Usted está aquí: sábado 9 de agosto de 2008 Espectáculos El arte no existe sólo para ser hermoso; permite cuestionar, opinó Nicolás Alvarado

■ El escritor charló con jóvenes en la 17 Conferencia Internacional sobre VIH/sida

El arte no existe sólo para ser hermoso; permite cuestionar, opinó Nicolás Alvarado

■ Acompañaron al periodista las actrices Nora Huerta y Ana Francis Mor, además de Paul Leduc

Tania Molina Ramírez

“No debe supeditarse el arte al activismo. El arte, en efecto, no está ahí sólo para ser hermoso. Permite disentir, cuestionar. Lo que me preocuparía es que se vuelva acrítico, que un artista se convirtiera en rehén. Para un líder político, un artista tiene cierta legitimidad y se vuelve idóneo como vehículo de comunicación”, lanzó, en son de provocación, el escritor y periodista Nicolás Alvarado, ante un reducido, pero participativo, grupo, reunido para platicar acerca del activismo y el arte.

Continuó: “las certezas hacen mucho daño a la humanidad. El papel del artista debería ser tratar de hacerse preguntas, de ver más allá de las certezas”.

Este miércoles, sentados en el suelo, fuera de las carpas de la Aldea Global que se realizó dentro de la 17 Conferencia Internacional sobre VIH/sida, el cineasta Paul Leduc, Ana Francis Mor y Nora Huerta, de la compañía cabaretera Las Reinas Chulas (moderadoras y organizadoras de una parte de la programación cultural de la Aldea Global), junto con Alvarado, conversaron con un grupo, en su mayoría joven.

Reflejo de la realidad o rehén

Hubieron diversos ángulos para abordar el asunto del activismo: el cineasta Leduc mantiene un compromiso claro con la realidad social que se refleja en sus obras y en su quehacer cotidiano (juega un papel fundamental en Farándula, que agrupa a integrantes de la comunidad artística que se oponen a la privatización petrolera). Alvarado separa ambos ámbitos: como ciudadano participó en el proyecto político Democracia Social, que postuló a Gilberto Rincón Gallardo como su candidato presidencial en 2000. Las Reinas Chulas hacen cabaret, que por naturaleza es político. También participan en distintas causas, como Farándula.

Pero entonces, reviró la actriz Nora Huerta a lo formulado por Alvarado, “¿cuál es el sentido artístico? Yo entiendo el arte como reflejo de la realidad”.

Siempre y cuando “el arte no se ponga al servicio de la propaganda”, insistió el escritor.

Ana Francis Mor habló sobre la generalizada falta de interés por involucrarse con alguna causa política o social.

Paul Leduc señaló que el caso del VIH/sida es distinto: es una “campaña que se ha hecho desde los directamente interesados. Eso le da una fuerza”.

Al respecto, Alvarado dijo: “Antes, nuestras sociedades se articulaban de arriba hacia abajo. Creo que el sida es un centro (del cambio). A principios de los años 80 aparece el sida y los gobiernos reaccionan con terror. Quizá el primer hito fue Rock Hudson. En un acto muy valiente salió a decir: ‘soy VIH positivo y soy gay’. Provocó que la gente pensara: ‘si él lo puede decir, yo también’. Se tejió un movimiento de abajo hacia arriba, un movimiento, en gran medida, ciudadano”.

Siguió: “La agenda ciudadana ya rebasó a los partidos políticos”.

Una joven del público lo puso a su manera: “No me importa el término de artivistas, lo que importa es que tenemos que ser activos, porque nos está llevando la chingada”. Contó cómo le impresionó una obra de Las Reinas Chulas: “me provocó reflexionar; fue una sacudida”.

Pero, “¿los artistas están a la altura de la sociedad civil organizada?”, cuestionó la actriz Ana Francis Mor.

“No estamos a la altura de la crisis”, opinó Leduc, director de Cobrador. In God we trust.

Alvarado sugirió: “En términos de conciencia ciudadana, oscilamos entre lo mitoteros y los apáticos”. Por un lado están quienes se adhieren a una causa “sin conservar una posición critica, sino simplemente como clientela política”, y por el otro, “los que están en Canadá (alejados de la realidad social), que lo único que les interesa es su obra, publicar su libro”.

Más adelante, dijo: “Una obra cerrada se aleja del arte y se acerca a la propaganda. Una obra abierta es más ‘útil’, aunque no me gusta el término”.

En ese sentido, Ana Francis Mor recordó el puño negro en las Olimpiadas de 1968, “acto de activismo puro, una acción que cuestiona. Creo que el arte y el activismo se tocan en esas ganas de estar chingando la marrana, de preguntar. Hay una unión posible, honesta y congruente”.

 
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