Usted está aquí: domingo 19 de agosto de 2007 Opinión Un amigo mío / Vacaciones

Carlos Bonfil
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Un amigo mío / Vacaciones

El cine alemán reciente ha reactivado el género de la comedia romántica a partir de éxitos tan notables como Corre Lola, corre, de Tom Twyker, y Adiós a Lenin!, de Wolfgang Becker, esta última cinta estelarizada por el actor de moda, Daniel Bruhl. En Un amigo mío (Ein Freund von mir, 2006), de Sebastian Schipper, con participación del propio Twyker, la historia retoma la clásica situación de dos amigos masculinos, una pareja opuesta en todo (gustos, carácter, ambiciones, situación social), a la que las circunstancias y la presencia de una mujer acercará de modo entrañable.

Karl Blomwald (Bruhl) es un alto ejecutivo en una compañía de seguros. Su jefe decide desafiarlo asignándole un trabajo muy por debajo de sus capacidades: conducir autos de lujo en un garage que presta sus servicios a personajes acaudalados. En ese lugar conocerá a Hans (Jurgen Vogel), un trabajador hedonista, seductor irrefrenable, que gusta de ensayar extravagancias inofensivas como manejar desnudo o robar por juego autos ajenos. A lado suyo Karl descubre un sentido de la libertad y de la camaradería hasta entonces desconocido. El obsesionado por el trabajo, el workoholic típico, es súbitamente conquistado por la frescura, a ratos irresponsable, del amigo que nunca habría imaginado llegar a elegir. La comedia se desarrolla amablemente, con las ocurrencias previsibles de los dos amigos improvisados, amantes de la velocidad y del ligue esporádico. La cinta semeja por momentos a lo que treinta años atrás realizó el francés Bertrand Blier en un filme muy popular, Les valseuses, con Gérard Depardieu, Miou-Miou y el desaparecido Patrick Dewaere.

Lo que falta hoy en la cinta germana es el espíritu realmente anárquico de aquella aventura y las provocaciones eróticas que en su momento llegaron a escandalizar y a imponer clasificaciones restrictivas. En lugar de ello, Schipper propone una fábula cándida y entretenida del culto a la amistad y a su enorme poder de sacudir las certidumbres morales de los protagonistas. Karl Blomwald personifica, a su manera, el ideal de triunfo social que impera hoy en la sociedad neoliberal alemana. Es emprendedor, práctico, poco sentimental, y capaz de sacrificar sus emociones más nobles en aras de un abrumador proyecto de trabajo. Hans, en cambio, es el emblema de un idílico retorno a la naturaleza y la primacía de los instintos naturales. Un animal en libertad, adicto al goce, con una formidable capacidad de entrega afectiva.

Un amigo mío opone estas dos versiones de la juventud alemana, menos irreconciliables de lo que pudiera parecer de entrada, en una historia donde la presencia de la mujer queda lamentablemente algo desdibujada. Una eficaz comedia sobre la ternura masculina, cercana en su tono y planteamientos sociales al trabajo de la realizadora Doris Dorrie (Hombres).

Vacaciones (Ferien, 2006), de Thomas Arslan, maneja por su lado un registro opuesto. Es la crónica seca, un tanto amarga, de un fracaso conyugal. Durante una visita a los padres de su esposa Laura (Karoline Eichhorn), que viven en el campo, Paul (Uwe Bohm) descubre no sólo que su mujer lo ha venido engañando en los pasados cuatro meses, sino que ha llegado inclusive a despreciarlo. La capacidad de observación sicológica de Arslan es notable, como también su juego de correlaciones dramáticas. A la par de la desintegración amorosa, el director describe la manera en que una anciana ve apagarse lentamente su existencia, víctima de una enfermedad incurable.

La madre de Laura, una Angela Winkler siempre estupenda, proyecta también el malestar de una vida en la que se han acumulado las frustraciones profesionales y amorosas. Tres retratos femeninos, capturados en tres generaciones, evocan un mismo desasosiego: la incapacidad de conducir a buen puerto una relación sentimental. El campo, refugio supuestamente idílico, aparece en la cinta apenas menos inclemente que Berlín, esa capital de la que algunos personajes huyen y que otros añoran conquistar. Crónica de un desencanto, donde la maternidad y el compromiso afectivo son goces ya gastados, y donde la reconquista sentimental semeja un espejismo más en un escéptico drama familiar opuesto en todo al universo sonriente que propone Un amigo mío, la comedia del optimista Schipper.

Estas dos películas forman parte de la 6ª. Semana de Cine Alemán y se exhiben hoy en la Cineteca Nacional.

 
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