Usted está aquí: jueves 22 de mayo de 2008 Cultura Se coronó una estrategia cultural ascendente y única en el mundo

■ La pobreza material comienza a ser vencida por la música, dijo José Antonio Abreu

Se coronó una estrategia cultural ascendente y única en el mundo

■ El artífice del sistema de orquestas bolivariano propugna la integración iberoamericana

Pablo Espinosa

Ampliar la imagen Integrantes de la Orquesta Juvenil de Zulia en la Plaza de la Iglesia de la Chinita, en Maracaibo Integrantes de la Orquesta Juvenil de Zulia en la Plaza de la Iglesia de la Chinita, en Maracaibo

Ampliar la imagen José Antonio Abreu y jóvenes músicos de la Orquesta Nacional Infantil pasean por Florencia, imágenes incluidas en el libro Venezuela sembrada de orquestas, de Chefi Borzacchini José Antonio Abreu y jóvenes músicos de la Orquesta Nacional Infantil pasean por Florencia, imágenes incluidas en el libro Venezuela sembrada de orquestas, de Chefi Borzacchini

La pobreza material comienza a ser vencida por aquella sublime riqueza espiritual que germina en y por la música, dijo ayer en Caracas el maestro José Antonio Abreu, creador del sistema de orquestas bolivariano al que le fue conferido el Premio Príncipe de Asturias, lo cual –expresó en una carta que envió a aquella Fundación que lo premió– provoca “un compromiso mucho más hondo, mucho más ardiente para convertir este proyecto en un arma eficaz de integración iberoamericana, que promueva la hermandad entre nuestros pueblos, el acercamiento entre juventudes y el enriquecimiento del patrimonio artístico del continente”.

Ayer se vio coronada una estrategia cultural única en el mundo, con un itinerario perfectamente planificado, siempre cumplido y ascendente. “Gracias a su virtud visionaria –documenta Chefi Borzacchini en el libro Venezuela sembrada de orquestas– Venezuela ha logrado cristalizar uno de los programas culturales, artísticos y sociales de mayor trascendencia para América, el Caribe y el mundo”.

Magia de un milagro cultural

Es un espléndido regalo de cumpleaños, pues Abreu nació un 7 de mayo, hace 69 años, en la ciudad de Valera, estado de Trujillo, en Venezuela. El 26 de febrero de 1975 creó la Orquesta Nacional Juvenil Juan José Landeta, cuyo debut ocurrió el 30 de abril de ese año. Estaba conformada por 80 jóvenes provenientes de Maracay, Los Teques, Barquisimeto y Trujillo. Su primera gira internacional ocurrió dos meses después: viajaron a México, con el propio Abreu a la batuta.

En esos primeros meses de gestación resultó fundamental el apoyo del compositor mexicano Carlos Chávez, formador de las instituciones culturales del México moderno.

A la muerte de Chávez continuó esa labor Eduardo Mata, quien elevó la calidad interpretativa de la orquesta bolivariana a niveles de primer mundo y registró grabaciones discográficas que hoy día son verdaderas joyas. A la muerte de Mata se perdió la continuidad.

El proyecto de trasplantar el sistema educativo musical venezolano en México murió en manos de la voracidad de músicos que en el país suelen utilizar los puestos para enriquecerse. La corrupción a la mexicana ha impedido desde entonces cualquier avance al respecto.

Al igual que Carlos Chávez y Eduardo Mata, otros grandes directores de orquesta han quedado cautivados con la magia de este milagro cultural venezolano. Claudio Abbado viaja constantemente a Venezuela, sus allegados inclusive comentan que buena parte de su éxito contra el cáncer proviene de esta gran experiencia en el país sudamericano. Daniel Barenboim y sir Simon Rattle son los padrinos más recientes de este proyecto formidable cuya trascendencia es ampliamente valorada en Europa.

Efecto bumerán en México

Por el contrario, en México y en otros rumbos cada vez más dominados por el ansia de ser absorbidos totalmente por el imperio gringo, el trabajo de Gustavo Dudamel y la orquesta bolivariana ha merecido el silencio acomplejado e inclusive las campañas de odio –al parecer la especialidad de la derecha mexicana–, como cuando un periódico que ejerce a diario el subgénero “prensa del corazón” se atrevió a comparar a José Antonio Abreu con Goebbels (!) en un afán obtuso de descalificación ideológica por comparar a Hugo Chávez con Hitler. (Y por tanto la orquesta bolivariana sería la Filarmónica de Berlín y Gustavo Dudamel sería Wilhelm Furt-waengler, de acuerdo con la inferencia que quiso ser descalificatoria y resultó ser otro efecto bumerán).

Así como en Cuba la salud y la educación son prioridad de Estado, el sistema de orquestas juveniles en Venezuela es prioridad estatal.

En las entrevistas que han concedido a La Jornada, tanto José Antonio Abreu como Gustavo Dudamel han confirmado ese contexto: la música salva vidas en Venezuela, recupera a su juventud de la pobreza, la ignorancia y la falta de salud. Eso es lo que el jurado del Premio Príncipe de Asturias ahora premia.

Ayer, en su carta, José Antonio Abreu lo confirmó de nuevo así: “en Venezuela, la práctica orquestal cotidiana ha demostrado ser herramienta particularmente eficaz para iniciar sólidamente a jóvenes y niños en el quehacer colectivo, la coexistencia en la forja de un espíritu solidario y fraterno, tanto como a un formidable desarrollo de la autoestima”.

En la memoria de los mexicanos revive hoy la alegría, el júbilo, la felicidad compartida con los niños y los jóvenes que en el escenario de Bellas Artes hace apenas unos meses bailaron e hicieron bailar a sus instrumentos enarbolándolos como una señal de dignidad y orgullo, mientras gozaban haciendo música: el mambo de West side story, de Leonard Bernstein.

 
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