■ Es autoritaria, vertical y alienta la contratación precaria: experto
Iniciativa laboral de Calderón, más rabiosa que la ley Abascal
La reforma laboral que pretende aprobar el gobierno federal es “profundamente autoritaria, vertical y flexibilizadora”, aseguró el experto del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, Alfonso Bouzas, quien especificó que esta propuesta, aunque tiene como base la denominada ley Abascal, es incluso “más rabiosa y conservadora”.
En el marco del taller Prepararse para la discusión que viene: riesgos y oportunidades en la reforma laboral, organizado por el Centro de Reflexión y Acción Laboral (CEREAL) y la Fundación Friedrich Ebert, el investigador expuso que de aprobarse tal y como está “no sólo provocará inconformidad social, sino que, también, deterioro del trabajo y retraso económico”.
Abundó que en ella temas fundamentales como el derecho de asociación, contratación colectiva y huelga “quedan prácticamente en manos del gobierno”, y precisó que es flexibilizadora porque “legaliza el outsourcing y abre puerta a nuevas formas de contratación precaria”, que nada abonarán a la mejora del ambiente laboral.
Entre las carencias, el experto indicó que “deja en el tintero muchos temas que deben ser tratados como “la instauración de los denominados consejos de fábrica, el cual es una forma de representación muy útil, pues implica la presencia de los trabajadores en el proceso productivo; es allí donde se discute la forma de realizar el trabajo, se evitan errores y pérdidas de tiempo; éstos han sido muy importantes en Alemania y España; la empresa moderna no puede prescindir de ellos”, dijo.
Abundó que otro de los temas no abordados en la denominada reforma Lozano son los trabajos nuevos o excepcionales, como la empresa familiar e incluso las medianas y pequeñas empresas, que requieren regulación especial, así como la salud e higiene en el trabajo, abordado “de forma muy incipiente porque no modifica el esquema actual, en el cual se paga por la vida en lugar de establecer medidas para garantizarla; por ejemplo, hay un listado de indemnizaciones por la pérdida o daño de ciertas partes del cuerpo, pero no se delinean formas de evitar estas circunstancias”.
Resaltó que una reforma laboral ideal para el país sería aquella que tocara los aspectos de la libertad, democracia sindical y la independencia de los gremios. “Una reforma laboral que no aborde estos temas tocará mal todos los demás; una reforma que se concrete a la flexibilidad laboral va a ser de corta vida”, consideró.
Reconoció que sin lugar a dudas los primeros opositores a que se toque el tema de la libertad sindical son las agrupaciones corporativas, pero resaltó que ni siquiera son las bases de éstos los que están en esta línea, “más bien son las direcciones, porque mi experiencia es que las bases cetemistas de la CROC, por ejemplo, están a disgusto con esta situación”.
De igual forma consideró que es relevante que la reforma acabe con la simulación laboral, es decir que impulse “sindicatos y relaciones laborales de verdad”.
Indicó que también debe establecer cambios en materia de administración de la justicia laboral, insistiendo en que habría que “revisar el caso español donde si en seis meses no se resuelven los casos, en el séptimo el gobierno paga los salarios caídos; en cambio aquí los juicios laborales pueden durar hasta cinco años y después la empresa se ve obligada a cerrar porque le conviene más esto que pagar cinco años de salarios caídos”.