Usted está aquí: viernes 31 de agosto de 2007 Cultura La fama sólo sirve para dar voz a los que no la tienen: Ofelia Medina

Celebró sus 40 años en la actuación y el activismo social, en el Teatro de la Danza

La fama sólo sirve para dar voz a los que no la tienen: Ofelia Medina

La actriz rememoró pasajes de su vida y charló con Regina Orozco, la megabizcocho

“Entre más seamos comunidad, más somos modernos”, dijo en el abarrotado recinto

carlos paul

Ampliar la imagen Ofelia Medina y Samuel Ruiz, anteanoche, en el Teatro de la Danza, donde la actriz participó en Conociendo a..., con Regina Orozco, ciclo de charlas que auspicia el Centro Cultural del Bosque Ofelia Medina y Samuel Ruiz, anteanoche, en el Teatro de la Danza, donde la actriz participó en Conociendo a..., con Regina Orozco, ciclo de charlas que auspicia el Centro Cultural del Bosque Foto: Jesús Villaseca

Insuficiente resultó el Teatro de la Danza para celebrar los 40 años de trayectoria de la actriz y activista social Ofelia Medina, quien sobre el escenario –en charla con Regina Orozco–, habló de los primeros años de su vida y carrera, pero sobre todo de su compromiso en defensa de los niños indígenas y de la marginación que padecen.

Como el recinto se abarrotó, afuera se instaló una pantalla y sillas para las más de 200 personas que no pudieron entrar a escuchar a Ofelia Medina, una de las más versátiles, rebeldes, comprometidas y apasionadas creadoras escénicas, quien fue invitada a participar en el ciclo de charlas Conociendo a..., organizado por el Centro Cultural del Bosque.

Pasadas las 19 horas, apenas la actriz apareció sobre el escenario, una cálida ovación la recibió. Instaladas en una pequeña sala para la ocasión, Regina Orozco, la megabizcocho, “un poco nerviosa”, de manera formal inició la conversación.

“Mi cuarto de pequeña (en su natal Mérida) era una hamacota, que a veces olía a pípí, no nos ponían calzón de hule porque se te cuecen las nalgas”, comenzó con humor su confesión Ofelia Medina, al auditorio entre el que se encontraba el obispo Samuel Ruiz.

La activista rememoró cuando llegó a la ciudad de México y de cuando a los nueve años de edad ingresó a la Academia Mexicana de la Danza (“éramos niñas muy mamonas y privilegiadas”), de cómo conoció a Julio Castillo, Héctor Mendoza y Emilio Carballido, entre otros creadores escénicos, de su familia que era “muy tradicional”, tanto que su padre a los 13 años le prohibió seguir en la danza, porque pensaba que las escuelas de este arte eran “antros de prostitución”.

Recordó, entre otras cosas, su incursión en el teatro. “ los 16 años conocí a Alejandro Jodorowsky; a mi papá le decía que iba a clases de pantomima”. Rememoró igual haber sido compañera de escuela de Carlos Salinas de Gortari y de cómo tiempo después, siendo éste presidente, arriba del helicóptero presidencial le exigió una mayor atención para la salud de los niños indígenas.

Cambio de trinchera

Poco fue el tiempo que Ofelia Medina dedicó a hablar sobre su carrera artística, pues “la fama sólo sirve para darles voz a los que no la tienen”, manifestó.

“En los años 70 fui una actriz famosa, creíamos que todo era liberación sexual, pero fue en los 80 que empezó para mí lo que hoy es mi vida.”

Y con la misma pasión, coraje y amor por la vida, fiel a sus ideas y convicciones, recordó su participación en el Comité de Solidaridad con grupos étnicos, cómo fue por vez primera amenazada de muerte, cómo en aquella época había “miles de presos indígenas, conocí las cárceles donde se encontraban, conocí el infierno”.

Medina, quien fundó e impulsa el Fideicomiso para los Niños Indígenas de México, expresó que en el país “diario mueren más de 200 pequeños por desnutrición y que existen 30 millones de miserables, no de pobres, sino de miserables; mientras tenemos al hombre más rico del mundo”.

Tras recordar conmovida la matanza de Acteal, Chiapas, con respeto y optimismo habló de la dignidad de las comunidades indígenas y de su lucha.

–Hablemos del amor... de tus hombres –la conminó Regina. “Muchos y maravillosos todos”, respondió Ofelia Medina.

–¿Mujeres? “Maravillosas todas”, ¿Hijos?, “ahora tengo, además de los dos biológicos, un chingo de hijos, muchos nietos”.

“No creo en el individuo, creo en el colectivo”, expresaría Medina antes de concluir la velada y de que el coreógrafo Guillermo Arriaga le leyera y dedicara un poema de su autoría.

“Sólo para el dolor del corazón uno es uno, porque sólo a uno le duele así de cabrón”, continuó la actriz, “pero uno solo es un pinche pendejo, nadie es uno solo. Creo que el individuo es el pasado de la humanidad”.

Recitó entonces Medina: “la angustia y el dolor, el placer y la muerte, no son más que un proceso para existir. La lucha revolucionaria, ese proceso, es una puerta abierta a la inteligencia: Frida Kahlo”.

Luego de los aplausos, reiteró: “el individuo es el pasado de la humanidad; la colectividad, la comunidad, es el futuro de la humanidad. Entre más seamos comunidad, más somos modernos”.

¿Qué podemos hacer?, preguntó. “Está bien apoyar económicamente, pero lo más importante es organizar colectivos. No vamos a cambiar si no nos volvemos activos y autónomos”.

Con un enorme pastel y 40 velitas, Ofelia Medina celebró cuatro décadas de trayectoria.

 
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