La marcha del mercado petrolero
Según el Calendario del Más Antiguo Galván 2007, el jueves pasado a las 13 horas con 6 minutos comenzó el verano. Y con él un consumo elevado de gasolinas y, por ello mismo, de petróleo. Todo hace pensar que este año se consumirán poco más de 86 millones de barriles al día. El incremento absoluto respecto a 2006 (demanda incremental anual la llaman) será de millón y medio de barriles diarios. Es mucho, si pensamos que en el 2006 esta demanda incremental fue de 757 mil barriles. Por sí misma China aumentó su consumo en cerca de 500 mil barriles. Y con ello la demanda incremental total hubiera sido superior al millón de barriles, pero los grandes consumidores de la OCDE disminuyeron su consumo.
Según el Departamento de Energía (DOE), Estados Unidos dejó de consumir 540 mil barriles al día. Según Brithis Petroleum (BP Statistical Review of World Energy, june 2007, de reciente aparición) solamente 407 mil. En ambos casos coinciden en que el gran consumidor -nuestro vecino del norte- bajó en 200 mil. Este año será mayor. Pero -ratifiquemos- hay coincidencia en señalar una demanda incremental de millón y medio de barriles. Casi lo mismo que en 2005, pero menos que el incremento de 2004, que fue de un volumen extraordinario de dos y medio millones de barriles al día. Esta leve, pero importante recuperación del consumo, presionará aún más -como ha sucedido los últimos cinco años- a la ampliación de una producción cuya capacidad excedentaria (el famous spare) se restringe cada vez más. Una vez más recuerdo que hoy pagamos 10 años (1988-1998) de petróleo barato y de retracción de inversiones en exploración y desarrollo de nuevos campos.
Los datos del spare existente indican que los productores No-OPEP están en condiciones de aportar 900 mil barriles de esa demanda incremental de millón y medio. Y los OPEP apenas unos 400 mil. Los otros 200 mil barriles deberán ser completados con los inventarios. En términos de los inventarios que dejó el invierno, los actuales son los más bajos de los últimos seis años. Por ello, se espera una presión importante durante el resto del año para cubrirlos, primordialmente en este "verano de las gasolinas" y en el "invierno de los combustibles para calefacción" (los famosos hetaing's).
Estos tres acontecimientos -creciente demanda, spare más restringido e inventarios relativamente más limitados- impedirán que en 2007 caiga el componente estructural de los precios, estimado en no menos de 50 dólares por barril para el caso del marcador West Texas Intermediate (WTI). Al viernes pasado el WTI registra un promedio anual cercano a 61 dólares. Nuestra mezcla mexicana 52, con un diferencial de sólo siete dólares por barril respecto del WTI, cuando en 2005 promedió 13.70 y en 2006, 12.93. No nos alegremos por eso, pues el WTI se ha distanciado de otros crudos marcadores, principalmente los europeos. Algo así como sucede con nuestro peso. Cerca del dólar pero lejos del euro.
Ahora bien, ¿a qué me refiero al hablar de la parte estructural de los precios? A aquella que resulta de restar al precio de mercado el llamado Premium, que se vincula a tres hechos fundamentales: 1) restricciones de oferta que invitan a "pagar un seguro" para asegurar el abastecimiento; 2) riesgos geopolíticos en Nigeria, Irán, Medio Oriente, Iraq mismo, Venezuela e, incluso, Rusia, que alimentan ese sobreprecio; 3) especulación de los fondos de commodities que de 2002 a la fecha crecieron en más de 10 veces (10 mil a más de 100 mil millones de dólares) con un componente mayoritario de petróleo y derivados. Un último elemento que podría presionar a un mayor Premium es el de la amenaza de cortes en la producción por los huracanes de septiembre y octubre, principalmente.
La estimación es que este año este sobreprecio será del orden de los 10 a 15 dólares. Si esto resulta así, tendremos un precio medio del WTI superior a los 60 dólares por barril. Y una mezcla mexicana de 53, por encima de la estimación presupuestal, con lo que -una vez más- tendremos un volumen importantísimo de derechos de extracción de hidrocarburos, renta petrolera bruta que nuevamente -como en el 2006- podría superar los 50 mil millones de dólares.
¿Cree usted que la reforma fiscal que se propone, realmente será capaz de sustituir -así sea gradual y paulatinamente- esta renta que nos ha regalado la naturaleza desde 1978? ¿Qué vamos a hacer en 10 años -muy cercanos, de veras- cuando ya no la tengamos? Hace falta enfrentar con valentía esta realidad. Nadie lo ha hecho, al menos hasta hoy. Nadie. De veras.