Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 26 de octubre de 2008 Num: 712

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Espionaje
RICARDO GUZMÁN WOLFFER

Regalo profundísimo
NANA ISAÍA

Walter Benjamin: pasajes y paisajes
LUIS E. GÓMEZ

Canción y poesía
ANTONIO CICERO

Juan Octavio Prenz: elogio de la ausencia
CLAUDIO MAGRIS

El reloj de arena
MARÍA BATEL

Isidora Sekulic y el acto de escribir
JELENA RASTOVIC

Doscientos años de soledad
RICARDO VENEGAS entrevista con RAMÓN COTE BARAIBAR

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Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

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Afganistán, la otra guerra y su legado (I DE II)

DOS VISIONES OPUESTAS

Gane quien gane las elecciones de noviembre en Estados Unidos, el nuevo presidente heredará dos guerras (o quizá tres, si la Casa Blanca lanza una sorpresa de octubre en forma de un ataque contra Irán), una catástrofe financiera (cuyas consecuencias se harán sentir a lo largo de la década) y el desastroso legado de ocho años de Bush y su pandilla de neoconservadores: en lo social (como el abandono de Nueva Orleáns), lo judicial (cientos de leyes cambiadas en beneficio de corporaciones y organizaciones ultraconservadoras), y lo moral (la tortura como herramienta del Estado y la doctrina de las guerras preventivas). Las propuestas de John McCain y Barack Obama como candidatos a la presidencia difieren en casi todos los dominios, en particular en materia de relaciones exteriores. Obama siempre estuvo en contra de la guerra de Irak; McCain siempre a favor. Obama cree en la utilidad de negociar con los líderes de los Estados “parias” mientras que McCain canta: “bomb, bomb, bomb, bomb, bomb Irán”, con la tonada de “Barbara Anne” (la canción hecha famosa por Los Beach Boys).

… CON ALGO EN COMÚN

No obstante, ni los pacifistas ni los enemigos de la guerra ganan elecciones en Estados Unidos, por lo que Obama proyectó su furia bélica (por la necesidad de mostrar que a pesar de ser un elitista, un intelectual y un buen orador, también es capaz de matar terroristas) en lo que él y su equipo (en el que destacan operadores de la vieja guardia clintoniana) imaginaron que era una guerra menos problemática: Afganistán. Eso es lo que tienen en común los dos candidatos. Así, Obama trata de sonar agresivo y al mismo tiempo conservar un poco la congruencia, separando una guerra buena (contra el talibán y Al Qaeda), de una mala (contra Saddam Hussein). Así, el senador demócrata de Chicago propone retirar las tropas de Irak pero enviar más soldados a Afganistán. Esto es la receta infalible para más horrores y tragedias en una nación que, tras siete años de conflicto, vive un brutal incremento de violencia. Entre enero y agosto de este año han muerto por lo menos mil 445 civiles (cuarenta por ciento más que el año pasado), en el que ya se considera el peor años de la guerra.

LA PAZ DE LOS DESPOJADOS

La última y más absurda falacia del gobierno de Bush (que McCain ha adoptado como dogma de fe) consiste en creer con desesperación que el aumento de tropas en Irak ha funcionado y ha pacificado al país. La aparente calma no es más que el resultado de la estrategia de “depuración étnica” por parte de la mayoría chiíta, así como de una serie de alianzas entre milicias y grupos segregacionistas que tienen como objetivo eliminar a sus enemigos locales y consolidar su poder, aprovechando la presencia de las tropas de Estados Unidos. Ante la incapacidad de las fuerzas de ocupación para proteger a la población, en particular en Bagdad, las minorías, sunítas, turkmenas y cristianas, entre otras, han optado por huir de la violencia y emigrar interna o internacionalmente.

REPETIR LA HISTORIA

La propuesta de enviar 8 mil soldados más a Afganistán (como propone Bush), o de duplicar el número de combatientes, como quieren McCain y Obama (cuando esto se escribe hay 33 mil estadounidenses y 23 mil soldados de otros miembros de la OTAN), difícilmente resultará en una estrategia más exitosa que las empleadas por las tropas invasoras británicas en el siglo XIX o soviéticas en 1979. El entusiasmo del pueblo afgano, si existió al comienzo de la invasión, se ha diluido, especialmente tras numerosos ataques fallidos, como aquel del 22 agosto de 2008 en el que, de acuerdo con la onu y las autoridades afganas, noventa civiles (sesenta de ellos niños) fueron asesinados por misiles lanzados erróneamente en el oeste del país (el ejército estadunidense sólo aceptó haber matado a treinta, como si ese descuento fuera de alguna manera una compensación). El pueblo afgano sigue empobrecido y vive por lo menos igualmente aterrorizado que durante los años del régimen fundamentalista talibán. Lo que quedaba de infraestructura antes de la invasión ha sido demolida y las pocas obras llevadas a cabo por los ocupadores se colapsan tras años de guerra. Además, la creciente inestabilidad en Pakistán amenaza con extender la guerra y complicar aún más la situación afgana, por la facilidad con que los rebeldes atraviesan la frontera, prácticamente sin obstáculos, y por las incursiones estadunidenses en territorio paquistaní que han inflamado sentimientos nacionalistas y radicalizado a las poblaciones del Oriente cercano.

(Continuará)