Ciudad Perdida
Fin de la Torre de Babel
El proyecto bicentenario no va
Polémica entre histerias y litigios
La Torre del Bicentenario, es decir, el proyecto con el que se celebrarían los doscientos años de la independencia de México, no se construirá, pero la torre panzona, esa del tamaño de la Torre Eiffel, en París, goza de cabal salud.
La cosa es que entre las histerias de la señora delegada de Miguel Hidalgo y el litigio que enderezó el grupo constructor de la obra se consumirá el tiempo y sería imposible entregarla para las fechas de la conmemoración. Por eso es que se dijo que la Bicentenario no va, y el anuncio lo que pretende es sacar un tanto a la jefatura de Gobierno del compromiso de tenerla lista para cuando los festejos se inicien.
De la misma forma los constructores se quitaron de encima la grave presión que significa el tratar de acelerar el proceso legal, con los riesgos que eso significa, para cumplir con los tiempos que se habían proyectado, así las cosas se verán con mucha mayor calma y se permitirá que el curso legal no gravite sobre la construcción.
Así lo han entendido los inversionistas que miran con mucha confianza la posibilidad de tener todos los trámites legales listos para la construcción, es más, las exposiciones que algunos delegados han hecho para que la mentada torre se edifique en sus demarcaciones, lo que ha logrado es abrir el apetito de los que tienen la lana para iniciar proyectos independientes en breve tiempo.
La situación además les ha resultado mil veces mejor. Invertir rápido en otras delegaciones les dará las regalías necesarias para aguantar el tiempo que requiera tener los permisos legales que culminen con la construcción de la obra.
Es decir, ya no les será necesario ir en búsqueda de predios susceptibles para la construcción de obras monumentales, los delegados, por ejemplo en Atzcapotzalco o Gustavo A Madero, ya les han dado la ubicación de los predios que corresponderían a los planes de desarrollo de las demarcaciones.
En otras delegaciones, como Tláhuac o Tlalpan, la construcción de obras del tipo de esa torre, aseguran los delegados, significaría el detonador de una evolución que, como en el caso de Tláhuac, ha esperado por muchos años sumergida en el subdesarrollo y la pobreza.
Cuando menos así se mira, pero lo cierto es que se trata de negocios privados que no necesariamente quieren decir beneficio para los lugares donde se efectúan, por lo que cada uno de los gobernantes delegacionales deberán estar concientes de que para los inversionistas el negocio no es más que el negocio, así que deberán tener los cuidados pertinentes para que los pollos no se salgan del huacal.
Por lo que hace a la señora Cuevas en Miguel Hidalgo, se tendrá que reconocer que la estrategia del gobierno de la ciudad para con ella fue equivocada. Si se le hubiera dicho que la torre llevaría el nombre de Vicente-naria, no hubiera puesto ningún pretexto. Por el contrario, lo más seguro es que exigiera, nada más, que en alguna parte de la edificación se levantara una estatua al reyezuelo de rancho. En fin, la Torre del Bicentenario ha muerto, ¡viva la torre!
De pasadita
¿Qué pasa? En la colonia Condesa la mitad del camellón de la calle de Amsterdam, que alguna vez fuera de los más bellos de la ciudad, se ha convertido en un verdadero muladar. Los vecinos, acertadamente, han impedido que se cubra el andador de ese camellón con cierto material que, aseguran, no es el más adecuado, y el jefe delegacional de la Cuauhtémoc, José Luis Muñoz Soria, cómodamente se quitó de encima el problema y ha dejado que el lugar se venga abajo. ¿Qué intereses protege el funcionario que ha puesto oídos sordos al reclamo vecinal? Basta de torpezas y berrinches, ese camellón debe arreglarse ya.