Usted está aquí: lunes 7 de julio de 2008 Deportes Triunfal presentación de la ganadería de Medina Ibarra; encierro, desaprovechado

TOROS

■ Corta oreja en su presentación el novillero capitalino Salvador López

Triunfal presentación de la ganadería de Medina Ibarra; encierro, desaprovechado

■ A petición del público, el novillo Gordo se salvó de la muerte

Leonardo Páez

Ampliar la imagen Luis Manuel Pérez El Canelo dio vuelta  al ruedo Luis Manuel Pérez El Canelo dio vuelta al ruedo Foto: Jesús Villaseca

Gordo, de 382 kilos, número 170, negro bragado, con tres y medio años de edad, bien puesto de pitones, es desde ayer inmortal. Su comportamiento en el ruedo permitió que otra tarde de tedio y frustración se convirtiera en una apoteósica e involuntaria efemérides marcada por el hoy indiscutible premio del indulto. Sergio Lejarza, un novillero capitalino que a sus 23 años debutó en la México con la corpulencia que Antonio Bienvenida exhibió el día que se cortó la coleta, nunca supo con quién estaba tratando.

Lejarza, que no había dicho nada con su primero, un hermoso castaño de nombre Colorado, de 446 kilos, al que vio pasar en repetidas ocasiones por el lado derecho y también por el izquierdo, con una embestida de la añorada hermana de la caridad, sin producir la menor emoción en el tendido, se sacó el gordo de la lotería cuando se anunció la salida de Gordo, quinto de la tarde, que lo hundiría como intérprete del toreo, a menos que en adelante se reponga y sea capaz de decir lo contario.

En efecto, ese Gordo, de la ganadería aguascalentense de Medina Ibarra, propiedad de Jorge Arturo Medina Rodríguez y José Arturo Medina Ibarra, vecinos del municipio de San José de Gracia, en la tierra del Calesero, obligó a que Lejarza diera el pasito atrás desde las verónicas de recibo.

Tras un multipuyazo, intentó quitar por gaoneras pero fue desarmado. Con la pañosa, decidió citar de rodillas en los medios al noble medinaibarreño que repitió en dos derechazos clarísimos, el segundo de ellos, eterno.

El novillo empezó así una lidia que pedía a gritos una muleta capaz de aprovechar sus magníficas condiciones. Sin embargo, Lejarza, esforzado pero sin recursos, no logró templar jamás una embestida de dulce, ya que no supo colocarse en ningún momento a la distancia que le pedía la nobleza del burel.

En medio de tanto desperdicio, la gente que no sabe pero siente comenzó a pedir el indulto de ese Gordo que en cada pase descubría las limitaciones del torero, en la frustrante cuanto tediosa faena.

De pronto, saltó al ruedo un espontáneo con pantalón gris y saco del mismo color, montado éste sobre el paraguas de una novia atónita, con el que citó de largo y ejecutó soberbio y garboso pase por alto con el sello de Procuna que cimbró hasta la médula a la escasa asistencia.

Al intentar el segundo muletazo, el oportuno intruso –que puso de relieve la excelencia del astado y la impotencia del matador–, fue atrapado por uno de los representantes de las fuerzas del supuesto orden, que lo condujo al callejón entre las airadas protestas de un público ansioso de ser emocionado y la indecisión de un novillero que allí perdió la oportunidad de echarse a la gente a la bolsa.

Afortunadamente, el juez de plaza valoró las óptimas condiciones del novillo y atendiendo a la mayoritaria petición del respetable, concedió el indulto, premio máximo a la bravura de un toro y al celo criador de un ganadero.

Salvador López, tercero en el cartel, enfrentó en primer término a General, de 383 kilos, cárdeno bragado, de muy buena presencia, al que recibió con templadas verónicas y quitó por caleserinas, luego de que el astado tomara una vara. Con la muleta hubo naturales a otro bravo, claro y con recorrido ejemplar de Medina Ibarra, ganadería triunfadora en la pasada feria de Aguascalientes, no obstante los obstáculos que le puso el empresario Alberto Bailleres.

Tras una serie de muletazos por ambos lados, dejó una estocada en lo alto y recibió merecida oreja. Por su parte, Luis Manuel Pérez El Canelo volvió a salir en maestrito temerario en su primero al pegar cuatro gaoneras sin trascendencia y a su segundo, esforzado en banderillas, le realizó una faena derechista en los medios para cobrar tres cuartos de estocada al encuentro, que no recibiendo, y una vuelta al ruedo devolviendo prendas.

 
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