Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 17 de junio de 2007 Num: 641

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Heridas de un manual
de estilo

ANTONIO CAJERO

Yorgos Sarandaris
K. KAVAFIS

Contra el escepticismo histórico
CARLOS ALFIERI entrevista con ROGER CHARTIER

Rojo y negro: notas
sobre el anarquismo

MANFARIEL ADALÍ

Jaume el anarquista
RUBÉN MOHENO

Estela de Finnegan
(una versión anotada)

J.D. VICTORIA

Leer

Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Cabezalcubo
JORGE MOCH

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
Núm. anteriores
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Jorge Moch
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Lo gay en televisión

Para el señor Ortiz, presidente
vitalicio de su
Loquitas Le Club

Es reciente la manifestación abierta de la homosexualidad en televisión. Pero la comunidad homosexual siempre ha estado allí, escondida, porque rasgo particular de la cultura mexicana salvo sorprendentes excepciones, característica de este mestizaje hispanoamericano, machista, católico y guadalupano con tristes matices agringados es la homofobia rampante, hipócrita, lamentablemente violenta.

La aparición de temas homosexuales hasta hace poco era apenas materia de algún panel de discusión –generalmente con poco rating– o, eso sí, objeto de escarnio, de malos chistes, soeces caracterizaciones del lilo o la loca exagerados y casi siempre perdedores en la vigencia de lo social y políticamente correcto. Esa tónica cutre perdura en programas como Los comediantes o cualquiera de sus símiles. Recuerdo particularmente incisivas, aunque sería hipócrita decir que nunca me reí –tampoco rasguemos vestiduras: no siempre el jotito a cuadro era un oprobio, y llegó a tratarse de una ocasional declaración de principios cuando no una valiente defensa de género en un país en que sólo brindarle al homosexual esa categoría suponía afrentar las buenas conciencias–, las personificaciones de maricones (decir "maricón" tampoco lleva carga subjetiva; resulta más cómodo, menos solemne que repetir "homosexual" y menos agresivo, también, que decir "puto", tal que bien deja establecido Guillermo Fadanelli en esa excelente novela, Lodo) que hacían comediantes como Héctor Suárez, por ejemplo. Ahora podemos ver muestras de apertura como la pública manifestación de su homosexualidad, y la entrevista a propósito en el noticiero de Carlos Loret de Mola, de Christian Chávez, integrante de un grupo de música pop cuyo mercadeo está tradicionalmente orientado al sector femenino heterosexual.

En otros países también se cuecen habas. Si un país presume de apertura y diversidad sexual es Estados Unidos. Y es cierto que de allá nos llegaron los primeros programas, casi siempre ligados al género cómico, que se aventaron al ruedo de una manifestación abiertamente homosexual; fue durante uno de los mandatos de Bill Clinton cuando la actriz Ellen DeGeneres, en su comedia de situación Ellen, se destapó en público por voz de su personaje, o sea, ella misma, declarándose lesbiana. Clinton, tan abierto a la diversidad según él, deploró públicamente la audaz declaratoria lésbica de la actriz, obsequiando patente de corso a un sinfín de rabiosos conservadores que se encargaron de denostar a DeGeneres hasta el hartazgo. No es lo mismo, supongo, ser marica en San Francisco o Nueva York que en un pueblo de Ohio…

Con el tiempo nos hemos ido acostumbrando a la presencia de programas discreta, indirecta o explícitamente creados, producidos, actuados por y para homosexuales. La gran mayoría de estos programas nos llegan de Estados Unidos, y van desde comedias de situación, como la misma Ellen o Will&Grace, series dramáticas como Queer as Folk, reality shows como Queer Eye for the Straight Guy (que ingeniosamente reúne en un mismo programa ambas visiones de lo cotidiano, la gay y la heterosexual masculina), hasta revistas de espectáculos como Talk Soup. En ese género –chismorrero– quedaría inscrito uno de los muy pocos programas mexicanos que se han atrevido a dirigirse explícitamente a la comunidad homosexual: Guau es un programa que forma parte de la oferta del canal de videos musicales Telehit, a su vez parte de la barra corporativa de Televisa, y se trata de una revista de espectáculos y chismes de farándula conducido hasta hace poco por el recientemente fallecido Emilio Conde y Alex Kaffie. Actualmente la conducción ha quedado en manos del mismo Kaffie y de un colaborador (o deberé decir colaboradora) que antes aparecía a lo largo del programa en breves segmentos de encuadres exteriores –titulados Pata de perra–, Alejandra Bogue.

En el contexto de la puesta en vigor de la Ley de Equidad de Género impulsada por la legislatura del df, es plausible que en la televisión (aunque sea de paga) existan espacios que atiendan la diversidad. Lástima de contenidos, empero, porque claro, deberían entender productores y conductoras de Telehit-Guau que la comunidad homosexual debe ser mucho más que decirse perra a cuadro, o alburearse, o estar pendiente de Lupita D’ Alessio. En fin, con el tiempo el asunto deberá enriquecerse y atender de manera coherente las necesidades de un sector de la población que todavía recibe desprecio de la sociedad y los embates de una marginación atrabiliaria.