Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 18 de mayo de 2008 Num: 689

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Dos poemas
NAOMI SHIHAB NYE

Palestina hoy
NAIEF YEHYA

Concertación chilena: ¿fecha de caducidad?
GUSTAVO GORDILLO e IGNACIO LOZANO

El título es el peligro
RICARDO BADA

Leer

Columnas:
Galería
LIVIA DÏAZ

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Luis Tovar
[email protected]

Cinco historias conocidas cinco (III y última)

In memoriam Moisés Viñas

Una breve ojeada que se circunscriba al ámbito hispanoamericano da cuenta de que, en esta región del mundo, el ya usual esquema de coproducción cinematográfica entre dos o más naciones se ha mostrado capaz tanto de una que otra cima como de no pocas simas. Virtuosa de origen y propósitos, pero bastante susceptible de ser corrompida –en términos creativos— mientras hace la ruta que va del mero proyecto a su concreción, la asociación productora a nivel países está obligada, entre otros requisitos, a buscar una paridad que de antemano se sabe imposible y que suele canjearse, de buen grado, por un juego de pesos y contrapesos distribuidos en el cast & crew.

Al respecto, la relación cinematográfica reciente entre Argentina y Uruguay es significativa por varias razones: viviendo el primero de esos países un auténtico y saludable boom productivo, nada más natural que se hiciera cargo, salvo la historia que se cuenta, de casi todo en buen número de filmes que, desde luego, aparecen registrados en calidad de coproducciones, por más que en realidad habría que definirlas como películas uruguayas hechas con apoyo argentino, lo cual no es exactamente lo mismo que una coproducción. En esta relación se encuentran, por cierto, varias de las cimas felizmente prohijadas por dicho esquema.


Ana Serradilla

DEL LADO DE ABAJO

Eso es del lado de arriba. Del lado de abajo, y sin exprimir a la memoria, de inmediato viene a ésta un filme titulado American Visa (2005), coproducido entre México y Bolivia, cuya trama tomaba asiento en esta última nación, cuyos personajes eran bolivianos pero cuyos protagonistas eran mexicanos. El resultado de esta última decisión –tomada considerando el atractivo que la presencia de Kate del Castillo y Demián Bichir a la cabeza del reparto tendría en México, mercado cinematográfico cien veces más grande que el boliviano– resultó una simpática chapuza, si se quiere ver con amabilidad, o una deficiencia garrafal, si se quiere ver con objetividad. El problema, claro, fue el acento al hablar.

Dos años más tarde, en 2007, Chile y México sumaron esfuerzos para que el andino Shai Agosin rodara El brindis, a partir de un guión escrito por él y por su hermano. Entrevistado al respecto, Shai refirió haber realizado un casting en el que Ana Serradilla resultó ganadora, por encima de Ana de la Reguera y Bárbara Mori… es decir, de una mexicana y una uruguaya cuya carrera y cuya fama –del tamaño y la calidad que usted quiera-- han tenido lugar en México. No porque no hubiese ni una sola actriz chilena capaz de protagonizar El brindis, ni tampoco exclusivamente gracias a lo que Agosin sostuvo haber visto en Serradilla que no vio en nadie más, sino porque, ya sea que lo reconozca o lo niegue, el esquema de coproducción lo obligaba a llevar en los papeles protagónicos a algún mexicano.

Los hermanos Agosin tuvieron el acierto de no hacer que Serradilla intentara hablar “en chileno”, dándole un personaje de nacencia mexicana que se desplaza a Chile para finalmente conocer a su padre –especie de Casanova internacional que dejó regada a esta hija hace un par de décadas–, pero que ocupa más tiempo y ganas en ligarse a un rabino casado. Así pues, para un espectador ya azuzado contra ese tipo de inverosimilitudes, el problema en El brindis no fue, como en American Visa, deplorar el constante y comprensible olvido del tono al hablar en el que incurrían los actores protagónicos. Empero, a diferencia de esta última cinta, El brindis ancla en la más que conocida bahía de los convencionalismos melodramáticos, y su más grande apuesta anecdótica –si cabe ser tan superlativo– consiste en dotar de deseo sexual y de capacidad adúltera al rabino. Aunque la generosidad del cinéfilo quisiera ver en lo anterior una forma de la osadía, así fuera mínima, la manera en que se le despliega y conduce al previsible desenlace echa por la borda toda buena intención de ver con ojos magnánimos un despliegue de secuencias de escarceo, búsqueda, consecución y culpas, palimpsesteadas con otra serie secuencial en donde la mexicana que llegó a Chile se hace de una familia, una identidad que no tenía bien clara y un sentimiento de pertenencia cultural del que nada sabía antes del viaje.

EL GRANO Y LA PAJA

Esa sería la quinta historia conocida tris: aquella de una subtrama –muchas veces la verdadera trama, el grano– que ni el propio guionista supo identificar para ponerla, convenientemente, por encima de la que él creyó era la buena, y que en realidad no era sino la paja.