Usted está aquí: lunes 24 de marzo de 2008 Capital La modernidad amenaza a estanquillos y changarros en el Centro Histórico

■ La tabaquería La Operita, con 130 años de funcionamiento, no puede contra los Oxxo

La modernidad amenaza a estanquillos y changarros en el Centro Histórico

■ Leopoldo Gómez, dueño del local, prevé que en dos años deberá cerrar por falta de fondos

Bertha Teresa Ramírez

Ampliar la imagen Leopoldo López atiende su tabaquería La Operita desde hace 34 años Leopoldo López atiende su tabaquería La Operita desde hace 34 años Foto: Roberto García Ortiz

Detrás del viejo mostrador de madera que ha estado en la tabaquería La Operita, en el Centro Histórico, desde hace 130 años, Leopoldo López Fernández de Lara, de 82 años de edad, afirma que las tiendas Seven Eleven, los Oxxo y otros negocios de grandes firmas están acabando con las tienditas y estanquillos en el primer cuadro de la ciudad.

El anciano, quien desde hace 34 años está al frente de esa pequeña tabaquería en la que se expenden también otros productos, como dulces, chocolates y refrescos, asegura que el centro de la ciudad podría enfrentar en breve un cambio en su imagen, y en su nueva fisonomía quizá muchos de los pequeños y medianos comercios, algunos de rancia tradición como éste, podrían desaparecer.

En los meses recientes muchos de estos antiguos comercios han desaparecido, “y en los días pasados la mata ha seguido dando”, dice mientas muestra cómo frente a su negocio, ubicado en la calle de Filomeno Mata, una tiendita desapareció y ahí se ubica ahora un local del Salón Corona.

Fernández de Lara advierte que será muy difícil para las tienditas dar la batalla a estos nuevos comercios, porque a muchos “ya se nos acabó el capital”, y prevé que unos dos años su negocio ya no exista, probablemente este espacio se haya convertido en una tienda de compra y venta de plata, “y changarritos como éste es probable que ya no existan”.

Don Leopoldo dice haber pasado gran parte de su vida en el Centro Histórico, recuerda que incluso muchas de sus calles le sirvieron a él y a su hermano de escenario para jugar. “En la calle de Bucareli, donde mi padre tenía un negocio, jugábamos a la guerra, justo cuando por aquellos años tenía lugar la Segunda Guerra Mundial, y las pacas de tabaco nos servían de trincheras”, indicó.

No muy lejos de ahí, en Tacuba número 48, Igor Ariel, promotor cultural de la zona, lamentó el pésimo estado en el que se encuentra el edificio que fue la casa donde Francisco González Bocanegra vivió y escribió la letra del Himno Nacional.

En entrevista comentó que este edificio está clasificado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) como monumento histórico; sin embargo, es explotado de manera comercial.

Indicó que “como monumento histórico, el INAH debiera garantizar que el público tenga acceso a este inmueble donde González Bocanegra escribió el Himno, cuando esta calle se llamaba Santa Clara; así como esa casa, muchos otros inmuebles de valor histórico están en decadencia”.

 
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