Usted está aquí: domingo 8 de junio de 2008 Opinión ¿La fiesta en paz?

¿La fiesta en paz?

Leonardo Páez
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■ Soberbia presentación, memorable celebración

Ampliar la imagen El matador Guillermo Martínez durante la faena que brindó en el festejo campero de la ganadería de Vicencio El matador Guillermo Martínez durante la faena que brindó en el festejo campero de la ganadería de Vicencio Foto: Ángel Sainos

Hay ocasiones en que la fiesta de toros de México recupera el sitio, se acuerda de la grandeza que tuvo y echa mano de una lucidez que muchos suponen perdida. Tal fue lo que ocurrió el pasado jueves durante la presentación del libro Manolo Martínez, genio y figura, del fotógrafo Donaciano R. Botello, en el Centro Cultural de la Tauromaquia.

La original obra gráfico-literaria fue presentada por el maestro Raymundo Ramos, el periodista Rafael Cardona y el escritor Jorge F. Hernández, autores junto con los cronistas Víctor José López, El Vito, de Venezuela, y Juan Antonio de Labra, de México, de los sabrosos textos que acompañan las casi cien imágenes en blanco y negro del torero regiomontano.

Un despliegue de bien pensar y elocuente decir corrió a cargo de los presentadores, animados por su amor al conocimiento, a su país, a la fiesta de los toros y a la calidad fotográfica de Botello, en una noche que congregó aficionados y comunicadores pensantes, pero no a empresarios, toreros ni ganaderos, como suele ocurrir. Denuncia sustentada, reflexión esmerada y emoción decantada externaron Cardona, Ramos y Hernández, respectivamente, en faenas de muy inteligente factura, tan escasas hoy en este país.

Un día antes, el campo bravo poblano se había vestido de corto para presenciar un suntuoso festejo con motivo del primer aniversario de Julio García Mena como propietario de la ganadería de Vicencio, hierro que en ese lapso ha obtenido importantes triunfos en plazas de los estados.

En lo taurino lo suntuoso con frecuencia se confunde, pues se olvida el único elemento que posibilita el lujo genuino y la solemnidad sin ridiculeces: el toro con bravura y presencia. Y eso fue lo que salió por toriles en la plaza de tienta, gracias a la sensibilidad y oficio del conocedor de la ganadería, el matador en retiro Raúl Ponce de León.

Auténticos toros con el trapío que sólo da la edad, de las ganaderías de Rancho Seco, Montecristo, La Joya, Tenexac y un novillo muy serio de Vicencio para la joven Karla de los Ángeles, quien volvió a demostrar hambre de ser y capacidad de sentir y hacer sentir que pueden colocarla en un lugar de privilegio... si las empresas lo permiten.

Se llevó la tarde (dos orejas) el joven matador tapatío Guillermo Martínez, quien con un estupendo ejemplar de La Joya bordó el toreo por nota, primero en suaves y templadas verónicas y luego en cadenciosas tandas muleteras por ambos lados, con ritmo y empaque, para evidenciar el envidiable sitio que ha alcanzado por torear constantemente, gracias al profesionalismo de su apoderado Pepe Mata. ¡Qué concierto de tauromaquia dio Guillermo!

Como el toro es quien mide a los toreros, Humberto Flores, El Zapata, y Jerónimo derrocharon actitud y celo, como si estuvieran de luces en una plaza, en tanto que el matador Manuel Rocha El Rifao realizó una faena de muy altos vuelos –corazón y cabeza– con un bravo y complicado toro de Tenexac y el novillero Rogelio Sánchez desplegó entrega y espectáculo en los tres tercios, con otro del mismo hierro.

 
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