Usted está aquí: domingo 10 de febrero de 2008 Cultura La ubicación de la Coyolxauhqui en el Templo Mayor, clave para entenderla

Hay que reconstruir virtualmente el recorrido del Sol por el Templo Mayor: Felipe Solís

La ubicación de la Coyolxauhqui en el Templo Mayor, clave para entenderla

Arturo Jiménez

Por la noche reinaba la deidad lunar Coyolxauhqui, pero conforme salía el Sol por el este, a espaldas del doble edificio del Templo Mayor, la pirámide correspondiente a la deidad solar de Huitzilopochtli se iba iluminando.

Y mientras su sombra se achicaba, la frontera de luz y oscuridad “cercenaba” poco a poco el disco de piedra que representaba a la diosa desmembrada y que había sido colocado por los mexicas al pie de la escalinata.

La piedra circular de ocho toneladas de la Coyolxauhqui estuvo ahí desde finales del siglo XV, cuando los sacerdotes de la Gran Tenochtitlán ordenaron su ubicación, hasta hace 30 años, en 1978, cuando fue puesta al descubierto por trabajadores de la Compañía de Luz, e identificada y removida después por un equipo de arqueólogos mexicanos a cargo de Raúl Arana.

La mitología azteca cuenta que la diosa Coatlicue se embarazó de manera por demás fantástica con un plumón blanco (el esperma de la creación), que sus hijos, encabezados por Coyolxauhqui, la iban a matar para lavar la afrenta, pero que el nuevo hijo sería nada menos que Huitzilopochtli.

Antes de también ser asesinado junto con su madre Coatlicue, Huitzilopochtli nació fuerte, adulto y dotado de armas. Entonces decapitó y desmembró a su media hermana, Coyolxauhqui, al arrojarla desde el cerro de Coatepec.

Una batalla y un triunfo de uno sobre otra que se representaba todos los días en el cielo que cobijaba a la gran Tenochtitlán, con la salida del Sol, con el repliegue de la Luna. Y que era representado y alimentado con los sacrificios humanos, cuyos cuerpos de las víctimas eran arrojados desde lo alto de la pirámide.

Las luces sobre ese mito y la gran Tenochtitlán se han ampliado con las reflexiones del arqueólogo Felipe Solís en torno al simbolismo de la Coyolxauhqui, de las cuales compartió algunos adelantos, como parte del ciclo de conferencias por los 30 años del descubrimiento de esa deidad lunar y del inicio del proyecto del Templo Mayor.

Mito y astronomía

Felipe Solís, también director del Museo Nacional de Antropología, habló este sábado en el auditorio Eduardo Matos Moctezuma del Museo del Templo Mayor y recordó que suman tres o cuatro los trabajos de interpretación iconográfica de la Coyolxauhqui.

Pero ante eso, Solís destacó que la interpretación tiene que hacerse en relación con la ubicación in situ de la pieza circular de la Coyolxauhqui.

Y la pieza del disco, dijo, está en relación con la pirámide, que es la materialización de Coatepec, y con la imagen de Huitzilopochtli, que se sabe que estaba en el Templo Mayor con su madre Coatlicue.

“Es decir, los protagonistas: Coyolxauhqui, Huitzilopochtli y Coatlicue, estaban vinculados. Y el disco de la primera tiene que ver precisamente con que el Sol lo iluminaba cotidianamente al transcurrir del este al oeste y al alejar gradualmente las sombras, porque va subiendo por encima del Templo Mayor y va cortando por pedazos a Coyolxauhqui.

“Va reproduciendo el mito (de la decapitación y desmembramiento que hizo Huitzilopochtli de Coyolxauhqui), pero también está explicando que la Luna, por acción del movimiento del Sol, y no sabemos si esto lo sabían los mexicas, tiene sus menguantes y sus crecientes. Y esto también lo está reflejando el disco.”

Solís recordó que Coyolxauhqui y su mito son conocidos ya de manera suficiente. Ahora, propuso, se tiene que avanzar a partir del manejo de bases de datos y de reconstrucciones virtuales en computadora.

Estos programas, agregó, permitirían recrear el movimiento del Sol sobre el Templo Mayor para poder verlo como sí es posible observarlo en la realidad, en Chichén Itzá.

“Y si pudiéramos hacerlo, podríamos saber un poco más acerca de estos fenómenos astrales vinculados con el relieve del disco de la Coyolxauhqui. A lo mejor aquí se podían marcar efectivamente los momentos en que los mexicas se iban a la guerra.”

También propuso hacer una publicación más amplia de todas las piezas e imágenes de la Coyolxauhqui que se conocen. Por lo pronto, recordó que Eduardo Matos Moctezuma ha reconocido seis, y que el propio Solís ha identificado una séptima en un pequeño colgante de oro. “Y si mi teoría es correcta, también el decapitado (labrado) de las escalinatas del Templo Mayor sería el octavo”.

 
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