Usted está aquí: martes 8 de julio de 2008 Cultura Objeciones

Teresa del Conde

Objeciones

El pasado 15 de junio, Mónica Mateos-Vega publicó amplio reportaje en el que recoge opiniones del maestro Jorge Tovar, integrante del Salón de la Plástica Mexicana  y profesor retirado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas.

Un buen reportaje-entrevista transmite opiniones sin emitir juicios, de modo que lo que aquí comento no es la tarea profesional ejercida por la periodista, sino las opiniones verbales del entrevistado, cuya valía como dibujante, caricaturista y escultor es reconocida.

Dice el maestro Tovar que las escuelas de arte relegan el realismo en pintura por temor a las críticas al sistema. Su visión  es optimista: no existen ni rastros de tal temor en las escuelas. En las principales se practica la figuración, bajo diferentes modalidades, con modelos vivos. Objeta asimismo que la atención a los alumnos se centre en primer término en los oficios. Yo pienso que ojalá hubiera mayor exigencia en esto. Salvo excepciones, si algo  quizá falla es precisamente el rigor en cuestiones como la enseñanza del dibujo, o en el  uso profesional de materiales.

Arguye que hay prioridad dirigida a la pintura abstracta, no sólo “porque está de moda”,  sino porque quienes la practican se alejan del mensaje. Recordemos que uno de los pintores que mayores mensajes adversos propinó a todo tipo de sistemas  fue José Clemente Orozco, quien acostumbraba reiterar que el tema era secundario y que la pintura debía ser ante todo “un poema y nada más”. Poema o no, los medios críticos actuales no están dentro del terreno de la pintura, aunque sí son propios de la caricatura, de la ilustración, como ejemplificó otrora Melecio Galván o del cartel.

Creo que mis posibles lectores estarán de acuerdo en que no es muy viable opinar sobre la “reforma energética” (el petróleo) por medio de la pintura. Para eso está el debate, la escritura, el cine, la fotografía, la televisión, la red, etcétera. Y también las expresiones de arte conceptual que son las que integran  main stream hoy. Son éstas las que –de proponérselo– logran expresiones de denuncia. Además, el artista vivo más cotizado de la actualidad es un realista a ultranza: Lucien Freud. En México (me refiero sólo a la pintura) el muy figurativo Daniel Lezama no le va a la zaga a sus colegas abstractos Irma Palacios o Miguel Ángel Alamilla. Y los tres son acogidos por galerías de prestigio.

La pintura abstracta hace rato que no está “de moda” aunque tenga sólidos cultivadores como también los tiene la figuración en sus diferentes manifestaciones, ya se trate de José Luis Cuevas o Francisco Toledo que del prematuramente fallecido Julio Galán. Pero si un artista  lo que quiere es crear conciencia sobre cualquier tipo de fenómeno socio-político o histórico, actualmente, salvo en pintas, no opta por la pintura, eso tuvo su razón de ser, en México y en otros países cuando se suponía que tal medio era el principal a privilegiar, principalmente dentro del area del arte público. De allí que el muralismo mexicano tuviera adeptos en todo el mundo.

Al muralismo hay que verlo en su contexto; como fenómeno estético sobrevive a través de sus principales representantes,  expertos absolutos en sus oficios, dueños de peculiares talentos y exponentes de un arte  cuya retórica se oficializó.

¿Cómo decir que Orozco, Rivera o Siqueiros no gustan?, su presencia se comprueba en las más exigentes colecciones públicas y privadas.

Como la libertad de expresión en pintura es condición sine qua non a nadie se le ocurriría objetar las expresiones pictóricas de fenómenos como  Atenco, las represiones en Oaxaca o sobre cualquier otro hecho funesto como el ocurrido  en la Discoteca News Divine, sólo que existen medios más idóneos que la pintura representativa para hacerlo. Ni las mejores estampas de denuncia del Taller de Gráfica Popular espejearon situaciones mediante la mímesis, lo hicieron con metáforas, símbolos y transposiciones.

Con todo respeto: es disparatado afirmar que tanto en pintura como en escultura se perciben ideas de derecha e izquierda por autores y que los de derecha son partidarios “al ciento por ciento” de lo abstracto. Un ejemplo: ¿Vicente Rojo sería entonces “de derecha” y Arturo Rivera “de izquierda?” Hay que cuidar las palabras, sobre todo si se es o se ha sido maestro.

 
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