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Germaine Gómez Haro
Sleeping box, de Mateo López
La galería kbk Arte Contemporáneo inaugura una nueva sede con la exposición de dibujo e instalación del artista colombiano Mateo López (Bogotá, 1978). Este nuevo espacio se ubica en la Privada Miguel de Cervantes Saavedra núm. 42, en la colonia Ampliación Granada, a unos minutos del complejo en construcción que albergará las nuevas instalaciones del Museo Soumaya y de la Colección Jumex, con lo cual todo parece indicar que en poco tiempo esta zona aledaña a Polanco y Legaria se convertirá en un interesante circuito cultural. El argentino Ubaldo Kramer, director de kbk, ha destacado en la promoción de artistas latinoamericanos emergentes y presenta por primera vez en México a este novel creador colombiano, acreedor del primer premio en la reciente Bienal de Cuenca, Ecuador.
Arquitecto de formación y acucioso amante de la literatura, Mateo López fusiona la práctica de un dibujo meticuloso y la integración de metáforas literarias provenientes de sus multivariadas lecturas y, en esta obra en particular, homenajea en forma velada a Italo Calvino. La muestra integra una serie de dibujos bidimensionales dispuestos en secuencia a manera de “historieta” narrativa, que el autor propone como una especie de recuento del proceso creativo de la instalación; estos dibujos, a su vez, son una suerte de bocetos de impecable factura que aluden a la propuesta conceptual del creador. Como preámbulo a la instalación, Mateo López nos cuenta una historia que es el pretexto para construir el escenario donde el espectador presencia el devenir de la narración. El artista plantea la siguiente anécdota: un zapatero artesanal sudamericano sueña con emigrar a Ciudad de México en busca de mejores oportunidades. Su mente fantasiosa lo lleva a elaborar una estadística de la cantidad de zapatos que podría vender a una población de más de 20 millones de habitantes. Motivado por ese sueño guajiro –como todos los migrantes– llega al DF y construye su casa-taller que es, irónicamente, una inmensa caja de zapatos color rojo, que ocupa un espacio de piso a techo dentro de la sala principal de la galería. El visitante entra a esa casa-taller-caja de zapatos y se encuentra dentro del microcosmos del zapatero minuciosamente recreado por López utilizando exclusivamente papel.
Fotos: cortesía de Casa Lamm |
Sobre la mesa de trabajo del artesano reposan sus herramientas de trabajo: tijeras, lupa, pinzas, reglas, libretas, pegamento, etcétera, todo un repertorio de objetos finamente realizados con diferentes papeles y dibujados, o pintados a mano con gran delicadeza para conseguir un efecto absolutamente realista. De la pared cuelga la bata de trabajo del artesano y a un costado está su cama, todo esto realizado magistralmente con el mismo material. La “puesta en escena” tiene un carácter hiperrealista y funciona como un trompe l'oeil que despierta en el espectador una inquietante sorpresa. La simulación es perfecta y uno no puede resistir la tentación de tomar entre las manos algunos de los objetos para comprobar si son reales o no. Se trata de “dibujos llevados a tercera dimensión”, es decir, “dibujos escultóricos” según la definición del artista, quien consigue crear una atmósfera muy viva en este sencillo espacio que no es más que la recreación de un simple taller. Inclusive el par de zapatos terminados –también elaborados con papel estraza– proyecta una belleza peculiar que nos habla de una búsqueda por dotar a los objetos cotidianos de un refinamiento estético que revela la elegancia de la simplicidad. Mateo López invita al espectador a penetrar en el mundo aparentemente precario del zapatero y sacude sus emociones con una propuesta fresca y plena de humor, diametralmente opuesta a la gran mayoría de los trabajos conceptuales y minimalistas que privilegian primordialmente el discurso racional sin apelar al terreno sensorial.
Sleeping Box, juego de palabras que hace alusión al sleeping bag o bolsa de dormir y a la vez es traducción literal de “caja de dormir”, es un guiño juguetón que permite el acceso al mundo fantástico del autor, donde la imaginación y el absurdo dan lugar a la libre y gozosa interpretación personal del visitante. Es también un intento afortunado de elevar lo ordinario al status de obra de arte a partir de la sutil combinación de un trabajo a un tiempo artesanal e intelectual que se centra en resaltar la grandeza de la pequeñez en una obra divertida, sin pretensiones, pero a la vez transmisora de una alta calidad estética.
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