Usted está aquí: martes 11 de septiembre de 2007 Espectáculos Andrés Huesca, el hombre arpa, es rescatado del baúl del olvido

Su pasión por la música congregará mañana a compañeros y amigos, a 50 años de su muerte

Andrés Huesca, el hombre arpa, es rescatado del baúl del olvido

Ni la ANDA, ni el gobierno de Veracruz le han hecho justicia, lamenta su familia

El homenaje, en el Panteón Jardín

Es un instrumento que suena a agua, dijo su hija Gabriela

Arturo Cruz Bárcenas

Ampliar la imagen Gabriela Huesca con sus padres Gabriela y Andrés, en los años 50 Gabriela Huesca con sus padres Gabriela y Andrés, en los años 50 Foto: Cortesía familia Huesca

Andrés Huesca fue el primero en grabar a José Alfredo Jiménez (el tema Yo), hizo famosa La bamba en el mundo, intervino en 77 películas, actuó para presidentes, determinó cómo debía tocarse el arpa (de pie), participó en la musicalización de la cinta Los tres caballeros, de Disney; dio fuerza al son, y era alegre, tanto como puede serlo un jarocho. Todo eso está casi olvidado.

Mañana miércoles 12 de septiembre a las 12 horas, en la tumba del músico –situada en el Panteón Jardín en la sección de la Asociación Nacional de Actores (ANDA)–, su hija Gabriela, artistas que lo conocieron, como Licha (del dueto Licha y Fermín), hermanos, nietos, amigos y gente del pueblo que aún canta temas como El pijul y Tres días, le rendirán un homenaje con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento, acaecido en Los Ángeles, California, por tuberculosis.

Desde su deceso, el olvido “oficial” ha sido una constante. Ni la ANDA, ni Miguelito Alemán –cuyo padre y él mismo disfrutaron del arte del músico– le han hecho justicia, “lo arrinconaron en el baúl del olvido”.

El nombre de Andrés Huesca está ligado a personajes como Agustín Lara, Pedro Vargas y Pedro Infante. Su participación en 77 películas da fe de ello.

Pocas veces se ha dado una simbiosis hombre-arpa como la que estableció Andrés Huesca, así lo recuerda un colega suyo, Mario Barradas, del grupo Tierra Blanca y profesor en la Escuela de la Música Mexicana.

Nació en el Puerto de Veracruz en 1917. Comenzó a grabar en los años 30, pero no fue sino hasta la siguiente década cuando se convirtió en una figura pública difundiendo el son jarocho desde la ciudad de México. Se cuenta que el auge fue tan grande que Huesca tenía dos grupos con el mismo nombre que se dedicaban a cumplir con diferentes compromisos que surgían.

Entre sus aciertos está, sin duda, el de haber establecido el son jarocho en un ambiente muy cargado hacia el son jaliscience (mariachi jarocho o jarocho jaliscience) y con una competencia fuerte con el son huasteco. Entre sus contribuciones-modificaciones está el haber introducido un arpa más grande que la tradicional diatónica jarocha, con la finalidad de ejecutarla de pie.

Esto se dio por razones extramusicales, ya que en 1936, cuando participó en la película Allá en el Rancho Grande, el arpa tradicional tenía aproximadamente un metro con 20 centímetros, lo que obligaba al arpista a ejecutarla sentado. Andrés Huesca, al participar en la película y por razones puramente cinematográficas y de imagen, decidió utilizar un arpa michoacana, mucho más grande, lo que le permitió estar de pie.

Huesca y sus Costeños participaron en películas de claro ambiente jarocho, como Sólo Veracruz es bello (1948), de Juan Bustillo Oro, y Flor de caña (1948), de Carlos Orellana, pero también en otras en las cuales la presencia del son jarocho no era tan indispensable para la trama de la película, como Historia de un gran amor (1942), de Julio Bracho; La perla (1945), de Emilio Fernández, y Han matado a Tongolele (1948), de Roberto Gavaldón. Para su hija Gabriela, “el apellido pesa mucho, pero pesa en lo bonito”.

Nostalgia

El sábado pasado, en la casa de Gabriela, en Coyoacán, un grupo de personas que quieren a don Andrés se reunieron para recordarlo. Con el fondo musical de varias de sus creaciones, vieron en una pantalla de computadora imágenes del álbum familiar. Los recuerdos fueron cayendo y la emoción fue creciente.

Gabriela: “Estamos aquí para recordar a mi padre, quien murió un 12 de septiembre de 1957, cuando yo tenía cinco años; tengo recuerdos hermosos de él, muy claros, y de la época en que él estuvo en el hospital y vivíamos en Los Ángeles, California. Salía del nosocomio y nos iba a visitar. Tocaba el arpa en los rincones de la casa. Recuerdo su música y sus películas; algo que me hace sentir que tengo cosas heredadas son, quizás, el trato, el carácter, que repetidamente me lo dicen.

“Fue un virtuoso del arpa veracruzana; tenía una voz fuerte y muy orgánica. Lo fui descubriendo poco a poco. Mi madre, Gabriela Román –quien falleció en 2006, el 22 de julio, a los 89 años– vivió toda la vida enamorada de él. Ella siempre me acercó a su música, a los discos, las películas y el arpa.

“De hecho, yo estudié cuatro años arpa de concierto. Es un instrumento difícil, pero hermoso. Un arpa, diría un niño, es agua, naturaleza, cascada, una atmósfera sonora. Es un sueño. El arpa para mí es mi papá. El arpa clásica tiene unas 47-57 cuerdas. En la veracruzana varía, de acuerdo con el tamaño.

“Mi papá la tocaba con un virtuosismo indescifrable. ¡Era de una velocidad, una seguridad y un sonido en los dedos...! El tocaba con la yema del dedo, como si fuera la técnica del arpa clásica; no tocaba con uña, que sí la usan muchos músicos populares. Mi papá tenía la posición del arpa clásica, con las uñas muy recortadas, por lo cual el sonido era muy profundo. Me impactan los bajos. Su sonido era redondo. Madera. Tenía lo que dicen los especialistas: touche.

“Don Andrés era muy querido en La Habana, donde nací. El ginecólogo era muy amigo de mi mamá y por eso ella quiso ir a tenerme allá. A los 10 meses me vine a México. Me siento de los dos países… Mi papá era muy noble, pachanguero, coqueto, bullanguero, tomador y muy bromista.

“Cuenta Judith Reyes que cuando se iban de caravana artística, con Viruta y Capulina, David Silva, Licha y Fermín y tantos otros, en camiones, supo algo: ‘tu papá era tan hombre que siempre cumplía su palabra’. Era bien veracruzano, del mero puerto. Mi tío Arnulfo, Fito –presente en la charla– dice que fueron 10 hermanos, tres de ellos murieron antes.”

Para Gabriela, la faceta de compositor de su papá demuestra un gran amor por su patria. “Era un paisajista. Cuando se escucha El ahualulco se ve Veracruz. Se pueden imaginar a las gitanas cantando en el puerto. No sé cuántas compuso, pero esa será mi herencia. La bamba él la dio a conocer al mundo. No la compuso, aclaro.

“A mí la que más me gusta es Canto a Veracruz. Hay mucha confusión sobre sus composiciones. En los discos que están saliendo vienen temas de mi papá, pero sin crédito. Hay un mercado negro muy extraño. Grabó con Los Aguililla, El Trío Huracán. Está el disco Homenaje a Huesca, donde viene el Siquisirí, y otros.

“Voy a investigar a una editora que ha cobrado las regalías. Sí, existe un olvido de la obra de mi papá. Participó en cintas como Algo flota sobre el agua, Qué bravas son las costeñas y Los tres huastecos. Estuvo con Pedro Infante, Jorge Negrete y Pedro Vargas. Fue un icono de la XEW.”

Mañana miércoles será una oportunidad para conocer, recordar y cantar, algo de la música de Andrés Huesca, en el Panteón Jardín, donde yacen sus restos. Será una ocasión especial para recordar a su hermano Víctor, enorme talento creador de Compadécete mujer y El torito jarocho.

 
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