Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 15 de junio de 2008 Num: 693

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El palimpsesto de
Marcel Schwob

ARTURO GÓMEZ-LAMADRID

Diálogos de utopía
MARCEL SCHWOB

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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


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Marco Antonio Campos

Luis García Montero: pasos al pasado

Publicado por la Editorial Visor, apareció en el mes de febrero de este 2008 Vista cansada , el nuevo libro de poemas de Luis García Montero. A los sesenta años, Neruda repasó en Memorial de Isla Negra su vida como una larga navegación. Al llegar a los cincuenta, quizá sin pensar en Neruda, García Montero busca realizar algo parecido. La poesía, después de todo, lo sabe LGMontero, es lo que más ennoblece y supera todo odio y avaricia.

En la primera parte, LGMontero, con una voz leve y hondamente melancólica busca entre las brumas del tiempo una infancia y una adolescencia vividas en la ciudad de Granada. Hallamos en esas páginas el recuerdo orgulloso y lleno de ternura por los padres, los amigos a los que los lugares ya no reconocen, las alas sangrientas del gorrión de Lorca caído en un campo cercano a la ciudad, los mapas como libros del colegio que señalaban países llamados Borges y Neruda, Machado y Juan Ramón, los trece años pasados bajo la tutela -no siempre dogmática- de los padres escolapios y el vislumbre de la llamarada de la mujer. Pero LGM, en regresos posteriores a la ciudad natal, contra todo y por todo, comprende, cavafianamente, que Granada le dio el mundo y de alguna manera Granada es el mundo. Si algo pasó –se dice- debe preguntar a los ríos de Granada “de las consignas de juventud/ resueltas en el sol de invierno,/ de las amantes rotas por la noche,/ del buen amor tan sucio, de los libros,/ las botellas vacías, las huelgas generales...”

Vista cansada es un libro desolador, y en momentos –baste recordar el poema a la madre- cerca del llanto. Un libro de alguien no solamente insatisfecho, de alguien, que en un algún momento, peor que sentirse perdido, no sabe dónde está, y que intuye o comprende que la poesía, las mujeres que se aman o gustan y los sueños juveniles, no lejanos a la gran utopía política de “la luz de las banderas comunistas”, se escriben en el agua y se van con el agua. El mundo no es posible cambiarlo, pero es un deber creer que puede cambiarse.

Nacido en 1958, le han pesado siempre, como losa en la espalda, los años de sombra y terror del franquismo. Ese tiempo en que luego de la rutina vacía de las familias en la semana ir los domingos a la playa era aún más apagado y triste, como lo describe en su poema “Mar muerto”, o más dura y directamente, ya pasados los años opresivos: “El agua se llevó la dictadura./La tinta del censor perdió sus ojos/ y no pudo entender lo que estaba pasando./ Las esperanzas turbias/ de los sacrificados y los fieles/ olvidaron de pronto/ el amarillo seco de las comisarías./ Ni miradas secretas, ni un papel/ con horarios de misas/ y nombre de malditos”, (“Democracia dos”).

Hay en el libro asimismo la memoria de los primeros versos que de pronto nacieron quién sabe cómo y que se unen callados con los últimos, ciudades de occidente que algo dejaron o se llevaron, mujeres que fueron un esplendor breve en numerosos cuartos que no debieron cerrarse, bares y tabernas que guardaban en el alcohol los recuerdos heridos y la herida de los recuerdos, los amigos saludados en esa “ciudad de la alegría recién inaugurada”...

Después de leer el libro, queda en el lector la sensación de que hay en el autor algo roto, algo desamparado, algo que no acaba de hallar su lugar. Recordemos dos admirables momentos en su solución de contrarios que quizá retraten al hombre que los escribió: “Yo he sido/ un amigo de muchos condenado a estar solo”, y estos: “Nunca estuvo en mi mano ser feliz./ Pero conozco la alegría”.

Hay libros que leemos con gusto y regresamos al estante; hay otros que se quedan en el alma. Entrañablemente Vista cansada pertenece a los últimos. Con Habitaciones separadas (1994) y Completamente Viernes (1998), forma la tríada sustancial y hondamente querible de la obra de Luis García Montero.