Usted está aquí: sábado 12 de abril de 2008 Cultura Montan tragedia de la humanidad inscrita en el cuerpo femenino

■ Escenifican Matadero6. en el contexto del Festival de México en el Centro Histórico

Montan tragedia de la humanidad inscrita en el cuerpo femenino

■ El estreno de la obra estuvo enmarcado por retenes policiales y manifestaciones contra la privatización de Pemex

■ Una niña lee más de 400 nombres de mujeres asesinadas en Juárez

Carlos Paul

Ampliar la imagen Escena del montaje que se presenta en el ex Convento de San Lorenzo Mártir Escena del montaje que se presenta en el ex Convento de San Lorenzo Mártir Foto: José Antonio López

La violencia de género como una de las estructuras de dominación, el cuerpo femenino como territorio violentado, cual lienzo en el que se inscriben el dolor, la angustia, el tormento y la desesperación constituyen el eje de la propuesta escénica Matadero.6: Ciudad Juárez. Cuerpos ex puestos, que se presenta en el contexto de la versión 24 del Festival de México, en el Centro Histórico, cuyo estreno este jueves estuvo enmarcado por los retenes de la policía y las manifestaciones pacíficas de las brigadas de resistencia civil contra la privatización de Petróleos Mexicanos.

Dirigida por el creador argentino Emilio García Wehbi, en Matadero.6 –definido como un montaje fronterizo–, se conjugan la representación teatral, el performance y la instalación, la danza butoh, la canción popular y el video para impugnar las nociones de normalidad versus anormalidad, belleza y fealdad, salud y enfermedad, tanto física como síquica.

Rudos guardianes

Algunos espacios del ex convento de San Lorenzo Mártir son utilizados como lugares ficcionales y reales al mismo tiempo. El espectador no está sentado en una cómoda butaca, sino que debe caminar, trasladarse de un espacio a otro. Mirar de pie las sucesivas escenas.

Desde el comienzo del espectáculo, el público es recibido por un grupo de seis luchadores, con el torso desnudo, pantalón de mezclilla y un bat de beisbol en mano, quienes estarán presentes durante toda la escenificación como rudos guardianes.

Tras escuchar un manifiesto de principios retomado de un texto de Antonin Artaud, el público es llevado a otro espacio donde será testigo de una serie de provocadoras escenas-historias. Allí será informado por un doctor y una especie de domadora-presentadora que se encuentra en el Matadero, clínica donde se podrá “ver morir a la libertad y se cultiva el gusano que nos corroe”.

Historias-escenas separadas, pero que se van permeando unas a otras, que van tejiendo un abigarrado mosaico de la violencia. Una Alicia corre perseguida por un conejo blanco hasta que le da alcance y la viola entre los arbustos, para luego levantarle la falda, quitarle las bragas y enseñar la sangre de su primera menstruación o la pérdida de su virginidad, a saber.

Una docena de reses desolladas, colgadas como en el rastro, un par de videos que repiten constantemente rostros de mujeres y el proceso de cómo matan a vacas y cabritos, así como una mujer de piel rosácea, casi blanca, con el torso desnudo, que jala un pequeño borrego vivo, deambula entre los espectadores, los que recorren varios espacios para escuchar a un anciano Antonin Artaud delirar, atacar al sistema capitalista y bélico, y ser recompensado con un dulce.

O ver una y otra vez cómo, de tres en tres, un grupo de hombres vestidos de frac, con cinta adhesiva, deforman el rostro, maquillan y peinan a otro inmutable grupo de mujeres.

Historias-acciones separadas, pero que arrancan del público murmullos, pasmo o sorpresa. Sentada en un sillón, una mujer obsesionada narra su tormentosa existencia, mientras es rapada. La sorpresa se acrecienta cuando observa a un grupo de mujeres, que luego de que simbólicamente son convertidas y tratadas como vacas arreadas hacia el matadero, in situ se les extrae un poco de sangre del brazo para luego ser marcadas con un número en el hombro y la frente.

Sangre que es vertida en una sartén para complementar un guiso. Después, se ofrecen unos tacos de moronga entre el público.

Danza butoh y catarsis

La Llorona, cantada por un trasvesti, da paso a la danza butoh. Un grupo de mujeres desnudas encarna la angustia, la agonía, el miedo, para luego ser salpicadas con sangre real. La catarsis termina cuando ellas rompen con furiosos palazos, hasta su total destrucción, una piñata en forma de mujer, mientras un cantante, un mariachi, entona “Ingrata pérfida, romántica insoluta…”

Luego los espectadores serían llevados a un jardín, donde para concluir, una niña de ocho o nueve años, leyó todos los nombres de las más de las 400 mujeres asesinadas en Ciudad Juárez.

La idea de subtitularlo Matadero.6:Ciudad Juárez. Cuerpos ex puestos, explicó García Wehbi, “fue predisponer al público a mirar el espectáculo bajo el concepto de la violencia de género y de la realidad de las más de 400 mujeres asesinadas en esa ciudad, feminicidio que se ha convertido en paradigma de la violencia de género”.

“Si bien durante el espectáculo no hay una alusión directa, y es hasta el final que se leen los nombres de cada una de las mujeres asesinadas, aquí el cuerpo femenino es el lugar donde se inscribe la tragedia de la humanidad y ello es lo que transforma al espectáculo en acto simbólico.”

En el montaje participan más de 20 actores de la compañía mexicana Artillería Producciones.

Funciones hoy a las 20:30 horas y el domingo a las 13 horas, en el ex Convento de San Lorenzo Mártir, en Belisario Domínguez 22, Centro Histórico.

 
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