Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 4 de mayo de 2008 Num: 687

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Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Hablar de Kapuscinski
MACIEK WISNIEWSKI Entrevista con ARTUR DOMOSLAWSKI

Dar a la voz a los pobres
MACIEK WISNIEWSKI

José Martí: universalidad
y nacionalidad

HÉCTOR CEBALLOS GARIBAY

Dylan Thomas:
padres e hijos

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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

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LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

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JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


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Dylan Thomas: padres e hijos

Más acá de la verdad

(para Llewelyn)

Más acá de la verdad,
No puedes ver, hijo mío,
Rey de tus ojos azules
En el cegador país de los jóvenes,
Que todo se deshace,
Bajo los despreocupados cielos,
De inocencia y de culpa
Antes siquiera que esboces
Un gesto del corazón o la cabeza,
Se congrega y desparrama
En la oscuridad tornante
Como el polvo de los muertos.

Bueno y malo, dos caminos
Para rondar a tu muerte
Junto al mar triturador,
Rey de tu corazón en días de ceguera,
Vuela como el aliento, atraviesa
En tu grito a ti y a mí
Y a las almas humanas todas
Para entrar en la inocente
Oscuridad y en la culpable, y en la buena
Muerte y en la mala, y luego
En el último elemento
Vuela como la sangre de las estrellas,
Como las lágrimas del sol,
Como la semilla de la luna, basura
Y fuego, volante desvarío
Del cielo, rey de tus seis años.
Y el avieso deseo,
Allá en el comienzo de las plantas
Y las bestias y las aves,
El agua y la luz, la tierra y el cielo,
Está echado antes de que te muevas,
Y todos tus actos, tus palabras,
Cada verdad, cada mentira,
Mueren en amor que nada juzga.

*

No entres apacible en esa buena noche

No entres apacible en esa buena noche,
La vejez había de arder y desvariar al fin del día;
Rabia, rabia contra la muerte de la luz.

Si bien los sabios concluyen que lo oscuro es lo debido,
Porque sus palabras ningún relámpago bifurcaran
No entran apacibles en esa buena noche.

Los buenos, la última oleada, gritando cuán bellas
Sus frágiles obras habrían danzado en la verde bahía,
Rabian, rabian contra la muerte de la luz.

Los locos que alcanzaron y cantaron al sol en vuelo,
Y conocen, ya muy tarde, que lloraron su partida,
No entran apacibles en esa buena noche.

Los solemnes que, moribundos, ven con vista cegadora
Ojos ciegos capaces de brillar como meteoros y alegrarse,
Rabian, rabian contra la muerte de la luz.

Y tú, mi padre, allá en la triste altura,
Maldíceme, bendíceme con tus fieras lágrimas, te pido.
No entres apacible en esa buena noche.
Rabia, rabia contra la muerte de la luz.

Versión de Juan Tovar