Usted está aquí: martes 23 de septiembre de 2008 Opinión Independence Day

Marco Rascón
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Independence Day

A este país sólo lo salvan la poesía y los poetas. ¿Cómo pudimos llegar a este momento de descomposición en la búsqueda de la modernidad? ¿Cómo pudo tanta intención declarativa por la democracia, contra la pobreza y la injusticia, por la sustentabilidad de la naturaleza y las ideologías hacer un país tan decadente y desintegrado?

La racionalidad política está quebrada porque no se corresponden los discursos con los hechos, y del día de la patria y la Independencia se ha pasado a otro círculo del infierno, donde las palabras adquieren forma de esquirlas, donde el encono es ahora bomba y los promotores de esta nueva realidad han decidido que aquí no hay inocentes y que todos debemos pagar y ser parte de esta guerra oscura.

¿Cómo llegamos a esto? Aquí los terroristas no fueron extraterrestres, ni vinieron de otros países lejanos: fueron mexicanos contra mexicanos, y mientras en Estados Unidos se retiran hartos de la política bushiana que mantuvo la unidad nacional con base en la lucha “contra el terrorismo” aquí la adoptamos.

Si las torres gemelas de Nueva York fueron una parte de la espiral de acciones y reacciones de un país imperialista interviniendo en el mundo, ¿aquí cuales han sido los orígenes de la espiral? ¿Cuál es el mensaje a la sociedad entera con los decapitados y sus videos, las más de tres mil ejecuciones y los bombazos en Morelia, Michoacán?

Desde el inicio de año, el gobierno federal definió la movilización militar en el norte como “una guerra”. Sin embargo, no se sabe contra quién ha sido la guerra del Estado mexicano, pues estas tres mil ejecuciones, según la versión pública, han sido entre bandas del crimen organizado.

Los medios acusan, juzgan y sentencian y el Poder Ejecutivo va atrás de cada caso decretando y haciendo nuevas leyes, que por su cantidad y velocidad se hacen intrascendentes. Cada nuevo crimen o acto que estremece a la sociedad mexicana desemboca en una nueva ley.

Ya desde finales de los años 90, el Congreso dio inicio a la reforma judicial y se aprobó la facultad del Estado para interceptar llamadas telefónicas; se definió el concepto “crimen organizado”, superior en castigo a la vieja “asociación delictuosa”; se compraron toneladas y millones de pesos en presupuestos para policías; se hicieron nuevas corporaciones federales más espectaculares; no obstante, la violencia, los secuestros, el robo, las ejecuciones crecieron geométricamente por encima de las políticas.

De la precepción de que el país necesitaba democracia y cambios, ahora la violencia ha logrado que la percepción sea que regrese Arturo Durazo y que es mejor un Estado autoritario que nos proteja.

El Ejército Mexicano se mueve bajo la lógica de que actúa ante la pérdida de la integridad territorial, lo cual está dentro de sus funciones, lo que no sabe la sociedad mexicana, y no se informa, es qué lugares están perdidos, quiénes los han ocupado y por qué hay una zona oscura, donde lo mismo son víctimas que ejecutores, pues basta que una persona sea ejecutada y aparezca con ojos y manos vendadas, con un cartel hecho a mano, para que la víctima sea considerada parte del crimen organizado.

Ya nos acostumbraron a la cifras y veíamos todo como se miran los toros desde la barrera; no obstante, Morelia es el punto de inflexión.

El terror ha logrado generar terror y hoy todo espacio público es vulnerable. El problema adicional es que luego de años y meses de intensificación de las ejecuciones no hay ninguna información clara y precisa, y en una guerra hasta los civiles se organizan y preparan en función de los objetivos que tienen los actores de la guerra. El terror genera regresiones y como consecuencia es también cuestionable cuando se convierte en producto de la política y se pretende unificar en torno a éste cediendo derechos adquiridos, libertades, salud pública.

El fascismo estadunidense se benefició del derrumbre de las torres gemelas e hizo retroceder en objetivos a la sociedad estadunidense. En México pareciera que existe la misma tentación y que se busca hacer de la sociedad mexicana una extensión parapoliciaca, lo cual nos llevará a la balcanización y acrecentará el terror, el miedo y la violencia.

Por estas razones, los casos de Martí, los decapitados en Mérida, los ejecutados en La Marquesa serán pronto historias viejas porque las explosiones de Morelia los superan. ¿Cuál será el próximo hecho, tan grande y aberrante que nos permita olvidarnos de Morelia?

De la cumbre de la seguridad a la fecha ya estamos en otro nivel. Sin embargo, los gobiernos continúan tratando a la opinión nacional como menor de edad y sigue la guerra contra fantasmas que ahora ponen bombas en fiestas populares. Dada la falta de claridad, perviven el miedo y el terror, lo que ha conducido a la manipulación política.

Por eso, ante la falla general de la política y los políticos sólo los poetas, las poetisas y la poesía pueden describir este tiempo.

 
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