Usted está aquí: miércoles 24 de septiembre de 2008 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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■ ¿Nadie sabe, nadie supo...?

■ Vacío de poderes

■ Melón o sandía

Ampliar la imagen El procurador general de la República, Eduardo Medina Mora; el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, ayer durante su comparecencia en la Cámara de Diputados El procurador general de la República, Eduardo Medina Mora; el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, ayer durante su comparecencia en la Cámara de Diputados Foto: Cristina Rodríguez

1. Los pasos dados por la administración calderónica, a más de una semana del estallido de granadas en Morelia, muestran a un puñado de funcionarios disperso, equívoco y notablemente incapaz de suministrar a la sociedad una explicación más o menos aceptable de lo que sucedió esa noche del Grito michoacano. Los altos mandos del autodenominado gobierno federal se valieron de la primera hipótesis que tuvieron a la mano y luego han ido cambiando sus versiones y miras, llegando ayer a la máxima conclusión científica e histórica, casi inefablemente papal, de que los responsables del atentado podrían haber sido melón o sandía, blanco o negro, La Familia o los Zetas, los dos bandos principales que se pelean la plaza caliente.

2. A la zaga, reducido a una condición latente, el gobierno local de coalición cardenista con el calderonismo, formalmente encabezado por Leonel Godoy, se ha sumido también en el pantano de las especulaciones, con señalamientos cada vez más insistentes de que policías estatales habrían participado en los hechos. Dominada ampliamente la entidad por el narcotráfico durante administraciones priístas, las correspondientes al sol azteca también han hecho negociaciones para contar con recursos económicos destinados a campañas electorales y, posteriormente, al relleno de ejecutivas arcas personales. Godoy ni se mueve (como tampoco lo hizo Batel Lazca) porque, diría algún genial investigador gubernamental… no se puede mover: coopelas, haciendo como que haces, o cuello, en purépecha.

3. En ese contexto, Felipe y Leonel no están gobernando ni pueden gobernar (con independencia del origen electoral fraudulento del primero y de la condición subordinada del segundo, producto de un arreglo con el calderonismo para mantener en el poder a la Otra Familia Michoacana). El ocupante de Los Pinos ya ni siquiera puede cumplir compromisos con los factores de poder que adulteraron los comicios de 2006, e incluso muchos de quienes gozaron imponiendo a un panista inviable ahora sufren, irónicamente, el autoexilio que jugaban a augurarse en caso de que se hubiera respetado el triunfo de López Obrador (recuérdese el chistecito de los juniors que querían que ganara el tabasqueño para que sus padres se los llevaran al extranjero). Hoy, más que nunca, queda claro el sentido de reformismo necesario: “Por el bien de todos, primero los pobres”.

4. Si se toma en cuenta que siguen en sus cargos Mario Marín y Ulises Ruiz (por citar casos de máximo escándalo, no porque en los demás estados no haya especímenes muy parecidos), ha de aceptarse que Leonel Godoy podrá mantenerse en la gubernatura de Michoacán. Pero todos los días surgen datos de tragicomedia que muestran grave irresponsabilidad del gobernante “de izquierda”: su jefe de seguridad pública y modelo de retratos hablados (Mario Bautista, padre del escolta del secretario de Seguridad Pública asesinado tres años atrás) estuvo a unos pasos (50 metros, ha dicho) del primer estallido y no pudo detener a nadie ni perseguir o sospechar de nadie ni mantener a salvo el escenario del crimen para los obligados trabajos criminalísticos (mejor pudo el sacerdote de Creel, en Chihuahua, a viva voz y con su pura autoridad moral, evitar durante horas que los desgarrados familiares de 13 ejecutados movieran cuerpos o alteraran detalles; tragedia esta que, por cierto, ha caído en el olvido social, pues a un hecho grave sigue otro, que es desplazado por otro, que…). Y ayer se conoció una grabación radiofónica en la que a una línea de emergencia del gobierno michoacano se anunciaba que en el desfile del 16 habría atentados contra los militares y los policías porque, a pesar de haber recibido pagos, no habían cumplido compromisos. Algunas de las frases: “El problema lo tenemos con los militares, no con los civiles”, “díganles a los de las escuelas que no se acerquen mucho a los militares ese día”, “no junten a las personas con los militares”. Pero no se hizo nada la noche del 15 ni se tenían prevenciones para el desfile del 16.

5. El vacío de poder político e informativo ha abierto el paso a insólitos nuevos gobernantes confesos, los propios cárteles acusados de narcoterrorismo. De manera audaz lo ha hecho La Familia, con todo y cercos militares, instalando narcomantas, enviando mensajes a teléfonos celulares, e incluso volanteando mediante niños de la calle. Con una credibilidad que ha de envidiar el Cártel de los Pinos, y un notable sentido ejecutivo, La Familia Michoacana negó tener responsabilidad en los sucesos del 15, anunció el inicio de una investigación (¡y convocó a los gobiernos federal, estatal y municipal a hacer las propias, pero que fueran “pertinentes y reales”!) y prometió castigo para los verdaderos responsables que, según su visión e intereses, son sus adversarios directos, los Zetas.

6. Ayer, mientras los administradores oficiales del negocio jugaban a las comparecencias ante diputados federales, con el tradicional espectáculo perredista de las pancartas y las consignas en contra, hubo voces de Internet que sin comprobación alguna de su autenticidad son adjudicadas al EPR y al cártel de Sinaloa o, más específicamente, a “gente” del Chapo Guzmán y El Mayo Zambada. En esos textos, entre las consideraciones propias de sus específicos intereses, acaban señalando al calderonismo como corresponsable de lo sucedido en Morelia.

Mientras tanto, Calderón está en Nueva York, listo para conmocionar al mundo mediante un discurso en Naciones Unidas e increíblemente programado para participar en rituales optimistas de la Bolsa de Valores de Nueva York (mejor momento no pudieron encontrar); Mouriño se manifiesta con desparpajo de presunto inocente contra la “posibilidad” de que el narco infiltre campañas y ponga candidatos (¿en 2009 o tres años atrás?); Transparencia Internacional informa que según sus cálculos México sigue igual de corrupto que hace tres años y, en el fondo, tras todas las historias, como tema central en espera de definiciones, el petróleo y los apetitos privatizadores. ¡Hasta mañana, con los maestros tomando la SEP y los inmediatos amagos represivos!

 
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