■ Sin posibilidad alguna, un entendimiento entre Rusia y Georgia
Rotundo fracaso, el inicio de pláticas sobre Osetia del Sur y Abjazia
Moscú, 15 de octubre. El rotundo fracaso de la primera ronda de negociaciones sobre el futuro de Osetia del Sur y Abjazia, que con la mediación de la Unión Europea (UE) y de la Organización de Naciones Unidas (ONU) se celebró hoy en Ginebra, Suiza, confirma que la crisis del Cáucaso entró en una nueva fase, esta vez incruenta pero que infunde poco optimismo en cuanto a la perspectiva de que Rusia –como principal valedor de la independencia de estas regiones separatistas– y Georgia alcancen prontos entendimientos.
La conferencia de Ginebra, último y más difícil punto del plan de paz consensuado por los mandatarios de Rusia, Dimitri Medvediev, y de Francia, Nicolas Sarkozy (éste también ocupa este semestre la presidencia rotatoria de la UE), es sin duda un paso adelante frente a las hostilidades y la devastación de agosto anterior.
El problema de fondo es que, en esa guerra desatada por Tbilisi, Moscú logró una victoria militar que le permite llegar a la ciudad suiza sin la menor intención de discutir su reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjazia, calificado ya de irreversible por el Kremlin, que la casi totalidad de miembros de la comunidad mundial, al esgrimir el principio de la integridad territorial, considera regiones que forman parte de Georgia.
Ante esas posiciones de origen –irreconciliables en la medida en que ninguno quiere ceder en lo más mínimo– era de suponer que la negociación fuera compleja de suyo. Sin embargo, la realidad resultó peor: rusos y georgianos ni siquiera llegaron hoy a sentarse a conversar cara a cara y lo hicieron, de modo indirecto, a través de los mediadores.
Mientras Rusia fijó como condición que se permitiera participar en las negociaciones a representantes de Osetia del Sur y Abjazia, que a su juicio deberían tener plenos derechos, Georgia rechazó categóricamente esa exigencia.
Cada parte entiende a su manera el sentido de la Conferencia de Ginebra. Para Rusia lo principal es establecer garantías de que Georgia no vuelva a atacar a Osetia del Sur ni a la otra región separatista, para lo cual promueve una serie de medidas coercitivas a Tbilisi como imponer un embargo internacional a la venta de armamento ofensivo a ese país caucásico.
Georgia, por su parte, impulsada por Estados Unidos que apoya su propósito de ingresar a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), no quiere oír hablar de otra cosa que no sea su demanda de recuperar su soberanía sobre las regiones que denomina “territorios ocupados”, los mismos que Rusia reconoce como estados independientes.
El representante de la UE, Pierre Morel, alegó que surgieron “dificultades de procedimiento” y, junto con el enviado especial de la ONU, Jan Verbeke, tomó la decisión de suspender la ronda de conversaciones hasta el próximo 18 de noviembre.
Las partes involucradas y los mediadores se dan así poco más de un mes para intentar instrumentar el acuerdo inicial entre Medvediev y Sarkozy, en el sentido de que esta conferencia sobre el futuro de Osetia del Sur y Abjazia debería tener como metas sellar la voluntad recíproca de un completo cese de hostilidades, así como resolver el problema de los refugiados y otros aspectos que afectan a la población civil.
La agenda de Ginebra, definida por los presidentes ruso y francés, no incluye debatir el estatus legal de Osetia del Sur y Abjazia. Igual que cualquier otro tema, la controversia mayor se podría añadir como punto de negociación –y así lo dice el plan Medvediev-Sarkozy– sólo con la aprobación de todas las partes, esto es, únicamente si Rusia y Georgia están de acuerdo en ello, algo que a estas alturas de su confrontación se antoja prácticamente imposible.
Mientras tanto, este mismo miércoles la Corte Internacional de Justicia de la ONU, con sede en La Haya, Países Bajos, al estudiar la demanda que Georgia presentó contra Rusia, emitió un fallo que no da la razón a ninguno.
“Ambas partes deben asumir la responsabilidad por lo ocurrido y hacer todo lo posible por superar las consecuencias del conflicto”, señala el salomónico veredicto.
La corte conmina a Moscú y Tbilisi a tomar medidas urgentes para “garantizar la seguridad de las personas, hacer que se cumplan sus derechos a la libertad de movimiento y a residir dentro de las fronteras de su Estado, así como proteger las propiedades de los desplazados y refugiados”.