Usted está aquí: viernes 22 de febrero de 2008 Opinión Economía Moral

Economía Moral

Julio Boltvinik
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La información estadística cuestionada

Evaluar la calidad de los datos: central para conocer la realidad social

Para conocernos como país y saber cómo evolucionamos, los datos demográficos, sociales y económicos que genera el INEGI (y otras instituciones públicas de manera complementaria) son indispensables. Pero si el dato es problemático, poco confiable, se puede producir una crisis en la autoconciencia nacional. Para la confiabilidad del dato dos cuestiones resultan indispensables: la autonomía de quienes lo generan (de manera cruda: su capacidad de decir no al político que le pide “cocinar” los datos para que reflejen las bondades de su gestión, como en las fotos recolocadas todas las mujeres son hermosas) y la capacidad crítica de la sociedad respecto del dato y los métodos para su generación.

Sobre el riesgo que la autonomía constitucional del INEGI se vea revertida al aprobarse (por la coalición gobernante del PRIAN), la ley reglamentaria de la reforma al artículo 26 constitucional, lo que está próximo a ocurrir en la Cámara de Diputados, y ya ocurrió en la de Senadores, he escrito en varias entregas de Economía Moral (18 y 25 de enero pasados). Hoy me quiero referir a la capacidad crítica de la sociedad, empezando por los llamados usuarios de los productos del sistema de información estadística nacional. De todos los usuarios somos los académicos los que no tenemos excusa alguna para eludir nuestra obligación de mirar críticamente la información estadística.

Por ello saludo el nuevo libro del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA) de El Colegio de México, titulado: El dato en cuestión. Un análisis de las cifras sociodemográficas, coordinado por Beatriz Figueroa. Se trata de un grueso volumen de más de 800 páginas en el cual más de 30 especialistas abordan los problemas de las fuentes estadísticas. El espíritu del libro en su conjunto se revela en la introducción que escribe su coordinadora y que señala que, a pesar de los avances en las capacidades de recolección y procesamiento de la información, que se reflejan en la celeridad con la que se hace disponible la información del registro civil (nacimientos y muertes, sobre todo), de censos y encuestas, “el análisis y evaluación de la calidad de la información no ha sido tan sistemático ni ha ido a la par de la recolección. Muchas de las encuestas no han sido evaluadas en cuanto a su calidad y cobertura ni tampoco completamente los censos y las estadísticas vitales” Añade: “pareciera que nuestros esfuerzos se han centrado más en la obtención de datos”. Este descuido de la evaluación motivó la organización de un seminario en 2004, del cual el libro que hoy se publica es la memoria (el desfase entre el seminario y el libro muestra la lentitud de la producción libresca no sólo en el Colmex, sino en casi todo el país). La profesora Figueroa narra el consenso de los participantes en que “la información tiene que verse de forma abierta y cuestionándola, no creer ciegamente en todas las cifras que se publican”.

Araceli Damián y el autor de esta columna hemos venido haciendo este cuestionamiento desde hace varios años respecto de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) en la cual se basan casi todos los estudios de pobreza y distribución del ingreso en México. La profesora Damián es autora del capítulo “La construcción del dato de pobreza” en la nueva obra del Colmex, en el cual muestra las razones por las cuales se debe dudar de la comparabilidad de la ENIGH 2002 con las anteriores, análisis que ha ampliado para incluir la ENIGH 2004 en su artículo “Los problemas de comparabilidad de las ENIGH y su efecto en la medición de la pobreza” (Papeles de Población, año 13, N° 51, enero-marzo de 2007). En las últimas semanas Damián ha actualizado estos análisis también a las ENIGH2005 y 2006. Estos cálculos inéditos confirman lo que ya había mostrado en sus trabajos anteriores, que se debe poner seriamente en duda que las ENIGH reflejen la evolución real del ingreso y de las condiciones de vida, y por tanto de la pobreza, en el país entre 2000 y 2006.

Si creyésemos ciegamente en los datos de las ENIGH, en el periodo 2000-2006 de bajo crecimiento del PIB por persona (7 por ciento en todo el periodo), el conjunto de los hogares nacionales habrían visto aumentar su ingreso corriente total neto por persona (ICTNPP: neto porque los regalos recibidos se consideran como ingresos del hogar pero se deducen de éste los regalos que otorga a otros hogares) en 15.3 por ciento, más del doble que el crecimiento del PIB por persona. Todavía más increíble, en un periodo en el cual el PIB agropecuario creció (14.9 por ciento) casi lo mismo que el total (14.1 por ciento), el ICTNPP en el medio rural creció 64.1 por ciento, ritmo que supone más que duplicar el ingreso cada 10 años, mientras en el medio urbano el ICTNPP habría crecido, más realistamente, pero todavía por arriba del PIB por persona, en 9.8 por ciento. Un dato aún más sorprendente: los ingresos por salarios crecieron en los hogares rurales, por persona, 83.4 por ciento en el sexenio de Fox (casi se duplicaron), aportando mucho más a la explicación del milagro rural creado por las ENIGH, que el aumento en las remesas.

La reducción medida por el Coneval a partir de esos datos en la llamada pobreza patrimonial (y en las otras dos pobrezas del método oficial durante el foxismo) fue, por tanto, muy fuerte (14.5 puntos porcentuales) en el medio rural (de 69.2 por ciento a 54.7 por ciento), mientras en el medio urbano fue mucho menor (8.1 por ciento), de 43.7 por ciento a 35.6 por ciento. Nótese que el milagro rural que está detrás de estas cifras es de tal magnitud que la proporción de pobres en este medio en 2006 (54.7 por ciento) es casi igual a la que prevalecía a nivel nacional en 2000 (53.6 por ciento). A ese ritmo, en 4.5 años más, para principios de 2011, la pobreza patrimonial rural se habrá reducido a 43.7 por ciento, nivel que tenía la pobreza urbana en 2000 y, para finales de 2011, habrá bajado a los niveles de pobreza que el país tenía en 2006.

Ciertamente el dato debe ser cuestionado a fondo y los milagros dejárselos a los dioses, las vírgenes y los santos. Seguiré ahondando en estas cifras.

 
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