Usted está aquí: domingo 27 de enero de 2008 Opinión ¿La fiesta en paz?

¿La fiesta en paz?

Leonardo Páez
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Cartel de gran interés

En general, los carteles de toros suelen ser predecibles, porque los conforman tres diestros que figuran y reses de la ilusión, o debido a que se anuncia a tres desconocidos con toros del agarradero. En cambio, cuando se atina a combinar a coletas con cualidades y oficio frente a una corrida de toros, no su aproximación, la cosa cambia, y todo aquel que se precie de ser aficionado a la fiesta brava, no a algunos apellidos, debe asistir.

Hoy parten plaza en la monumental Plaza México dos matadores nacionales con un potencial en proporción inversa a su accidentada administración: Antonio Bricio e Israel Téllez. El primero, con 28 años de edad y siete de alternativa, ocupó en el año 2000, en España, el primer lugar en el escalafón de novilleros, y obtuvo, entre otros, el premio al mejor novillero, otorgado por la Asociación de Críticos de Cataluña. En respuesta a su desempeño, al año siguiente, ya como matador, toreó cinco corridas en México y dos en España. En 2007 actuó en ¡una corrida! De no creerse tamaños criterios.

Israel Téllez, también a merced de esa absurda tradición taurina de frenar al que triunfa, con 28 años de vida y seis de matador, ha luchado contra viento y marea sorteando las ásperas embestidas de las bestias de dos patas. Luego de diversas zancadillas y de sucesivos triunfos en plazas de los estados, regresa al coso de Insurgentes. Confirma su alternativa el diestro español Javier Valverde, con 30 años de edad y cinco de alternativa. Los toros: un bien comido encierro de la ganadería de Barralva, que tan interesante juego dio en la corrida inaugural.

Guillermo Martínez, joven torero de Guadalajara, estuvo como invitado de honor el martes pasado en la tertulia de Jaime Rojas Palacios, Café, chisme y vino, en El Tío Luis, donde se registró un lleno de “no hay lugares”. La reunión alcanzó niveles de humanidad e interés que la prolongaron de las 19:30 a las 23 horas.

La plática tuvo como prólogo la reseña biográfica que el diestro hizo de su vida torera, permeada por la dignidad personal y el respeto para sí y para los demás. Asistentes que vinieron desde Orizaba, San Luis Potosí, Hidalgo, etcétera, coincidieron en afirmar que este Martínez tiene todo para ser una figura del toreo.

Informó que es sobrino del matador Miguel Ángel Martínez, El Zapopan, creador, entre otros quites, de la zapopina (que por cierto, El Juli indebidamente ha querido rebautizar como la lopecina), e igualmente reiteró el profundo amor y respeto que tiene por la fiesta de los toros, lo que lo ha llevado a superar muchos obstáculos y, en su disposición al aprendizaje, a comprobar que siempre hay algo por conocer.

Subrayó Guillermo Martínez que se siente orgulloso de pertenecer a una nueva camada de toreros mexicanos que tiene sobradas posibilidades para coadyuvar al rescate de la fiesta en México, donde con mayor número de oportunidades se podría conjuntar, pronto, una interesante baraja de nuevos toreros.

 
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