Usted está aquí: lunes 11 de agosto de 2008 Política El alacrán y la tortuga

Gustavo Esteva
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El alacrán y la tortuga

La historia ha sido contada mil veces.

–Tortuga, déjame atravesar el río sobre tu caparazón.

–No, alacrán. Me picarás a mitad del río. Te conozco bien.

–No, tortuga, no soy tan estúpido: nos ahogaríamos los dos. Ándale…

A mitad del río el alacrán la picó.

–¿Por qué lo hiciste, alacrán? Ya ves: nos ahogaremos los dos.

–No pude evitarlo, tortuga. Está en mi naturaleza.

Es una parábola que se aplica puntualmente al caso Chedraui, en la ciudad de Oaxaca, y expresa un estado de cosas que intenta arraigarse en el país.

Bajo la presión de los ciudadanos, las autoridades cancelaron el proyecto de construir un centro comercial donde existía un pequeño bosque urbano e impusieron a la empresa una multa de más de 10 millones de pesos por las faltas en que incurrió al destruirlo. Pero Chedraui no se amilanó. Mientras examina sus opciones legales realiza campañas de persuasión para llevar adelante su proyecto.

Una “empresa de consultoría y asesoría”, probablemente fantasma, empezó a realizar la semana pasada una “encuesta” tramposa que busca inducir una respuesta favorable al proyecto y crear una actitud negativa contra los ciudadanos que se oponen a él. Es un instrumento de propaganda, no de sondeo. Una de las preguntas plantea: “¿Sabía usted que el terreno es propiedad privada, no estatal ni municipal… y que tienen los particulares el derecho a decidir sobre su propiedad?”

Es una mentalidad propia del capitalismo recién nacido, hace 200 años. Tras una larga lucha social, que aún continúa, la sociedad impuso limitaciones claras a los derechos de los propietarios privados sobre sus bienes. Lejos de poder hacer lo que quieran, tienen que someterse a reglamentos cada vez más estrictos, que protegen el interés público. “La nación tendrá en todo tiempo”, dice nuestra Constitución, “el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público, así como regular, en beneficio social, el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación.”

No se trata propiamente de ignorancia. En la última pregunta de la encuesta se descalifica a los opositores al proyecto y se dice: “Hay otro grupo de gente que piensa que si es para generar 400 empleos, se siembran 100 árboles por cada uno que se derribe, y se establecen compromisos claros para garantizar que se cumpla la ley y los compromisos acordados, sí se puede construir la tienda Chedraui”.

Por cada uno de los empleos miserables que crearía Chedraui, destruiría 10 empleos dignos de productores y comerciantes oaxaqueños. Un prestigiado consultor internacional estimó que para restablecer el oxígeno generado por los árboles que se derribaron se necesitaría sembrar y proteger más de 100 mil árboles, no los 18 mil 500 que ofrece Chedraui.

Pero eso resulta ya marginal. Lo relevante es que la empresa incumplió sus compromisos y violó tranquilamente leyes federales y locales. Esa actitud corresponde a una mentalidad que se pretende enraizar en el país. Las señales que el gobierno envía a las empresas privadas son cada vez más claras: pueden hacer lo que quieran. La impunidad está garantizada. Es un mensaje que en Oaxaca tiene certificado de naturaleza. La impunidad reina abiertamente en el estado. Empresas y funcionarios pueden amafiarse y cometer juntos o separados todo género de delitos y nada les ocurrirá.

Chedraui actuó conforme a su naturaleza depredadora, que ha mostrado ya en otros estados, confiada en la impunidad reinante. Sabía, por ejemplo, que el predio por el que pagaría una renta de 200 mil pesos mensuales por cinco años, con valor comercial de unos 50 millones de pesos, tenía valor catastral de sólo 60 mil pesos: se evadía tranquilamente el impuesto predial, que ha aumentado escandalosamente en Oaxaca… aunque no para todos, como prueba el caso de esta infausta señora Sarmiento cuyo ancestro, don Luis Sarmiento, crió amorosamente ese bosque.

Pero Chedraui no hizo sus tropelías con una tortuga. Encontró una sociedad airada y consciente, que ha perdido toda inocencia respecto a los alacranes que la rodean. Reaccionó con rapidez y eficacia ante el atropello y, tras lograr la cancelación del proyecto, intenta traducir la experiencia en lección duradera.

El pasado fin de semana, en las calles que se encuentran frente al predio devastado, empezó el foro Oaxaca: Ciudad de Ciudadanos, que en los próximos días dará a conocer sus acuerdos. Los ciudadanos conciben ahora un plan de acción que atienda los conflictos existentes, prevenga casos como el de Chedraui y conduzca a condiciones sociales y políticas en que los propios ciudadanos tomen las decisiones en todos los asuntos que afectan su vida y las hagan valer en la realidad.

 
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