Usted está aquí: jueves 23 de agosto de 2007 Opinión Antrobiótica

Antrobiótica

Alonso Ruvalcaba
http://antrobiotics.blogspot.com y [email protected]

Tres errores sin enmienda

Ampliar la imagen Un trabajador limpia los muros del gran salón del Castillo di Amorosa, en Calistoga, California. Daryl Sattui empezó con una modesta empresa vinicultora que poseía unos 200 metros cuadrados. Millones de dólares después, con una instalación de 3 mil metros cuadrados, Sattui es el rey de los productores de vino en su castillo con puente levadizo, mazmorras y pequeñas hendiduras para el viejo truco de arrojar el aceite hirviendo Un trabajador limpia los muros del gran salón del Castillo di Amorosa, en Calistoga, California. Daryl Sattui empezó con una modesta empresa vinicultora que poseía unos 200 metros cuadrados. Millones de dólares después, con una instalación de 3 mil metros cuadrados, Sattui es el rey de los productores de vino en su castillo con puente levadizo, mazmorras y pequeñas hendiduras para el viejo truco de arrojar el aceite hirviendo Foto: Ap

UNO. EL PRIMERO de estos tres errores sucede en 1825. Brillat-Savarin había nacido 70 años antes en Belley, el pueblo más importante de Bugey (Lucien Tendret, un pariente, había escrito de la materia prima de la zona con un cariño que parecía sincero: "ninguna otra región ofrece tal variedad de provisiones para la mesa. La carne de los borregos que pastan en nuestras montañas tiene el suculento sabor de la de los corderos de pré-salé, los jamones que cocinamos en nuestra casa están entre los más famosos del mundo, la salchicha tradicional de Belley es tan buena como la de Bologna. Nuestros pavos nunca llegan a ser tan grandes como los de Berry, pero su carne tiene más sabor y es más delicada. Acamayas y truchas abundan en nuestros ríos. En nuestras colinas hay cualquier tipo de caza alada; la espaldilla de una liebre de Combe à la Done o del Rocher de Talbacon es más sabrosa que una pierna de venado. Hay trufas, morillas, toda suerte de hongos en nuestro bosque. No envidiamos la mantequilla de Isigny..."). Sus papás eran glotones, sus hermanos también. Brillat-Savarin, inevitablemente, lo fue. Viajó, fue alcalde de Belley, trabajó en Versalles; era conservador: se opuso, entre otras cosas, a la abolición de la pena de muerte. Con la institución del terror, estuvo a un paso de la guillotina; en Suiza aprendió a hacer una buena fondue, en París aconsejó a madame Récamier, a quien tal vez amó, sobre su azote con Chateaubriand (esto está en un libro muy lindo: The love affair as a work of art); odió la impuntualidad, borroneó cuentos y una historia del duelo que no sobreviven. Iba a morir de una pulmonía al principio de 1826; poco antes, en diciembre de 1825, publicó un libro sobre comida, la Physiologie du goût. Lo escribió con ganas de posteridad, como quien sabe que lo van a citar o ruega que lo citen. En las primeras páginas está este aforismo: La découverte d'un mets nouveau fait plus pour le bonheur du genre humain que la découverte d'une étoile: el descubrimiento de un plato nuevo hace más por la dicha de la humanidad que el descubrimiento de una estrella.

DOS. EL SEGUNDO error sucede en 1865. Whitman había nacido en 1819 y, para entonces, ya estaba inventando la poesía moderna (o bueno: una poesía moderna): el primer Leaves of Grass salió en 1855 y con los años fue engordándolo y engordándolo con una exuberante felicidad universal, una salmodia desbordada (y a veces bostezable) de dicha, de interjecciones, de regodeos en la nimiedad (recuerdo, por ejemplo, Out of the rolling ocean, que celebra el salto de una gota hacia el rostro del poeta, pondera la cohesión y la redondez que todo ha tenido para permitir ese encuentro e incluso la despide ante la separación ineludible: "sabe que saludo el aire, la tierra y el océano en tu nombre, amada mía"), en la grandiosidad, en los trabajos de dios y de los hombres (por ahí le grita a la locomotora: "Fierce-throated beauty!/ Roll through my chant, with all thy lawless music!"), para terminar en una death-bed edition que tiene más de río que de libro y harto más de mar que de río. Pero en 1865 para celebrar una abstracción, las "estrellas", Whitman sancionó algo muy concreto: las estrellas. El poema va así: "When I heard the learn'd astronomer;/ When the proofs, the figures, were ranged in columns before me;/ When I was shown the charts and the diagrams, to add, divide, and measure them;/ When I, sitting, heard the astronomer, where he lectured with much applause in the lecture-room,/ How soon, unaccountable, I became tired and sick;/ Till rising and gliding out, I wander'd off by myself,/ In the mystical moist night-air, and from time to time,/ Look'd up in perfect silence at the stars": cuando escuché al astrónomo y las pruebas, las cifras, los diagramas, los mapas estuvieron frente a mí, y la cátedra recibía ovaciones, qué pronto me aburrí y salí al místico aire de la noche y miraba en un silencio perfecto las estrellas...

TRES. EL TERCER error sucede en 1926. Cummings es, probablemente, uno de los poetas más delicados del idioma inglés: su música avanza con saltitos de pájaro en la página y sus imágenes son juegos pirotécnicos de bolsillo: textura que impulsa el color de los países, voz de los ojos más profunda que las rosas, manos tan pequeñas que son más pequeñas que las manos de la lluvia, el cuerpo como un abril, el cabello un guerrero inocente de derrotas, el fruto de las piernas alimento del olvido, la belleza un dilema de flautas, los ojos la traición de campanas aprendida en el incienso. Cosas así. Pero en Is 5, de 1926, publicó un poema que ha terminado por llamarse, sencillamente, since feeling is first. Casi va así (no alcanza para copiarlo todo): "since feeling is first/ who pays any attention/ to the syntax of things/ will never wholly kiss you", y luego: "the best gesture of my brain is less than/ your eyelids' flutter which says/ we are for each other:then/ laugh,leaning back in my arms/ for life' not a paragraph/ And death i think is no parenthesis". Quien presta atención a la sintaxis de las cosas nunca ha de besarte por completo.

CUATRO. YO YA NO SE: hace diez años, mi fe por Brillat-Savarin, Whitman y Cummings (o bueno: cummings) era de una vehemencia francamente vergonzosa. El pollo rostizado de Alain Passard me parecía, sin duda, un punto más emocionante que el descubrimiento de la estrella KEI-29572-ZL; ahora está claro: cualquiera de los tres no era menos ciego que el astrónomo más aferrado, que el lingüista más entusiasta. Imposible ser un esteta -como quizá lo fueron ellos mismos- o un científico con tanto tedio encima, con la güeva de 34 años alzada como torre. Vaya: ni la cocina, ni las estrellas, ni el astrónomo, ni la sintaxis. Tampoco los besos, completos o incompletos, ni el supuesto prodigio del revoloteo de unas pestañas. La vida es un párrafo lleno de lugares comunes (como estos cuatro párrafos). Que la muerte sea un corchete sin pareja.

 
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