Usted está aquí: jueves 24 de abril de 2008 Capital Cocinan sesión en un hornito

Cocinan sesión en un hornito

Raúl Llanos y Gabriela Romero

El colmo de los contrastes: mientras el recinto legislativo de Donceles y Allende estaba libre de protestas, de tomas de tribuna y con una vasta seguridad policiaca, la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa decidió realizar las comparecencias del jefe de la policía, Joel Ortega Cuevas, y del contralor general, Ricardo García Sáinz, en un reducido auditorio, con sonido deficiente y carente de un sistema de ventilación que convirtió ese espacio en un sauna, que hizo sudar por igual a diputados, representantes diplomáticos, asesores e invitados.

Desde la noche del martes, la Comisión de Gobierno, encabezada por Víctor Hugo Círigo, decidió cambiar la sede oficial e irse al auditorio Benito Juárez de las instalaciones de la ALDF en el Zócalo –para evitar los problemas que les han impedido, desde la semana pasada, sesionar. Sin embargo, los inconvenientes fueron mayores.

La premura con la que se modificó el lugar de las comparecencias tomó por sorpresa a funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública, cuyo titular, Joel Ortega, fue el primero en presentarse ante los diputados. Gente de esta dependencia fue notificada en las escalinatas de Donceles y Allende que el acto se realizaría en el mencionado auditorio de la ALDF.

Un calvario para todos los asistentes representó el acceso a esa sede alterna. Decenas de personas se agolparon en la estrecha puerta de barrotes, en donde se disputaban el ingreso a empujones lo mismo los agregados policiales de Ecuador, Colombia y Gran Bretaña que los diputados, asesores, periodistas y representantes de organizaciones civiles. Era apenas el comienzo.

El auditorio Benito Juárez –con capacidad promedio para 150 personas– iba saturándose rápidamente, y ya cerca del medio día estaban apretujados en el interior cerca de 350 personas, donde la temperatura subió de manera acelerada, a pesar de que se instalaron más de una docena de ventiladores móviles.

Ya para entonces se vivía la “sesión de los abanicos”. Todos utilizaron lo que tenían a la mano: folders, cartones, oficios o invitaciones para atenuar el calor o el sudor que perlaba la frente de no pocos.

“Nos estamos asando”, reclamó Laura Piña, del PRD. Armando González, del PRI, no dejaba de secarse la frente. A su lado, y con un reflejo cronométrico, Agustín Guerrero, Balfre Vargas, ambos del PRD, así como Joel Ortega, se quitaron el saco. Un asesor panista empezó a silbar: “¡que inicie la sesión, por humanidad!”.

Edy Ortiz, presidente de la mesa directiva de la ALDF, no tuvo mejor ocurrencia que pedir a los periodistas y a los asesores que salieran de ese recinto. Ni eso aplacó el calor. “Esto es un hornito”, machacaba Nazario Norberto, y completaba Xiuh Guillermo Tenorio, del Panal: “¡hace un pinche calor!”. Las edecanes, incansables, iban y venían con botellas de agua.

Total, que varios diputados decidieron abandonar el auditorio en plena comparecencia. El promedio fue de 25 a 30 diputados en el pleno, de un total de 66.

Joel Ortega acabó su comparecencia, pero las cosas, a una menor intensidad, se repitieron cuando le tocó el turno al contralor del GDF, Ricardo García Sáinz.

Al término de la sesión, el panista Jacobo Bonilla ya no quiso que se repitiera la historia, y citó para la sesión de hoy en el recinto de Donceles y Allende.

 
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