Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 24 de febrero de 2008 Num: 677

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

De un ciego resplandor
CHRISTIAN BARRAGÁN

Sic Transit
ATHOS DIMOULÁS

Vagabundos en la
propia tierra

JUAN MANUEL GARCÍA

Judíos
EDGAR AGUILAR

W. G. Sebald,
El viajero y el tiempo

ESTHER ANDRADI

Sherlock Holmes:
121 años de un mito

ADRIÁN MEDINA LIBERTY

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Columnas:
Galería
ALEJANDRO MICHELENA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


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Manuel Stephens

Cuerpo-Copyleft

Un tema central en los debates académicos e informales que se dan en la comunidad dancística es la relación entre danza y tecnología. Si apelamos al lugar común, podríamos suponer que, por centrarse en el cuerpo, el arte del movimiento y los avances técnicos y científicos serían entidades antitéticas. Sin embargo, al sondear la problemática, resulta evidente que ya desde el entrenamiento físico diario de los bailarines el progreso de las técnicas corporales se revela como marcas históricas que muestran que no hay oposición entre cuerpo y tecnología, y que, muy al contrario, ambas son complementarias. Atrás quedaron las bailarinas que no saltan –por ser mujeres–, como también los bailarines que no tienen empeine, ni extensiones –por ser hombres. El conocimiento depurado de la anatomía –entre otros– llevado a cabo a lo largo del siglo xx, y la profunda especialización de los ejercicios que incidirán efectivamente en la producción de cuerpos más fuertes y expresivos, hacen que la danza de hoy en día sea virtualmente otra, incluso si estamos hablando de la interpretación de obras del repertorio clásico. Ubicando esta discusión en nuestra era digital, Haydé Lachino y Alejandra Medellín presentaron muy interesantes e iluminadoras ponencias en la mesa redonda La investigación para la creación coreográfica y el uso de las nuevas tecnologías, que formó parte del Encuentro Internacional de Investigación de la Danza, organizado por el cenidid.


Haydé Lachino

En La danza y la tecnología en la invención de lo humano, Lachino expone cómo el arte y la técnica siempre han caminado juntos a lo largo de la historia y cómo: “El actual vínculo de las artes escénicas con la tecnología digital es, entonces, el resultado de un proceso natural de evolución científica y cultural, mediante el cual la humanidad se apropia de y mediatiza su realidad.” Manifestándose en contra de la utilización de recursos tecnológicos con fines meramente decorativos para hacer una coreografía “más interesante” y dar así una dudosa y pobre vigencia al autor, la crítica de danza de Tiempo Libre destaca la necesidad de que se abandonen mecanismos meramente instrumentales, y que se reconozcan los contenidos ideológicos inmersos en la tecnología, la cual modifica el cómo y el qué hacer en el escenario y abre preguntas sobre lo humano. Lachino reconoce el surgimiento de un nuevo tipo de corporeidad que debe servir para cuestionarnos y producir nuevos discursos coreográficos que aborden la casi imposibilidad de reconocernos a nosotros mismos en ausencia de lo tecnológico, lo cual conlleva indefectiblemente ideologías biopsicosociales y políticas.

Por su parte, Alejandra Medellín visualiza una luz al final del camino para que las investigaciones sobre danza puedan llegar a través de internet a un público lector amplio. En su innovadora y provocativa ponencia Hack tivismo copyleft: contextos emergentes para la libre circulación del conocimiento, la investigadora habla del Movimiento por la libre circulación del conocimiento iniciado por Richard Stallman quien, en 1989, inventa el concepto copyleft, opuesto al copyright, una alternativa para distribuir y redistribuir en la red, entre otros, textos académicos humanísticos y científicos. En una ponencia llena de tecnicismos y de conceptos precisos, que merecen la atención de todos los interesados en que sus trabajos de investigación no se queden en bodega, –pues: “Es evidente que los Centros de Investigación del inba fueron concebidos de acuerdo a un paradigma de creación y circulación de los bienes culturales que, a estas alturas, es como un gran barco que hace agua por todos lados y que a duras penas logra mantenerse a flote”–, Medellín hace una brillante crítica a un sistema que no funciona y también a los investigadores (“el conocimiento es mío y no lo comparto”, “acceder a la información cuesta dinero”, “todos los derechos reservados”, etcétera.). Y concluye con una máxima que puede ser aplicada inclusive a la gestión de la danza y a la producción de nuevas obras que, bajo la óptica de nuestras neomercantilistas instituciones, son imposibles fuera del campo de acción monetaria que, por supuesto, tendrán que generar los propios artistas: “Es necesario dejar atrás el discurso de la escasez que nos convierte en víctimas de la falta de recursos y atrevernos a concebir otras maneras de crear y compartir conocimiento (las cursivas son mías).” No hay nada más cierto.