Usted está aquí: martes 3 de julio de 2007 Cultura Frida: jornada siquiátrica

Teresa del Conde/ I

Frida: jornada siquiátrica

El martes 26 de junio, durante el ciclo de las jornadas fridianas, nos reunimos en la sala Ponce del Palacio de Bellas Artes Amando Almazán (siquiatra y sicoanalista) y mi colega en este diario Arnoldo Kraus, cuya destreza como panelista es proverbial. El coordinador fue el historiador Luis Rius Caso, quien hizo breves y sorprendidos comentarios sobre lo que escuchó, alentando a la vez el diálogo entre nosotros, así como la participación bastante activa del público.

Con alguna excepción, no hubo prensa. La atención de los medios se ha centrado en otros fenómenos que son bien conocidos por encontrarse excesivamente reporteados, en cambio las crónicas sobre lo que no es del dominio común en torno a la obra y la persona de la pintora están por lo pronto postergados.

El primer panelista (Almazán) habló sobre el influjo de la soledad en la vocación de Frida, en tanto que Kraus hizo ''una pequeña radiografía", que esperamos publique. Yo -que no soy médico- me centré en cuestiones médicas que aquí resumo. Frida Kahlo jamás tuvo brotes sicóticos, no nos encontramos ante un caso como el de Manuel González Serrano y ni siquiera como el de Francisco Goitia, quien creyó rencarnar a su santo patrón, ''el mínimo y dulce Francisco de Asís" (Goitia incluso propuso su utópica comunidad de tipo franciscano en Xochimilco).

Frida Kahlo fue rebelde, subversiva en cuanto a los cánones prevalecientes sobre la sexualidad de su tiempo, amiga de comunistas, perteneciente al partido, sin tener propiamente convicciones políticas fuera de las que aprehendía de Diego Rivera, en quien confió como en nadie hasta el final de sus días, con todo y su más que devota amistad teñida de erotismo por el poeta Carlos Pellicer.

El término ''neurosis" está fuera de los vocabularios médicos y sicoanalíticos tiempo ha, pero como Freud fue el que mayormente lo utilizó, pues a diferencia de Jung, el médico austriaco fue adverso a encarar la patología gruesa y así se lo dijo al pastor Pfeiser, respecto de los ''lunáticos".

Freud tomó esa opción debido a que para los brotes sicóticos agudos la talking cure sirve poco, lo que sirve desde décadas atrás son los neurolépticos, sin por ello descartar la vía de la terapia mediante la palabra, como método sine qua non, pero nunca cuando el brote sicótico se encuentra en nivel pico. La palabra del paciente funciona en todas formas para afinar diagnósticos y definir procesos sea de mejoría que de empeoramiento.

En más de una ocasión me he ocupado de estos factores. La más reciente corresponde al libro Frida Kahlo: una mirada crítica recién aparecido, a cargo de Editorial Planeta, que compartimos en cuanto a ensayos Magali Tercero y yo. Allí empiezo manifestando lo siguiente: ''resulta probable que Frida Kahlo, al tomar consciencia de sí misma se lamentase de no haber sido hombre..."

Fuera de lo que denominamos caracteres sexuales secundarios -por ejemplo, la distribución del vello, la presencia de mamas en los varones y otros rasgos, como el abultamiento de los labios menores-, Frida nació totalmente mujer, no hay rastros de hermafroditismo en ella, y si le gustó acentuar el bozo fue porque sí gustaba de proponer la bisexualidad como factor positivo, como lo han hecho quienes se ocupan del mito del andrógino. La androginia a su parecer fue deseable desde que era jovencita, aunque también aquí se dan rastros de seducción, porque el atuendo masculino que porta en las fotografías le sentaba no sólo bien, sino de perlas, se veía hermosa y puede detectarse que se aplastaba un poco los senos (cosa fácil) para no mostrarlos bajo el chaleco abotonado y cortado a la medida.

Según Andrés Henestrosa, la parte más atractiva de su cuerpo eran los glúteos: ''firmes, compactos y simétricos, como los de los adolescentes (...) Atraían a hombres y mujeres por igual". En cambio su amante, Nick Muray, suspira en las cartas que le dirigió por sus hermosos senos, que ella pintó a la perfección y con carácter realista en La columna rota, por ejemplo. Al terminar la sesión, que tuvo duración de dos horas, una avalancha de representantes de los medios irrumpió con objeto de entrevistar a Roxana Velásquez, a Juan Coronel Rivera y a Rina Lazo, quienes, al igual que la notable especialista Helga Prignitz, se encontraban entre el público, como también un doctor en teología, que por cierto hizo atinada pregunta respecto de las drogas que Frida consumía para paliar sus dolores y su angustiosa condición. Ni aun en esos trances, que desde luego la postraban, desarrolló conductas propiamente ''sicóticas".

 
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