Usted está aquí: lunes 31 de marzo de 2008 Espectáculos Pasear sin rumbo ni preocupación, lo mejor de la Noche de Primavera

■ Miles de jóvenes de distintas tribus bailaron unos al lado de otros en el Zócalo capitalino

Pasear sin rumbo ni preocupación, lo mejor de la Noche de Primavera

■ Algunos optaron por ir de plaza en plaza; otros prefirieron el espectáculo de circo, y unos más sólo chelearon frente al Hostal de Catedral

■ Hubo quienes dijeron que estuvo desangelado y flojón

Tania Molina Ramírez

Ampliar la imagen Performance de Cirko Demente en el Zócalo Performance de Cirko Demente en el Zócalo Foto: José Antonio López

El ambiente estaba prendido. La banda rockabilly Los Gatos tocaba en la Plaza de Santo Domingo. Los chavos bailaban, un grupo se movía hacia un costado del escenario, donde había una patrulla estacionada en República de Brasil. Los policías “se sacaron de onda” y se hicieron para atrás. Los jóvenes siguieron acercándose… hasta que estaban bailando alrededor de la patrulla.

Así lo cuenta Agustín Estrada, encargado de la programación del escenario “de los jóvenes” de la Noche de Primavera, con la presencia de Lost Acapulco y Sr. Bikini (surf), Nana Pancha (ska) y DJ Chrysler (tecno), entre otros.

Estrada, director de la Fábrica de Artes y Oficios (Faro) de Oriente, contó, visiblemente contento, cómo los peores temores de los organizadores no se hicieron realidad: miles de jóvenes de distintas tribus, skaseros, rockabillys, punketos y emos bailaron unos al lado de otros sin confrontaciones. En particular, sin que hubiera agresiones contra los emos.

Variada programación

La Noche de la Primavera, que va en su quinta edición y es organizada por el Gobierno del Distrito Federal, ya se volvió un referente para los capitalinos. Ahora realizada el día 29, presentó en el Centro Histórico espectáculos callejeros, decenas de recintos con variada programación musical (jazz, barroco, “del mundo”) y teatral, y escenarios al aire libre, donde igual se contaron cuentos que hubo circo-performance, como se escuchó música, desde rockabilly a salsa. Algunos paseantes, sin embargo, opinaron que el ambiente estaba “desangelado” y el cartel “flojón”.

Hay quienes optaron por ir de plaza en plaza, quedándose ratitos aquí y allá, mirando el espectáculo de circo en el Zócalo, luego cheleando frente al Hostal de Catedral. Otros ya habían consultado la programación e iban directo a tal y tal.

Plena sensación de libertad

Pero quizá uno de los mayores atractivos de esta noche fue el hecho de nomás poder andar por las calles, sin rumbo fijo y sin preocupaciones. Poder estar al lado de un desconocido sin la tensión cotidiana. Pasear por pasear. Como aquella muchacha, Marimar, que cruzaba la Plaza de la Constitución a grandes zancadas, jugando a no pisar las rayas del adoquín. Detrás de ella, intentando seguirle el paso y también esquivando las líneas, iba su amiga gritando, “¡Marimar, Marimar!”. O aquella joven que, rumbo a la plaza de Santo Domingo, de pronto salió corriendo, seguida por su novio, quien la alcanzó, la tomó en brazos y los dos rieron a carcajadas. No se dieron cuenta de que detrás de ellos ya venía un policía, quien se frenó cuando comprobó que era un juego.

Esta noche, la policía, en hilera, en cada una de las calles que dan a Santo Domingo, estaba particularmente atenta. La velada, sin embargo, transcurrió en calma.

Del otro lado del Centro Histórico, en un repleto Museo de la Ciudad de México, cientos aplaudían y cantaban –y algunos bailaban– al son de la festiva y desenfadada música de Paté de Fuá: “Linyera soy, corro el mundo y no sé adónde voy”. Linyera es un vago, o, como dijo Yayo González, el argentinísimo y carismático vocalista, “una especie de músico”.

Esta agrupación, que reúne instrumentos como acordeón, bandoneón, banjo, corneta, guitarra, contrabajo, batería y voz, está integrada por músicos de procedencia latinoamericana. “Un ejemplo de política internacional”, la llamó González. En su maravilloso eclecticismo, Paté de Fuá reúne, por mencionar dos, a Luri Molina, uno de los grandes contrabajistas mexicanos de jazz, y al vibrafonista Alexis Ruiz, también baterista de las bandas roqueras Jessy Bulbo y Titán.

Plaza pública

En el recinto se creó una especie de sensación de plaza pública, de regresar a algo que pocas veces vivimos en esta capital.

La gente, al salir del concierto, llevaba una sonrisa en el rostro y parecía caminar más ligero.

La velada primaveral culminó en la Plaza de la Constitución con la salsa de la Orquesta Guayacán del Ayer. En contraste con años pasados, hubo muchos “fresas alivianados”, como por ahí llaman a los chavos de Coyoacán y la Condesa. En cambio, hubo menos parejas de cabeza blanca, no dominaron el escenario las doñas y dones de los barrios populares, de las fiestas anteriores.

 
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