Usted está aquí: miércoles 18 de julio de 2007 Opinión Teatro

Teatro

VALENTINA VALERDI*

Quinta Muestra Nacional de Joven Dramaturgia

La muestra nacional de Joven Dramaturgia que tiene lugar en la ciudad de Querétaro del 17 al 22 de julio, llega a su quinta edición como el foro más importante para los autores dramáticos de nuevo cuño, ya que en estos cinco años se han llevado a escena 36 obras de 29 autores, se han dado cursos formativos con algunos de los investigadores y autores más importantes de Latinoamérica, y se ha propiciado que al menos medio centenar de dramaturgos intercambien ideas y propuestas.

“Cuando comenzamos la muestra Edgar Chías y yo, no fue de buena fe, sino para presentar nuestros trabajos. En la primera muestra ambos nos autoprogramamos porque hace cinco años los espacios de exposición para nuevos dramaturgos estaban muy bloqueados. Con el tiempo la muestra ha ido tomando forma y han aparecido otros festivalitos con objetivos parecidos. Creo que si seguimos haciendo esta reunión es porque no nos hemos sabido decir no.”

Es la voz inconfundible de Luis Enrique Ortiz Monasterio, Legom, a quien le pedimos un balance del primer lustro de esta iniciativa, incluyendo lo bueno y lo malo que se ha hecho: “La muestra en lo individual no sé qué tanto haya provocado, pero como parte de una serie de iniciativas, casi todas provenientes de los mismos dramaturgos (nuestro ejemplo fue lo que se hace en el Helénico), definitivamente ha cambiado el panorama de inserción de nuevas plumas en el discurso teatral del país. Lo mejor que hemos hecho, creo, es vencer resistencias a probar nuevos dramaturgos. De los errores no voy a hablar porque no terminamos, son demasiadas las pendejadas, pero sí, nos hemos quedado con ganas de darle otro orden, de sacar las lecturas a otros espacios y de hacer publicaciones”.

Hace 5 años las obras de la muestra se presentaron como lecturas dramatizadas, en esta ocasión las ocho obras que componen el programa cuentan con apoyos de producción de diversos calibres, y llama la atención que cuatro son dirigidas por los propios autores. ¿Por qué?

Legom afila la lengua para responder: “Más allá de la diversidad de motivos por los que coincide que la mitad de las obras estén dirigidas por sus autores hay un hecho de fondo que me preocupa en las relaciones autor director que se dan en nuestro teatro, las que antes iban del desconocimiento a la subordinación del autor, en un medio dominado por los directores y escenógrafos. Los grandes directores no montan autores mexicanos, menos vivos, y su discurso ni me embelesa ni creo que tenga lo que piden mis textos; los demás en su mayoría están demasiado pendejos para resolver los problemas de mis textos. Sin afirmar a priori que hay una nueva generación de dramaturgos, sólida, formada, lo que sería arrogante e ingenuo, menos puedo decir de los nuevos directores. ¿Quiénes son los nuevos directores, los jóvenes que tienen un discurso suficiente e individual para matar a sus padres o, en el mejor de los casos, montar mis obras? Yo no veo uno solo. En general veo directores jóvenes, arrogantes, pero muy pendejos; algunos toman ideas viejas de la vieja Europa y las vienen a reciclar por esta tierra de indios insumisos. El cartel internacional de nuestros directores es de huesos y mentiras de larga distancia. Cuando en el extranjero se interesan por el teatro de México casi siempre lo hacen por nuestros dramaturgos, a los escenógrafos no les ha ido del todo mal, pero nuestros verdaderos internacionales son dramaturgos y futbolistas. Los directores en México ni siquiera han logrado llevar a nuestro público a los teatros. Yo dirijo mi obra por un interés particular de trabajar con los actores, de conocer mis textos desde la escena. No tengo las herramientas necesarias para ejercer una poesía escénica, al menos con la contundencia que tiene la de mis textos, pero tampoco creo ser, ni por mucho, el peor de los directores que ha profanado un Legom. Tal vez no vuelva a dirigir, pero quisiera pedirle a casi todos los directores de este país, que no lo vuelvan ellos tampoco a hacer, acaso lo contrario, que comiencen a hacerlo de una vez.”

Gracias a la reunión de Querétaro han venido a México investigadores del teatro como el argentino Jorge Dubatti y su coterráneo Rafael Spregelburd. Este año el curso formativo no desmerece porque estará a cargo del dramaturgo venezolano Gustavo Ott (Caracas 1963), uno de los autores latinoamericanos más premiados y reconocidos en Europa, Canadá, Estados Unidos, y en su propia tierra donde dirige el Teatro San Martín, de Caracas.

Foro para los jóvenes

Otra de las cosas que ha provocado la Muestra Nacional de Joven Dramaturgia es la construcción de un foro en el Museo de la Ciudad de Querétaro. En el 2003 las lecturas dramatizadas se presentaron en los salones del Museo, desde hace dos años hay un espacio excelente para la experimentación escénica. Ahora es Manuel Naredo, director del Instituto de Cultura de Querétaro quien nos dice por qué.

“Sin duda la muestra fue un detonante para levantar ese espacio, pero aquí tenemos una comunidad teatral muy activa que hace teatro todo el año, y no abundan los foros con las condiciones propicias para el trabajo escénico, así que matamos dos pájaros de un tiro; complacer a Legom, lo que no es nada sencillo, y servir a la comunidad.”

El martes 17 de julio se estrena en el Museo ubicado en el Centro Histórico de Querétaro, Civilización, de Legom, quien ganó de nueva cuenta el premio Manuel Herrera 2006. Este es el único reconocimiento a la dramaturgia en el país que incluye un premio en efectivo para el autor y la producción del montaje. Ortiz Monasterio lo hizo con la Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana con un elenco que encabeza Luis Rábago.

A partir del miércoles 18 se presentarán dos obras diarias, a las 18 y 20 horas. Las obras son: Los caprichos de la carne, de Martín Zapata; Apocalipsis I, de Abelardo Rodríguez; Las meninas, de Ernesto Anaya; El libro de Dante, de Luis Ayhllón; Koninginnedag, o El día de la Reina, de Alberto Castillo; Disforia, de Noé Morales; Autopsia de un copo de nieve, de Luis Santillán, y No tocar, de Enrique Olmos.

*Valentina Valerdi, investigadora de teatro por la Universidad de Utah, está por publicar en inglés su estudio sobre “La sexta generación de dramaturgos mexicanos”.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.