Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 18 de mayo de 2008 Num: 689

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Dos poemas
NAOMI SHIHAB NYE

Palestina hoy
NAIEF YEHYA

Concertación chilena: ¿fecha de caducidad?
GUSTAVO GORDILLO e IGNACIO LOZANO

El título es el peligro
RICARDO BADA

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Columnas:
Galería
LIVIA DÏAZ

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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Jorge Moch
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Leyendas de música sacra

Con la venia de don Alonso Hoy esta usualmente rabiosa columna pide esquina, yacer tantito en el estrato falso de la neurosis. Hoy este escribidor acibarado no quiere seguir viendo el estercolero de la televisión mexicana, así que echa mano del todopoderoso control remoto y endereza la plana al monstruo bifronte sencillamente cambiando el canal, porque, aunque creerlo cueste, mire usted, hay en la televisión también cosas que valen la pena; encuentra uno, en canales de televisión que nos llegan de fuera, magníficas ofertas del menú. Una de esas ofertas es sin duda el jazz, el que se hizo y hace leyendas, como la de Ramsey Lewis, prodigioso pianista de formación religiosa y clásica que ha obsequiado al público desde 1956 una de las carreras musicales y en los medios más discretas, pero al mismo tiempo más enriquecedoras del mundo.

Como Daniel Baremboim, cuando se especializó en las sonatas de san Ludwig Van, Ramsey Lewis ha combinado a lo largo de una muy larga y feraz carrera sus dotes de espléndido pianista con una vena didáctica en la mejor de las acepciones. Nacido en Chicago en 1935, ha dedicado buena parte de su vida a la divulgación del quehacer musical, particularmente jazzístico, en aquella ciudad. La tradición del jazz y del blues en Chicago es, por cierto, equiparable a la escena musical de París, Nueva York o Nueva Orleans.

La escuela musical de Lewis (comenzó lecciones formales a los cuatro años) fue primero el piano clásico, en que de especial importancia fueron sus años como pupilo de Dorothy Mendelsohn, de allí su posterior educación clásica y su magnífico desarrollo como intérprete de Bach, Haydn, Beethoven, Chopin o Brahms, pero fue el gospel, ese género vinculado estrechamente con los ministerios religiosos de las comunidades negras del sur de Estados Unidos, del que brotó su vena creadora. Primero el gospel y luego el jazz. Apenas escuchando en casa los discos de su padre, particularmente los de Art Tatum (acerca de cuya obra Lewis ha impartido cátedra en varias facultades universitarias de arte, y en prestigiosos institutos especializados en la enseñanza musical, como la Universidad de Indiana o la Roosevelt de Chicago), Lewis se fascinó con la síncopa y decidió, tal vez sin decidir, dedicar su vida a la invención, interpretación y divulgación del jazz.


Ramsey Lewis

Paralela entonces a su carrera como músico, Ramsey Lewis tiene ya una buena cantidad de años como personaje en los medios. Su programa de radio, Leyendas del jazz (Jazz Legends, en inglés), de dos horas de duración, se transmite desde hace casi veinte años desde la emisora WNUA-FM de Chicago, con repetición en tiempo real a más de setenta ciudades de Estados Unidos. Pero lo que nos truje, Chencha, es que en 2006 Lewis se lanzó como coproductor, guionista y conductor de un espacio homónimo en televisión, creando el que hasta el momento ha sido el único espacio televisivo de cobertura internacional dedicado entera y exclusivamente al quehacer jazzístico y sus demiurgos. Jazz Legends es una coproducción de la firma de discos GRP y de la PBS estadunidense, y transmite en México en el canal Arts & Entertainment por medio de sistemas de paga, como Cablevisión o Sky. Por sus foros van pasando los principales nombres –e instrumentos, tendencias, representaciones rítmicas mal llamadas étnicas, en fin, leyendas– del que posiblemente sea el único género musical que logra acrisolar y sublimar a todos los demás. Las temporadas de Jazz Legends son en sí cursos informales de una sofisticada educación musical: allí desde los “cuernos de oro” que soplan Clark Terry o Chris Botti, las guitarras prestidigitadas por Pat Metheny, la visita al origen blusero con Keb’ Mo’, los latinajos irreverentes de Palmieri o Baretto, la sabrosa irrupción de Castro-Neves, la policromía vocal de Al Jarreau, la composición contemporánea y hasta experimental de Ritenour o Marcus Miller hasta la erudición digital, sobre el teclado de un órgano Hammond B3 (el que salió de los coros de gospel en las iglesias hacia los escenarios de bares bohemios llenecitos de humo, trago y putas tan enamoradas, como sus clientes, de esa música deliciosa, diabólicamente seductora, lo que demuestra que todo vuelve al origen), de que hacen gala, con increíble humildad, el doctor Lonnie Smith o Joey de Francesco.

Jazz Legends es, sin duda un excelente programa. Es, además, una muy deseable estación de descanso para este servidor de ustedes. Si me permiten, contrario a mi costumbre, dejo el teclado y prendo la tele. Permisito.