Usted está aquí: domingo 8 de junio de 2008 Política Narcotráfico: causas remotas y causas actuales

Néstor de Buen

Narcotráfico: causas remotas y causas actuales

El tema del narcotráfico está, lamentablemente, de moda. Se habla de guerra y que se gana y no se pierde, pero son noticias contradictorias con los hechos que los medios divulgan y que no permiten ser optimistas.

Recuerdo algunas cosas. Durante la Segunda Guerra Mundial el cultivo de la droga en zonas fronterizas o cercanas no fue precisamente un acto unilateral. Cuentan las viejas historias que Estados Unidos requería del cultivo de droga para ponerla a disposición de sus soldados, que vivían –o morían– en una guerra total. Al mismo tiempo, para suplir la mano de obra estadunidense que luchaba en los frentes, se establecieron los convenios de braceros, lo que permitió una emigración importante y legítima de quienes pensaron que su porvenir económico estaba asegurado del otro lado.

Obviamente esas políticas tenían la bendición de los dos gobiernos porque, por una parte, el manejo de la droga generaba divisas, y por la otra, nuestros braceros lograban la aspiración de mejorar notablemente su nivel de vida.

Eran años en los cuales la necesidad de producir y exportar los bienes que en Estados Unidos no se fabricaban, porque la industria se transformó en industria de guerra, generó en México empleo con salarios razonables. Los años de la presidencia de Manuel Ávila Camacho fueron de desarrollo espectacular.

Ahora las cosas son muy diferentes. Los convenios de braceros, como es natural, se extinguieron al regresar los soldados a casa. El cultivo de la droga y su comercialización más o menos legítima se convirtió en una acción ilícita que no alcanzó, por muchos años, un gran desarrollo. México, afortunadamente, no era mercado de consumo, sólo Estados Unidos.

Hoy la situación económica de nuestro país es precaria, particularmente en cuanto a la generación de empleo. La emigración a Estados Unidos se ha convertido en una más que dramática solución que arranca de nuestros estados menos desarrollados. Las defensas en contra son muros y feroz represión de las autoridades migratorias estadunidenses. Pasar la frontera y atravesar indemnes los desiertos intermedios es una hazaña de enorme riesgo.

Por otra parte, las circunstancias han determinado que en México se haya producido un importante consumo de droga, en el que son protagonistas los dueños del narcomenudeo y las víctimas propicias la gente más joven asaltada en las escuelas por los vendedores de veneno.

Hay, por otra parte, lo que supongo es un incremento notable del uso de drogas en Estados Unidos. Pero, además, se actualiza el negocio de la exportación de armas hacia México que, por supuesto, pasan de contrabando. Tema de permanente discusión en el mismo Estados Unidos es el de si no sería necesario prohibir la distribución de armas, pero la importancia del negocio ha cancelado los intentos de lograrlo.

Hay otros factores. Las armas vienen y las drogas van, pero curiosamente tienen que pasar por las fronteras y no parece que ese tema haya sido destacado como uno de los problemas a resolver. Pero se alcanza de manera importante una conclusión: la enorme falla de nuestro sistema aduanero, si es que no se considera la posibilidad de la absoluta complicidad que hace muy fáciles las cosas. Por los rumbos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público parecería que se tendrían que tomar medidas de urgencia.

Hay el tema principal. En esta guerra no declarada el gobierno, con justificada razón, ha impuesto la participación del Ejército. La razón es muy clara: en los cuerpos policiacos se produce, por lo menos, un problema de notable incapacidad. La investigación no cuenta y la corrupción domina sus acciones. La otra alternativa: la intervención del Ejército, que también puede padecer las mismas enfermedades, se traduce en el combate frontal, pero sin capacidad de investigación para llegar al fondo del problema.

En esos términos los narcotraficantes disfrutan de las mayores facilidades. Reciben las armas que quieren y exportan la droga sin mayores problemas. Sus temas principales son acabar con los cárteles competidores o con aquellos funcionarios que han dado muestras de querer enfrentar el problema. Del otro lado no hay investigación ni medidas preventivas eficaces.

Estados Unidos tendrá que poner su parte. Cerrar sus fronteras a la exportación de armas; controlar en su propia casa la recepción y distribución de la droga y el manejo de los recursos financieros de los narcotraficantes. No tengo la menor duda de que conoce de sobra cuáles son sus protagonistas.

Por supuesto que las tareas no resultan fáciles. Pero es mucho peor mantener la situación actual.

 
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