Usted está aquí: miércoles 27 de febrero de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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Nueva maniobra para escamotear recursos

Según Desarrollo Social, el GDF “maquilla” cifras sobre pobreza

El gobierno federal quitó unos $100 mil millones

Durante mucho tiempo, digamos que en todo el lapso en que la izquierda ha gobernado la ciudad de México –una década–, el discurso del gobierno federal mantuvo inalterable una postura: en el Distrito Federal no hay pobres, y si los hay, son muy pocos.

El dicho se apoyó, una y otra vez, en datos que presentaba el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, cuyas suman daban como resultado que sólo 28 por ciento de pobladores de la capital mantienen niveles de pobreza, y bajo ese cobijo los fondos federales para los más necesitados se escamotearon, aunque las cifras que maneja el gobierno de la ciudad cuentan otra verdad.

Los últimos números expuestos por las autoridades de la capital del país señalan que 47 por ciento de sus habitantes sobreviven en niveles de marginación y alta marginación, lo cual quiere decir que no logran obtener ingresos suficientes para que su alimentación y salud al menos se puedan considerar dentro de las mediciones de normalidad.

En el Distrito Federal habitamos casi 9 millones de personas y los niveles de desigualdad parten por la mitad a la población, pero para Vicente Fox y su camarilla desconocer el hecho fue parte de la estrategia con que se pretendió ahogar financieramente a la capital. Negar los índices de pobreza fue restar beneficios económicos al gobierno, sí, pero principalmente a la gente sin recursos.

Aun así, en la ciudad se aplican 34 programas sociales que van directamente a ancianos, madres solteras, estudiantes sin recursos y, más recientemente, desempleados, entre otros, que se ejecutan sin la ayuda del gobierno federal.

Por eso, a todas luces sería un despropósito tratar de ocultar la gran necesidad de mejorar la condición de vida de casi uno de cada dos defeños y la carga financiera que esa situación exige para tratar de aliviarla. Ninguna razón, ni política ni financiera, sería conveniente para que se ocultara esa verdad.

Pero del otro lado, desde la gerencia de Los Pinos, el engaño y la mentira no sólo abonaban en la estrategia política, que según ellos indicaba que sin recursos serían menos los programas de asistencia y ello impediría el aumento de la popularidad de los gobernantes, sino que crearía altos niveles de descontento en la población por la ineficacia de los gobernantes.

Ahora el gobierno federal monta otra falacia. El nuevo secretario de Desarrollo Social, Ernesto Cordero, se atrevió a decir que el gobierno de la ciudad “maquilla” la cifras de la pobreza. La declaración puede provenir de dos fuentes: la ignorancia del funcionario, o el dolo con que acostumbran actuar los gobiernos panistas.

En la última década el gobierno federal quitó a los pobres del DF unos 100 mil millones de pesos, que deberían haber obtenido mediante al menos tres diferentes programas federales que sí se entregan a otras entidades. Uno para infraestructura social, otro para educación de adultos mayores y uno más para salud.

Las cifras se pueden consultar, y la pobreza salta en las esquinas de toda la ciudad, pero, ya sea por ignorancia o por estrategia dolosa, hay que tomar la palabra al secretario de Desarrollo Social para que de una vez se entregue al Distrito Federal lo que la ciudad merece. Total, en la capital ya casi todos saben de qué lado masca la iguana.

De pasadita

Ahora resulta que la gente no necesita que la agravien, humillen, engañen y traicionen para que reclame e insulte a sus representante políticos por ir en contra de lo que ellos, los votantes, les exigen, y sus manifestaciones violentas sólo tienen que ver con quien supuestamente los azuza y no con la realidad. Nos referimos, desde luego, a un episodio que apenas ayer presenciamos en un restaurante, donde se impidió a un cliente saborear un cigarrillo y éste reclamó a un diputado que se hallaba entre los comensales, no de muy buena manera, que se haya impuesto esa ley. ¡Cosas que hay que ver!

 
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