Usted está aquí: jueves 27 de diciembre de 2007 Cultura La obra de Rothko impulsa en Europa el interés por el arte modernista de EU

Presentan en Roma una muestra antológica con la obra del pintor de origen ruso

La obra de Rothko impulsa en Europa el interés por el arte modernista de EU

Alejandra Ortiz (Especial para La Jornada)

Ampliar la imagen El pintor Mark Rothko El pintor Mark Rothko Foto: The National Portrait Gallery, Smithsonian Institution

Roma, 26 de diciembre. En los años recientes el interés por el arte contemporáneo, y en específico el modernista estadunidense, ha aumentado vertiginosamente. El termómetro que señala este fenómeno es por un lado la vasta cantidad de exposiciones organizadas sobre este tema en el mundo (sólo en este invierno lo proponen el Metropolitan Museum de Nueva York, la Fundación Juan March en Madrid, el Nasher Museum en Durham y el Denver Art Museum) y por el otro las cifras récord que han alcanzado sus ventas (el cuadro de Mark Rothko White Center, Yellow, Pink and Lavander on Rose, en mayo pasado fue el cuadro de la posguerra más caro nunca antes vendido, por un costo de 73 millones de dólares).

Es por esto que la muestra antológica del estadunidense de origen ruso (hoy Letonia) Mark Rothko, que se presenta en Roma desde el 6 de octubre de 2007 hasta el 6 de enero de 2008, es realmente pertinente, ya que además inaugura una de las sedes expositivas más prestigiosas de Italia: el Palazzo delle Esposizioni. Este edificio de estilo neoclásico fue inaugurado en 1883 y nace con la precisa voluntad de exaltar la vocación cultural de la ciudad en un periodo de modernización general, cuando se convirtió en la capital de la reciente Italia unida.

Este espacio, cerrado cinco años por restauración, abre ahora renovado también en sus funciones. Es plurifuncional y enteramente dedicado a la cultura, con el objetivo de mostrar las tendencias del arte, flanqueando las muestras a otras iniciativas –como espectáculos teatrales, danza, conciertos, performance–, para crear así un diálogo constante entre los diversos lenguajes creativos. Italia, por lo mismo, con esta sede expositiva, se adecua finalmente a los espacios correspondientes que se encuentran en las mayores capitales europeas, como el Beaubourg, en París, o el Tate Modern, en Londres.

La muestra dedicada a Mark Rothko nos hace meditar sobre la importancia histórica del artista, que está ligada con el proceso de cambio del eje productivo de las artes de Europa a Estados Unidos. Por primera vez en la historia del arte, la acción de Rothko y sus colegas –catalogados con la genérica expresión de New York School, porque fue en esta ciudad en donde operaron–, logran suplantar la supremacía europea en la producción artística, a partir de los años 40 y sobre todo a lo largo de los años 50 del siglo XX. Fundamental fue, sin duda, el momento histórico que favoreció tal fenómeno y que vale la pena recordar: el coleccionismo se ensancha gracias a una época de bienestar económico, la obra de estos jóvenes artistas viene adquirida y expuesta por parte de consolidadas instituciones como el MoMA y Whitney Museum (fundados respectivamente en 1929 y 1931); enormes coleccionistas, como Peggy Guggenheim in primis, se convierten en sus mecenas y, por último, importantes artistas e intelectuales europeos migrarán a Estados Unidos exportando ideas y obras a su nueva patria.

La curaduría de la muestra a cargo de Oliver Wick, así como las amplias salas, respeta plenamente la inquietud del artista en mostrar su propio trabajo usando grupos de obras atentamente seleccionados, con el objetivo de aumentar el impacto visual entre los espectadores.

Rothko llegará en 1949 a descubrir el estilo que lo distingue mediante la simplificación de las figuras inicialmente de tipo realista-expresionista y más tarde destiladas en formas zoomorfas, usando la técnica de la escritura automática propia del surrealismo.

Es justo este año que la muestra expone una obra prestada para la ocasión por el Museo Tamayo de la ciudad de México, llamada N° 18/ N° 16 (Untitled/ plum, orange, yellow) que preanuncia las características mayormente conocidas de su obra: la verticalidad del formato al cual aplica rectángulos de colores contrastantes pero armónicos de gran sensualidad, con una técnica que difumina los bordes haciéndolos ver como nubes que fluctúan en el espacio.

Su teoría en esos años buscaba en el color, la textura y la forma el medio ideal para que el observador lograra una verdadera experiencia sensorial a través de la cual pudiera entrar en comunicación con el infinito. El formato monumental facilitaba este proceso, invitando al observador a entrar en ese mundo y formar parte del cuadro.

Después de un decenio y hasta su trágica muerte, en 1970, su obra irá adquiriendo tonalidades tan oscuras, rigu rosas y extremadamente equilibradas, que más bien estimulan al espectador a la meditación y a la introspección.

Es por este motivo que para Rothko la eliminación de la figuración no implicaba su catalogación como expresionista abstracto, ya que consideraba sus motivaciones muy lejanas de los padres del abstraccionismo (Kandinski, Mondrian, Malevic), que para su modo de ver seguían estando muy ligados al mundo objetivo.

 
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