Usted está aquí: sábado 23 de agosto de 2008 Cultura Menores infractores se valen del arte para visualizar su propia identidad

■ Presentan la exposición Made in La Correccional en la galería Torre del Reloj, en Polanco

Menores infractores se valen del arte para visualizar su propia identidad

■ Durante dos años, Laboratorio Expresión Independiente trabajó con jóvenes reclusos de entre 15 y 22 años

■ Entre las obras, una petición de los internos para que se les otorgue la visita conyugal

Carlos Paul

Ampliar la imagen Una de las obras presentadas es esta serie de máscaras que fueron realizadas utilizando los propios rostros de los menores internos como molde Una de las obras presentadas es esta serie de máscaras que fueron realizadas utilizando los propios rostros de los menores internos como molde Foto: Laboratorio Expresión Independiente

Made in La correccional es el título de la exposición integrada por alrededor de 110 obras, entre máscaras, dibujos, esténcil, escultura, arte objeto, registros sonoros, tejido de pulseras, videos y fotografías, realizadas por menores infractores después de dos años de trabajo y convivencia entre ellos.

La idea fue permitir a esos jóvenes comunicar, desde su encierro, cómo visualizan su propia identidad y cómo la sociedad los visualiza, mediante diversos talleres artísticos que llevaron a cabo durante 2006 y 2007 los historiadores Laura Guzmán Rodríguez, Melissa Lara y Vicente Gutiérrez, con el apoyo de la arteterapeuta Ana Bonilla, entre otros especialistas, quienes conforman el Laboratorio Expresión Independiente (l.e.i).

Estos artistas conformaron una organización no gubernamental y trabajan como laboratorio social dedicado a investigar y a la enseñanza del arte y las humanidades de manera muy didáctica, principalmente a comunidades en reclusión.

En este caso, se decidió trabajar sobre la identidad con los menores infractores internados en La Correccional, ya que “consideramos importante que sean ellos mismos quienes reflexionen y cuestionen los estigmas y estructuras sociales que les atañen, con el afán de incidir en su visión sobre la convivencia, tolerancia y respeto en la sociedad, que los pueda llevar a replantear y transformar su destino”, apuntó Guzmán Rodríguez, quien encabeza este proyecto.

Durante esos dos años, la convivencia se dio con chicos de entre 15 y 22 años, en distintos talleres que oscilaban entre 20, 30 o 40 jóvenes. “Algunos eran mayores de 18 años, porque se tiene la idea que después de esa edad, los trasladan al reclusorio, pero la cuestión es que entran (a la correccional) y salen hasta que cumplan su condena”. Los delitos más comunes es el robo simple o violencia callejera.

La experiencia permitió a los integrantes del l.e.i detectar que se hace necesario una conjunción de esfuerzos entre la sociedad civil, que debe asumir sus propias responsabilidades, y el gobierno, quien tiene que implementar modelos educativos más integrales.

“Dentro de la correccional, por ejemplo, se cree que el arte es un lujo, lo cual es absurdo“, comentó el también músico Vicente Gutíerrez. “No toda la gente tiene el perfil de panadero, herrero, electricista –sin demeritar ninguna profesión–, pero debe haber una educación integral”.

Asimismo, el rencor social que se puede apreciar en los menores infractores para Laura Guzmán es el reflejo de “cómo la sociedad de consumo tiene mucho que ver con su problemática, pues los chavos comentaban: ‘yo lo que quiero es un Ipod, un coche minicooper, tú tienes un pantalón o camisa de marca y yo no”.

Made in la correccional integra entre otras obras una serie de máscaras, para las que utilizaron sus propios rostros como molde. Una serie de autorretratos. “El asunto es que no les permiten tener espejos, lo que resultó un ejercicio muy introspectivo, ya que (para hacer su autorretrato) no podían ver su cara”. Hay también una pieza, resultado de una action painting, de un chavo que estaba carceleado (son aquellos chavos deprimidos que piensan sólo en la cárcel).

También se presentan algunos collages, “en los que se observa una crítica a la sociedad de consumo”. Una serie de postales de la Maja desnuda, intervenidas a partir de pedir a los chavos que le pusieran lo que creyeran le hacía falta para que esa persona tuviera poder. Otras obras son resultado de la pregunta ¿para ti qué es lo que debe tener un hombre, para ser un hombre de verdad?, o dibuja lo que es la muerte, sin poner un icono de la muerte.

La pieza sonora se titula Diccionario de la real Academia Corregenda, grabación que reúne las palabras o caló que se usan dentro de la correccional.

En el contexto de la exposición, un tema que pocas veces se habla con quienes están en reclusión es su ejercicio de la sexualidad, señaló Guzmán Rodríguez. “Los adultos en el reclusorio, por ley tienen derecho a la visita conyugal, pero aquí en la correccional, aunque seas mayor de edad o casado con hijos, no tienen visita conyugal, lo que es un asunto muy grave”.

A partir de proponerles qué es lo que le quieren decir a la sociedad, una de las piezas en esténcil llama la atención sobre esa problemática, al tiempo que –según Guzmán– refleja la conciencia de quien la realizó, sobre la protección sexual. Se trata de una chica desnuda con las piernas abiertas, con un condón en la cabeza y una lagartija entre sus piernas, a su vez con un condón en la cabeza. En torno al dibujo se lee la leyenda: “Queremos visita conyugal”.

La muestra se exhibe sólo cinco días en la galería Torre del Reloj, ubicada en el parque Abraham Lincoln, Edgar Allan Poe s/n entre Emilio Castelar y Luis G. Urbina, Polanco. Permanecerá abierta hasta el 25 de agosto.

 
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