Usted está aquí: martes 26 de junio de 2007 Mundo Soluciones finales

Pedro Miguel

Soluciones finales

La semana pasada el Parlamento iraní aprobó por abrumadora mayoría una disposición que considera "corruptos de la tierra" a quienes participan en la elaboración de materiales pornográficos. No se trata de una simple condena moral, sino de una invitación al matadero, porque en esa categoría entran los más aborrecibles pecadores (en Irán pecado y delito son lo mismo), susceptibles de ser condenados a muerte. La decisión parlamentaria fue considerada reacción ante el escándalo que empezó el año pasado porque circuló un video en el que supuestamente aparece una actriz televisiva muy famosa, Zahra Amir Ebrahimi, en un encuentro sexual con un muchacho que podría ser su ex novio.

Observen, si lo desean (http://www.uselessjunk.com/article_full.php?id=13264), esa grabación aburridísima para todo mundo a excepción de los protagonistas y los guardianes de la Ley Islámica: los primeros consiguieron unos minutos de placer y los segundos tuvieron en sus manos la raíz del Mal. Ahora Zahra está en graves dificultades legales y el muchacho se encuentra en la cárcel, después de una fuga a Armenia y de una extradición.

Uno piensa que, salvo por la imperdonable tontería de quitarse el condón antes de tiempo, no tendría por que haber en ese fragmento de video un peligro de muerte para los actores, los cuales no le hacen daño a nadie al videograbarse, o dejarse videograbar, mientras copulan. En Occidente la práctica no sólo se ha vuelto un aliciente para el erotismo alicaído de muchas parejas (o tríos, o cuartetos, o regimientos) sino que se ha convertido en recurso mercadotécnico para remontar los baches en la popularidad de actrices y cantantes. No falla: es cosa de picar el botón de "record" en una cámara, dar consuelo a las glándulas, a cuadro, filtrar el resultado en Internet y luego poner el grito en el cielo porque alguien invadió su privacidad. Es posible que Zahra haya pretendido imitar a sus colegas gringas, o bien que haya buscado un cachondeo adicional, o bien que los orgasmos pixeleados no sean de ella. Es lo de menos. Lo grave es que 148 de 152 parlamentarios iraníes presentes en la votación estén tan convencidos de que el episodio debe pasar de la cama al patíbulo y que la pornografía es tan ofensiva a los ojos de Alá que debe ser sancionada con la muerte. Qué vulnerable y débil tiene que ser una idea de Dios que ha de ser cuidada con semejante celo por parte de sus devotos.

Lo peor de todo es que fuera de Irán no estamos necesariamente mejor en materia de civilidad y tolerancia. El viernes, en algún lugar particularmente oscuro del cerebro de Enrique Peña Nieto, se gestó la idea de que, ante la insuficiencia del Ejército para combatir al narco, hay que tomar en cuenta "experiencias radicales y contundentes" de países en las que el consumo y la venta de estupefacientes se castigan con la pena de muerte. La idea se abrió camino hasta la boca del gobernador mexiquense y salió por ella en forma de una declaración que fue recogida por varios medios (por ejemplo, La Jornada y Milenio del 22/06/07), por más que alguien en el gobierno de Toluca, dotado de un mínimo de pudor, decidió escamotearla del boletín oficial en la página web del Edomex. Qué genialidad, y como no se nos había ocurrido antes: basta con matar a todos los consumidores de drogas para que desaparezca, como por arte de magia, el problemón del narcotráfico.

Más difícil que combatir las adicciones o perseguir películas de sexo explícito es evitar la existencia de individuos con las circunvoluciones cerebrales peinadas a la Hitler, es decir, prestos a reducir cualquier ecuación conflictiva en una elegante solución final: ¿Nos molestan los judíos, los gitanos y los homosexuales? Pues hagámoslos pantallas para lámparas. ¿Nos amenazan los pornógrafos? Pues aprovechemos sus orgasmos para sembrar mandrágoras al pie de los cadalsos. ¿No sabemos qué hacer con los adictos? Pues importemos juristas de Malasia, de Arabia Saudita y de Singapur para que nos ayuden a codificar la pena de muerte por posesión de cocaína y mariguana. En el camino ya se nos irá ocurriendo qué otras subespecies indeseables exterminar (ojo: los pobres también son muy desagradables; ah, y no hay que olvidar a los indios...) , y al final tendremos una humanidad hermosa, depurada y, sobre todo, con ideas claras.

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http://navegaciones.blogspot.com

 
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