Usted está aquí: viernes 21 de marzo de 2008 Política Exhorta Rivera Carrera a sacerdotes a no vacilar en su compromiso religioso

■ Durante la misa del Santo Crisma, reconoció: “a todos nos han asaltado momentos de duda”

Exhorta Rivera Carrera a sacerdotes a no vacilar en su compromiso religioso

■ En su discurso, el cardenal dejó de lado temas como aborto, sociedades de convivencia y pederastia

José Antonio Román

Ampliar la imagen El cardenal Norberto Rivera lavó los pies de 12 seminaristas, durante la ceremonia del Jueves Santo, en la Catedral metropolitana El cardenal Norberto Rivera lavó los pies de 12 seminaristas, durante la ceremonia del Jueves Santo, en la Catedral metropolitana Foto: José Antonio López

En la misa del Santo Crisma y ante cientos de feligreses que prácticamente llenaron la Catedral metropolitana, el cardenal Norberto Rivera Carrera exhortó a los sacerdotes de la Arquidiócesis primada de México a no vacilar en su compromiso y llamado de Jesús, aunque –reconoció- en más de una ocasión a cada uno de nosotros nos han asaltado momentos de duda.

Ante sus siete obispos auxiliares, el rector de la Basílica de Guadalupe, el Cabildo de la Catedral y cientos de presbíteros y seminaristas, el prelado recordó que en esta celebración los sacerdotes renuevan sus promesas hechas ante Dios.

La homilía de ayer del cardenal Rivera distó mucho de la pronunciada hace un año, cuando se lanzó en contra del aborto, de las sociedades de convivencia en el Distrito Federal, y condenó la pederastia, anunciando que habría “tolerancia cero” hacia presbíteros involucrados en dicho delito.

El mensaje de este Jueves Santo fue meramente religioso, recordando que la misa crismal, que celebra el obispo con todos los presbíteros de la diócesis, es una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del obispo y como signo de la unión estrecha de los presbíteros con él.

Tradicionalmente, el jueves de la Semana Santa es considerado el día del sacerdocio, pues los ministros renuevan su compromiso y realizan la eucaristía en memoria de Jesús. Se recuerda el día en que Jesús encomendó a sus apóstoles la tarea sacerdotal de celebrar, con el pan y el vino, el sacramento de su cuerpo y de su sangre hasta su regreso.

“Dejemos que su mano (de Jesús) nos aferre; así no nos hundiremos, sino que nos pondremos al servicio de la vida que es más fuerte que la muerte, y al servicio del amor que es más fuerte que el odio”, dijo el cardenal Rivera.

En la misa que duró poco menos de dos horas, se bendijeron los santos óleos, que son los aceites puros de olivo que se usan durante todo el año para administrar los diferentes sacramentos; y tras un convivio en la parte trasera de la Catedral, el santo crisma, el óleo de los enfermos y de los catecúmenos fueron distribuidos a cada sacerdote encargado de parroquia para llevarlo a la comunidad.

Por segundo año consecutivo, el papa Benedicto XVI ha dejado en libertad a los obispos elaborar su propio mensaje para este jueves santo, pues durante todo el pontificado de Juan Pablo II era enviada desde Roma una carta pastoral a los sacerdotes, la cual se leía por el obispo en todas las diócesis.

Lavado de pies

Por la tarde, también en la Catedral, el cardenal Rivera, acompañado por el cabildo del templo, encabezó la celebración religiosa que recuerda la Ultima Cena, en la que se cumplió el rito del lavado de pies hecha por Jesucristo a sus discípulos, como una forma de enseñanza de servicio a los demás. En semejanza a esta acción, el cardenal lavó los pies a 12 seminaristas.

En la homilía, el arzobispo destacó la importancia de esta celebración del Jueves santo, pues en ella se instauró la eucaristía dentro de la Iglesia. Dijo que el sacerdocio no se explica ni se entiende si no es en torno a Jesús y la eucaristía.

 
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