Usted está aquí: jueves 26 de junio de 2008 Opinión Estabilidad económica y crecimiento

Orlando Delgado Selley
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Estabilidad económica y crecimiento

En las últimas semanas se debatió la política monetaria decidida e instrumentada por el Banco de México. Calderón y Carstens plantearon comedidamente que el banco central debía reflexionar sobre la conveniencia de que el diferencial de tasas de interés entre México y Estados Unidos siguiera ampliándose. Al inicio, el banco central permaneció prudentemente callado, aunque uno de sus altos funcionarios se ocupó de argumentar en favor de mantener el sesgo restrictivo de la política monetaria.

Hace unos días Guillermo Ortiz se metió al debate. En una presentación titulada La banca central y la estabilidad económica advirtió que en la década de los 70 se utilizó la política monetaria como instrumento para estimular la actividad económica y la reducción del desempleo. Según él, teórica y empíricamente se demostró la invalidez de ese planteo. “Es por ello que, señaló, los bancos centrales modernos han adoptado como su objetivo prioritario lograr la estabilidad de precios.” Junto con esta adopción ha habido una tendencia mundial a dotar de autonomía a los bancos centrales.

Para ratificarlo, el viernes pasado la junta de gobierno del Banco de México decidió incrementar a 7.75 por ciento la tasa de interés interbancaria a un día. Argumentó que continúa la desaceleración de la economía mundial y de la estadunidense, con fuertes presiones inflacionarias derivadas de los precios de los alimentos, los energéticos y otras materias primas. Ello ha provocado que loa países desarrollados expresen su creciente preocupación, mientras que en algunos emergentes se ha endurecido la política monetaria.

La información para el primer trimestre indica que la actividad económica en México no ha resentido la situación casi recesiva de Estados Unidos y se estima que en el segundo trimestre tampoco lo resentirá. En materia de precios persisten las presiones, pero hasta ahora –según el propio Banco de México– no hay riesgos de que en el mediano plazo las expectativas inflacionarias se modifiquen, ya que están “bien ancladas”. Sin embargo, no hay duda de que en este año la inflación será algo mayor a lo proyectado, quedando alrededor de 1.5 puntos por encima de lo previsto.

De modo que, de acuerdo con los indicadores, la inflación sigue estando bajo control. No obstante, la junta de gobierno –integrada por los altos funcionarios del Banco de México, sin la participación de nadie más– decidió aumentar la tasa “con el propósito de reforzar las expectativas de inflación a mediano plazo”, diciendo a los mercados que el banco no sólo está preocupado de lo que sucede con la inflación, sino que se va a mantener pendiente de su evolución.

Es evidente que el banco central actúa independientemente. No toma en cuenta más que la opinión de sus propios funcionarios, buscando cumplir con las metas que ellos mismos se plantearon. Eso lo pueden hacer porque gozan de una autonomía concedida por el Congreso de la Unión, que, además, le señaló expresamente su misión: procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional. Ortiz se equivoca: el Banco de México no ha adoptado esa misión, se la establecieron los legisladores.

Es indudable que hemos vivido años sin inflación, pero también lo es la mediocridad del desempeño de nuestra economía. Varios factores lo explican: la necedad gubernamental de persistir en la aplicación un modelo que no genera la dinámica económica esperada y que, además, concentra más el ingreso, la inexistencia de empresarios con una visión y un compromiso con el desarrollo nacional, la incapacidad de los partidos políticos para pactar un proyecto nacional transexenal y también las restricciones de la política monetaria.

Cada uno de estos aspectos demanda acciones específicas. La responsabilidad es variada, pero en el caso de la autonomía del Banco de México, compete al Congreso alinearlo a los requerimientos nacionales. Se trata de un asunto que no puede soslayarse. La mesa parece puesta para incluirlo en el orden del día.

 
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