Usted está aquí: viernes 25 de julio de 2008 Estados Galo Sánchez, un loco que se niega a ser indiferente

■ Maneja criadero de cocodrilos en Oaxaca con fines de conservación

Galo Sánchez, un loco que se niega a ser indiferente

Octavio Vélez Ascencio (Corresponsal)

Ampliar la imagen Galo Sánchez Ríos muestra uno de los ejemplares de cocodrilo americano a los que da refugio en un criadero frecuentado por turistas en Santa María Colotepec, Oaxaca Galo Sánchez Ríos muestra uno de los ejemplares de cocodrilo americano a los que da refugio en un criadero frecuentado por turistas en Santa María Colotepec, Oaxaca Foto: Octavio Vélez Ascencio

Santa María Colotepec, Oax., 24 de julio. Galo Sánchez Ríos, indígena zapoteco de 42 años, asegura “hablar” con cocodrilos, iguanas, serpientes y arañas. Dice que incluso duerme con algunos de esos animales. Por eso sus vecinos lo llaman el Loco o el Rey de los Cocodrilos.

Galo es pescador, guía de turistas y yerbero, pero sobre todo criador de cocodrilos e iguanas verdes y negras en la Unidad de Manejo para la Conservación y el Aprovechamiento Sustentable de la vida Silvestre, que creó en 1999 con aval de Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en un terreno de su propiedad ubicado muy cerca de la barra de Colotepec, donde el río del mismo nombre desemboca en el océano Pacífico.

“No sé si sea ecologista. Hago esto porque no puedo ser indiferente a que se acabe lo que la naturaleza nos ha dado”, dice.

El cocodrilo americano (Cocodrylus acutus), que habita en aguas dulces y salobres, ha sido mermado por cazadores para explotar su piel, su carne –de supuestas propiedades medicinales– o incluso para rituales religiosos.

El reptil prácticamente desapareció de la barra de Colotepec en la década de los ochentas, debido a que los cazadores depredaron la especie en ríos y lagunas a fin de vender las pieles para confeccionar botas vaqueras, cinturones, bolsas de mano y para decorar artículos diversos. La población en esta zona llegó a reducirse a 20 ejemplares.

“Muchos me preguntan por qué hago esto, pero es muy simple: a veces somos egoístas, pensamos sólo en nosotros y no en los que vienen detrás, en las nuevas generaciones. Quizá si no me hubiera interesado en esto el cocodrilo solamente lo conoceríamos por fotografía o en un zoológico, como sucede aquí con el venado”, comentó.

Galo Sánchez atribuye parte de su interés por la conservación de la naturaleza a la herencia de su bisabuelo, quien preservó las plantas medicinales del pueblo, y de su padre, quien curaba animales que encontraba y después los dejaba en libertad.

Más de mil ejemplares liberados en casi una década

El entrevistado recorre la orilla del río y las lagunas de la barra de Colotepec casi todos los días, junto con su hijo Ricardo, para rescatar nidos de cocodrilo en riesgo de inundarse o de ser depredados por hombres o animales. Lleva los huevos a su criadero, donde los reptiles nacen, y ahí los mantiene hasta que cumplen un año y medio, para después liberarlos.

De 1999 a la fecha ha liberado mil 256 cocodrilos, más unas 40 mil tortugas marinas de las especies golfina, laúd y carey, cuyos huevos también recolecta para contribuir a la conservación de estas especies.

–¿Por qué le dicen el Loco?

–Cuando voy al río o a lagunas hablo con los cocodrilos. A medio kilómetro, pego tres veces en el agua, los llamo y llegan a verme; se quedan a unos dos metros de mí y empezamos a platicar. Después me despido y les digo: “Nos vemos, cuídense.

“También hablo con los árboles, con las serpientes, las iguanas y las arañas. Por eso me dicen que estoy loco, que soy un chamán o que tengo pacto con el diablo.”

Criar cocodrilos no es fácil. Siempre existe el peligro de sufrir algún ataque, sobre todo si se entra todos los días a un estanque donde se encuentran unos 20 ejemplares.

“Cuando estoy limpiando, tengo un ojo a los cocodrilos y el otro a lo que hago. Una vez un cocodrilo me mordió un pie, pero fue por un descuido”, recordó.

La labor de el Loco es conocida hasta Puerto Escondido, uno de los principales destinos de playa de Oaxaca, a unos 10 kilómetros de Colotepec.

Ahí, los locatarios del mercado Benito Juárez obsequian a Galo fruta y verdura para alimentar a las iguanas. También le dan retazos de pollo o de res para los cocodrilos, aunque a veces debe comprar pescado y camarón. Los 20 cocodrilos que conserva comen, en promedio, 180 kilos de carne al día.

Los gastos de manutención salen de su bolsillo y de aportaciones que le dejan turistas, a quienes Galo muestra cocodrilos hasta de cinco metros de largo e iguanas.

–¿Le han querido comprar algún ejemplar?

–No los vendo. Esto lo hago con fines de conservación.

–¿Hasta cuándo mantendrá el criadero?

–Quiero vivir otros 50 años o más y voltear hacia atrás para ver si pude hacer algo. Si es así, dejaré un buen ejemplo a mis hijos.

 
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