraviesa por un mar de trabas burocráticas y de preguntas sin respuesta que, lejos de alegrarles la vida a los beneficiados, se las agobia cada vez más”.

A finales de 2007 Lage volvió sobre el tema. Reconoció que el plan nacional había fallado por segundo año consecutivo y anunció que mejor se fijarían metas modestas. El problema, dijo el vicepresidente, está en la mala planeación y la falta de fuerza laboral.

No se conocen las cifras rectificadas de la construcción de nuevas unidades entre 2005 y 2006 y medios de prensa han hablado de unas 52 mil el año pasado.

El asunto brincó de nuevo en la más reciente sesión del parlamento, en julio pasado, cuando el presidente Raúl Castro se preguntó “cómo resolvemos el problema (…) de la falta de constructores, con tantas cosas que hay que construir, con las empresas de materiales de construcción que estamos haciendo un esfuerzo por desarrollar, con inversiones en nuevas fábricas de cemento que se están proyectando”.

La construcción, como casi toda la economía cubana, está en manos del Estado. La revista Bohemia informó el mes pasado que el ministerio del ramo tiene 116 mil trabajadores, contra 222 mil en 2002. Es decir que ha perdido algo más de la mitad de su fuerza laboral en apenas seis años.

En ese ministerio rige el pago por resultados y aumentó el ingreso por nómina promedio, señaló Bohemia, pero “la aplicación de dichos sistemas aún no satisface, para empezar, a los responsables de aplicarlo”.

“Hoy tenemos fuerzas para enfrentar las obras aprobadas en el plan, pero no para acometer todas las que el país tiene capacidad de financiar”, dijo el ministro de la Construcción, Fidel Figueroa, citado por la publicación, que además señaló otros cuellos de botella en el sector, como la mala planeación, la falta de materiales en el momento oportuno y deficientes condiciones de trabajo.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.