Usted está aquí: miércoles 18 de julio de 2007 Mundo Se envenena la relación entre GB y Rusia

Se envenena la relación entre GB y Rusia

Moscú prepara su respuesta a Londres ante la expulsión de diplomáticos por el caso Litvinenko

JUAN PABLO DUCH

Moscú, 17 de julio. El polonio 210, isótopo radiactivo que en noviembre pasado se utilizó para asesinar en la capital británica a Alexsandr Litvinenko, ex espía ruso enfrentado al Kremlin, envenena cada vez más la relación bilateral entre Moscú y Londres, que en lo político cayó a su punto más bajo de los últimos 36 años, sin que por ahora afecte los nexos económicos y comerciales, paradójicamente en su nivel más alto.

Esta última circunstancia, tal vez, hace que el Kremlin sopese una respuesta equivalente a la expulsión de cuatro diplomáticos rusos y a las restricciones a otorgar visados oficiales, represalias anunciadas ayer por Gran Bretaña ante la negativa de extraditar a Andrei Lugovoi, sospechoso del asesinato de Litvinenko.

A partir de septiembre de 1971, la relación bilateral registra cinco graves incidentes con expulsiones de diplomáticos: en total 158 soviéticos-rusos tuvieron que dejar Londres por 72 británicos que fueron conminados a abandonar Moscú. En dos ocasiones se aplicó reciprocidad completa, con igual número de expulsados, y en otras dos hubo menos retirados de uno y otro país, en función de la parte que asumió la actitud de moderar el enfrentamiento.

En esta última crisis parece que va a prevalecer el criterio del ojo por ojo, pero también es probable que Rusia decida no tomar medidas adicionales contra Gran Bretaña, lo que sólo complicaría más las cosas.

Por lo pronto, el viceministro de Relaciones Exteriores, Alexsandr Grushkó, advirtió este martes que la respuesta del gobierno de Rusia a las autoridades británicas se conocerá en breve y será "selectiva y adecuada".

Al dar a entender que también se procederá a expulsar diplomáticos británicos, el funcionario de la cancillería rusa puso especial énfasis en que no se van a perjudicar los intereses de turistas, empresarios, estudiantes y científicos, de lo cual se infiere que las limitaciones en materia de visados igualmente serán similares a las impuestas por el Foreign Office.

Más allá del actual intercambio de duras acusaciones, Moscú confía en que, si finalmente Londres plantea que se le apliquen sanciones colectivas, la Unión Europea (UE) "no cederá a los intentos de convertir las relaciones entre Rusia y la UE en un instrumento para lograr objetivos políticos unilaterales, que nada tienen que ver con nuestros intereses de cooperación", según Grushkó.

Para el viceministro, "las sanciones, entre ellas la expulsión de diplomáticos rusos por Londres, no son una invitación a cooperar, sino vía directa a la confrontación".

Al recordar que Gran Bretaña ha desatendido 21 solicitudes rusas de extradición, ironizó al decir que, si Moscú se guiara por el mismo criterio, "la embajada británica tendría ya 80 funcionarios menos".

Grushkó insistió en que la negativa a extraditar a Lugovoi se funda en la Constitución rusa, cuyo artículo 61 impide la entrega de ciudadanos a la justicia de otro país.

Calificó de "injusto e inaceptable" que se quiera castigar a Rusia "por cumplir su propia Constitución, algo que se contradice con el sentido común".

Al mismo tiempo, este argumento empieza a cobrar rasgos de defensa a ultranza, sin que hasta ahora nadie aquí haya considerado necesario rebatir, con evidencias que puedan demostrar que las imputaciones británicas son falsas, ninguno de los cargos presentados contra Lugovoi en la solicitud de extradición.

En medio de la ya de por sí delicada confrontación que genera el polémico escudo antimisiles de Estados Unidos en Europa oriental, la pugna entre Moscú y Londres es un nuevo signo preocupante, que podría incidir negativamente en los ámbitos de cooperación entre Rusia y Occidente en materia internacional.

El caso de Kosovo podría ser uno de los primeros en resentir este deterioro general, de mantenerse la posición rusa que se hizo pública este mismo martes de rechazar el tercer borrador de resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas.

Rusia pretende desechar el plan Ahtisaari y va a proponer que se designe un nuevo mediador, aunque es difícil saber en este momento si todos los miembros del Consejo están dispuestos a volver a empezar desde cero la búsqueda de un arreglo político para esa parte de los Balcanes.

 
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