Usted está aquí: domingo 27 de enero de 2008 Cultura Giro neoconservador de la crítica cultural en AL, define Beverley

El investigador estadunidense participó en el simposio sobre arte contemporáneo

Giro neoconservador de la crítica cultural en AL, define Beverley

Una paradoja que avancen gobiernos de centro-izquierda y dé marcha atrás la intelectualidad artística

“Defienden valores estéticos alejados de los movimientos populares”, dice a La Jornada

Arturo Jiménez

Ampliar la imagen John Beverley, especialista en literatura latinoamericana y estudios culturales John Beverley, especialista en literatura latinoamericana y estudios culturales Foto: Universidad de Pittsburgh

Una primera paradoja planteada por el investigador John Beverley: mientras en América Latina son cada vez más los gobiernos de centro-izquierda que toman el poder e influyen en la vida de la mayor parte de la población del subcontinente, la intelectualidad artística y literaria de la región parece experimentar un “giro neoconservador” que, en defensa de un “valor estético”, la ha alejado de los movimientos y la cultura populares.

Y una segunda contradicción, derivada de la anterior, pero no por ello menos relevante, también puesta sobre la mesa como hipótesis por este especialista en literatura latinoamericana y estudios culturales de la Universidad de Pittsburgh: ese presunto retroceso neoconservador de la crítica cultural (arte, literatura, cultura de masas) de América Latina es protagonizado por sectores que, de manera tradicional, habían sido considerados como de “izquierda”.

Aclara que no se trata de un giro conservador, de un tradicionalismo oligárquico, católico, sino neo, cuyas características incluyen “ser antineoliberal, no creer en el dominio de las cosas por el mercado, y querer defender una jerarquía de valores, sobre todo estético-humanísticos, que ven en el canon del arte, de la literatura. Defienden, en cierto sentido, una visión no tradicional, sino moderna, científica, de la autoridad de las disciplinas y la ciencia, de la universidad”.

Académico de primer nivel, pero también con un gran sentido de la pertinencia política, los planteamientos de Beverley van más allá de los ámbitos del arte y la cultura, y posan su mirada en la trascendencia mundial del mencionado resurgimiento de las izquierdas en América Latina y en la actual coyuntura electoral de su país, Estados Unidos.

Del primer tema, expresa su admiración por el manejo estratégico del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en temas como la búsqueda de la unidad latinoamericana, con ejemplos concretos como su intervención para diluir la tensión entre Argentina y Bolivia por el asunto del gas, al inyectar recursos, bajar los precios y atemperar las cosas.

Y del segundo, comenta que aunque Barack Obama representa aire fresco para la política estadunidense, Hillary Clinton también sería una buena opción, pues lo importante es que la derecha republicana no vuelva a ganar las elecciones presidenciales, ya que entonces las pérdidas serían mayores, como de hecho pasó con las dos gestiones de George Bush y como, agrega, ha sucedido en México con Vicente Fox y Felipe Calderón.

El riesgo de las confusiones

Durante una entrevista con La Jornada, luego de su conferencia magistral en el sexto Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo, que ayer concluyó en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, Beverley recuerda que tal giro neoconservador de la crítica cultural en Latinoamérica es parecido a un fenómeno que se dio en Estados Unidos en los años 70 del siglo XX.

Dice que en aquella época fue parte de algo generacional, cuando intelectuales formados en los 60, comienzan después a lanzar una especie de defensa del llamado “modernismo estético” y una crítica de la contracultura, hasta convertirse en una crítica general de la política de esa década, por ejemplo, del ingrediente de “afirmación identitaria” que permeaba movimientos como el de los derechos de las mujeres o de los negros.

“Argumentaban que la izquierda, de donde provenían, era totalmente indisciplinada, espontánea, permeada por los valores de la cultura popular. Antes no teníamos esa cosa de que el intelectual de izquierda odiara la cultura popular, sino que la disfrutaba: música, cine, televisión. Y luego comenzaron a plantear que la cultura popular era nociva en cierto sentido.”

Entre las causas que Beverley percibe en el actual giro, menciona el predominio que el neoliberalismo tuvo en América Latina, sobre todo en las décadas de los 80 y los 90. Y pese a haber un rechazo al neoliberalismo, agrega, por otro lado hubo gente de izquierda que aceptaba el modelo neoliberal, aunque ahora es cada vez más cuestionado en el mundo, porque “el mercado crea el problema de no generar otros patrones de valores o de inspiración para la población”.

De la izquierda a la derecha

Y destaca un aspecto fundamental de su crítica a lo que llama neoconservadurismo. “Antes, el arte de vanguardia y los movimientos políticos de izquierda, si no eran idénticos, al menos sí tenían cierta consonancia. Ahora todavía hablan en favor de una izquierda, pero en la práctica toman posiciones que son contrarias a los nuevos gobiernos de izquierda en América Latina.

“Los ven como neopopulistas, demagógicos, en lugar de desarrollar una relación dialéctica y dinámica, como hicieron los intelectuales después de la Revolución Mexicana. Ahora no, y dicen: vamos a mantenernos al margen de Hugo Chávez, de Evo Morales, de Lula.”

Aunque John Beverley tiene la impresión de que en Bolivia la gente del mundo del arte se ha sumado, de algún modo, al proceso político de cambio, encabezado por movimientos sociales e indígenas.

“Quiero poner el dedo en un aspecto de este fenómeno, que aún no es muy definido: tengo la impresión que en Estados Unidos este giro neoconservador, que comienza en la izquierda y en la crítica del arte, acaba en la Casa Blanca con Bush y la guerra de Irak. Es decir, los asesores de Bush son las personas formadas en los años 70, llamados intelectuales neoconservadores.

“Ese es el riesgo, de que este giro dentro del pensamiento latinoamericano produzca un resultado similar, en un momento de gran promesa, como lo fueron también los años 60 en Estados Unidos. Por alguna razón, un grupo de intelectuales en la izquierda tradicional, o parte de ella, no está asumiendo este momento. Está, más bien, tomando una posición negativa, defensiva, y eso puede dañar.”

Y otra paradoja, agrega, es que el resurgimiento de la izquierda como opción de gobierno en América Latina genera un momento de grandes posibilidades para los artistas y creadores. Así sucedió –pone como ejemplos– con los gobiernos de Franklin Roosevelt en Estados Unidos y de Lázaro Cárdenas en México, que fueron momentos de gran expansión cultural: en el cine, el muralismo y la literatura.

 
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