Usted está aquí: viernes 16 de mayo de 2008 Opinión Fernando Martínez Cortés

José Cueli

Fernando Martínez Cortés

Don Fernando Martínez Cortés, uno de nuestros historiadores de la medicina mexicana, enlaza su actividad profesional con la escritura de imágenes infantiles en cuentos de su provincia que recorre coronado de ensueños misteriosos que agita con las alas levantadas internalizadas del paisaje de su Tlalpujahua a la caza de nuevas imágenes, las cuales une a sus búsquedas de la historia mexicana de la medicina. Labor que encontró tierra firme en su último libro sobre la medicina en la Universidad Nicolaíta de Morelia, rastreada hacia 1830.

Belleza de los paisajes michoacanos evocados por don Fernando. El ritmo es reposado y grave como para percibir primero y contar posteriormente la gloria de los paisajes que describe, simbiotizada con su manera de entender la medicina a contracorriente con los avances de la tecnología médica.

La escritura de don Fernando es un armonioso desfile de visiones, donde a la belleza austera de los parajes se une la armonía arrulladora de una sensibilidad exquisita.

El amor a la tierra que lo vio nacer, Tlacotepec (municipio de Tlalpujahua), el alma michoacana que al leerse atrae, cautiva, al ser cantados en un tono menor, carentes de sistematización, en la que se vislumbra una melancolía voluptuosa en la evocación de aquellos paisajes bajo un azul metálico, el azul de un cielo en permanente fiesta.

Cerca de 60 libros han aparecido con su firma. En sus escritos médicos reaparece una y otra vez el médico poeta recorriendo los caminos más allá de lo biológico. Indaga sobre la enfermedad, pero no a la manera biomédica, sino como la siente, la vive, la sufre el paciente.

Don Fernando piensa que para poder identificar el padecimiento de un enfermo es necesario que la conducta del médico no se limite a un interrogatorio y una exploración física, sino que abarque también la entrevista (Consulta médica y entrevista clínica, 1979). Derivado de ello crea una antropología médica de aplicación clínica indispensable. (En Morelia se crea la cátedra de medicina en 1830).

Todo su arsenal médico es una y la misma cosa que el hecho de explorar su pasado: la historia de su pueblo.

Creó y organizó el archivo histórico de Tlacotepec, cuyo microfilme tiene más de 50 mil fotografías, así como el archivo base documental de la biblioteca. Además creó el Centro de Estudios Históricos del Norte de Michoacán y un diplomado en la Universidad Nicolaíta.

En suma, don Fernando, hombre sencillo, humilde y sabio mira el mundo desde su mente y se vuelve historiador del paisaje, del pasado y de sus pacientes.

 
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