Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 2 de marzo de 2008 Num: 678

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

A ver qué pasa
ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ

Lo pasado
MINÁS DIMÁKIS

Tlayacapan: ruinas
de utopía

CLAUDIO FAVIER ORENDAIN

Tlayacapan
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Guajana y la pasión
sin pausas

LUIS RAFAEL SÁNCHEZ

Robert Capa trabajando
MERRY MACMASTERS

Origen y sentido del Carnaval en Brasil
ANDRÉS ORDÓÑEZ

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGUELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
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Germaine Gómez Haro

Juanita Pérez: las cartas sobre la mesa

He seguido de cerca el trabajo de Juanita Pérez Adelman (Bogotá, Colombia, 1951) desde hace varios años, y me resulta gratificante constatar su empeño en consolidar un lenguaje pictórico que en cada exposición denota una maduración técnica y estilística. El rigor con el que ha desarrollado su oficio queda patente en sus lienzos cargados de texturas en los que consigue el difícil equilibrio entre las gruesas capas matéricas y el colorido explosivo que han caracterizado su pintura. Su formación en las artes gráficas se percibe en su gusto por esgrafiar signos y referencias textuales entre los elementos de muy diversa índole que incorpora a sus composiciones. El resultado es una afortunada mezcla de pintura y collage donde su léxico aparentemente abstracto propone al espectador muy variadas lecturas a partir de evocaciones figurativas apenas perceptibles.

Juanita estudió Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Bogotá y, en 1977, viajó a los Estados Unidos para realizar una maestría en Grabado. Permaneció en California hasta 1987, cuando se trasladó a México, donde vive y trabaja desde esa fecha. En la exposición que se presenta actualmente en la Casa Lamm, Juanita Pérez se ha dispuesto a nombrar las cosas. Esto equivale, en nuestra jerga mexicana, a “poner las cartas sobre la mesa”: hablar directo, sin tapujos, otorgando la misma importancia a lo sencillo o aparentemente fútil, que a lo relevante, o, yendo más lejos, lo “trascendente”. Disponer sobre la mesa los sentimientos, los deseos, los recuerdos, los pensamientos impregnados de nostalgia, para poder vislumbrarlos como espectadora, como observadora que exhibe sus cuitas internas para mejor conocerse –o re conocerse– y para intentar entenderse al observarse.


Mesa con tres pasaportes

Pero las mesas sirven para muchas cosas más, y por eso Juanita las elije como motivo principal en su serie de pinturas recientes, reunidas bajo el título Nombrar las cosas. La mesa es a un tiempo objeto cotidiano y un espacio vital que evoca y convoca: centro de reunión, núcleo de convivencia; la mesa testimonia tribulaciones, alegrías, confidencias, goces y penurias. Cuántas historias se urden alrededor de las mesas… En los lienzos que integran esta muestra, Juanita pinta mesas que son referencias simbólicas y meros pretextos compositivos, elevando un objeto de uso doméstico a metáfora poética. Con su característica maestría técnica, coloca sobre estas mesas las páginas de su diario de vida que hemos “leído” a lo largo de todo su quehacer artístico entre las numerosas capas cromáticas de sus ricas telas. El tema de la identidad, el viaje, el tránsito, el devenir. Su trabajo revela una permanente carga autorreferencial que, al paso del tiempo, se perfila como una secuencia autobiográfica, como el itinerario de sus andanzas de vida: Colombia, Estados Unidos, Ciudad de México, Tepoztlán…


Mesa con tapices azul y verde Fotos: cortesía de Casa Lamm

Su obsesión por incluir mapas y pasaportes en sus lienzos rebosantes de materia y texturas no son más que una forma de hablar de ese insaciable periplo interior que es para ella la pintura. Una forma velada de exteriorizar anécdotas y exorcizar los demonios interiores: la catarsis convertida en acto creativo. Su colorido audaz y voluptuoso incorpora ahora un destello nuevo: el oro. Si sus pinturas ya eran barrocas, ahora se antojan ultrabarrocas. Brilla en ellas la luminosidad de los tesoros del oro precolombino de Colombia; el esplendor de los retablos novohispanos de pan de oro; el fino recamado de los tapices y brocados coloniales tejidos con hilo de oro. La exuberancia áurea resplandece en las infinitas capas de pintura superpuestas, con sus papeles hechos a mano y textiles indígenas adosados en composiciones geométricas equilibradas, organizadas con rigor en la superficie armoniosa y bien estructurada.

Juanita es una viajera incansable que recorre con pasos sigilosos su territorio interior. Su trabajo es una suerte de registro de su tránsito por los vericuetos del alma y los parajes de su imaginación. Una obra que invita a leer entre líneas, a mirar más allá de lo que se ve, a ser palpada con los ojos y mirada con el corazón. Al nombrar las cosas, Juanita medita y conceptualiza sus búsquedas y preocupaciones. Su pintura es el espejo que refleja el binomio indisoluble que es su arte y su vida.