Usted está aquí: jueves 14 de junio de 2007 Mundo Mueren el diputado antisirio Walid Eido y nueve personas más en atentado en Líbano

Desde 1976 las autoridades no han resuelto ninguno de los crímenes políticos

Mueren el diputado antisirio Walid Eido y nueve personas más en atentado en Líbano

ROBERT FISK THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Fotografía de archivo del legislador libanés muerto en el ataque con coche bomba Fotografía de archivo del legislador libanés muerto en el ataque con coche bomba Foto: Ap

Ampliar la imagen Un soldado intenta impedir el paso hacia el automóvil calcinado por la explosión en una calle de los muelles de Manara, en el sector musulmán de la capital del país árabe Un soldado intenta impedir el paso hacia el automóvil calcinado por la explosión en una calle de los muelles de Manara, en el sector musulmán de la capital del país árabe Foto: Ap

Beirut, 13 de junio. Fue un signo de nuestros tiempos. Llegué a mi casa en Beirut tras volver de París, llevaba apenas 20 minutos en mi departamento cuando las ventanas de mi oficina reventaron con un solo crack, al tiempo que una tremenda explosión recorrió la capital libanesa. Afuera de mi casa, a lo largo de 500 metros del barrio Corniche, se expandía el humo que provenía del Staff Sporting Club. Los soldados gritaban, los policías trataban de alejar a los reporteros, pero logré escabullirme por entre las ruinas hasta el mar con un fotógrafo libanés, viejo amigo mío, hasta encontrarnos entre los escombros del fantasma de un tren turístico: vías y vagones destrozados.

"Entre bajo su propio riesgo", decía sobre la entrada de un túnel, y al otro lado estaba el automóvil en llamas que contenía el cadáver de la última víctima de asesinato en Líbano. No es "cualquier víctima". El hombre dentro del auto es Walid Eido, miembro del parlamento de Beirut, antiguo juez muy respetado, antisirio, desde luego, de otra forma por qué estaría muerto, y abierto simpatizante de Saad Hariri, hijo del asesinado ex primer ministro Rafiq, quien fue asesinado en una explosión aún mayor el 14 de febrero de 2005, a sólo mil metros del otro lado de mi departamento.

¿Qué tiene Beirut que esta ciudad hermosa y soleada se convierte tan de pronto en crematorio? Eido fue asesinado junto con su hijo Khaled. Vi sus cuerpos carbonizados y cubiertos con bolsas de plástico corrientes para evitar que los codiciosos fotógrafos libaneses usaran sus restos mortales para la primera plana. Murieron con ellos los dos guardaespaldas de Walid Eido.

El Staff Sporting Club era un lugar frecuentado por los hombres de Hariri, pero, como de costumbre, el asesinato debe haber estado muy bien planeado, bien coordinado y pagado con anticipación.

Y qué puñalada es esto contra el cuerpo político del entorno de Hariri. El partido mayoritario de Hariri es la razón por la que el gobierno del primer ministro Fuad Siniora sobrevive con apoyo de -Dios los guarde- Estados Unidos, abandonados por Hezbollah, que convenció a seis ministros chiítas de renunciar al gabinete el año pasado.

¿Era posible encontrar un objetivo con que los enemigos del gobierno pudieran causar más devastación? Walid Eido era representante del distrito de Basta, en Beirut, férreamente sunita. Se trataba de un político populista que condenaba constantemente la "interferencia" de Siria en Líbano y que recientemente atacó las acciones políticas de Hezbollah contra el gobierno.

Cuando la milicia pro siria, que resistió los devastadores bombardeos israelíes contra Líbano del verano pasado, levantó tiendas de campaña en el centro de Beirut en un intento por derrocar al gobierno de Siniora, fue Eido quien los acusó de perpetrar una "ocupación".

¿Cuál será la reacción a este reciente y escandaloso asesinato? En lo inmediato, tras el atentado, entre el tren fantasma destruido, los carros chocones volteados y las piscinas cubiertas de ceniza junto al mar Mediterráneo, sólo había estupor. Pero cada crisis ocurrida en Líbano supera a la anterior. Cada asesinato -de un político comunista, un periodista prominente, un diputado cristiano-, cada resurgimiento de la violencia guerrillera (61 soldados en total han muerto durante los combates contra Fatah al Islam en el norte de Líbano) lleva a Líbano con cada vez más celeridad hacia el abismo.

En los últimos meses han estallado bombas cerca de la medianoche; en una fábrica por aquí, en un centro comercial cristiano o musulmán por allá, casi siempre a una hora en que no pueden ocasionarse saldos mortales fuertes. La intención, desde luego, es amenazar más que matar. ¿Pero qué pasa si la próxima bomba estalla al mediodía y no a la medianoche? ¿De cuánto será el saldo?

Esta es la pesadilla con la que hoy viven los ciudadanos libaneses. Si en la zonas de clase trabajadora de Basta hoy fue posible contener a las multitudes (gracias a un ejército mayoritariamente chiíta musulmán), ¿qué pasará mañana?

Es un enorme mérito de los libaneses que se nieguen a enfrascarse en una nueva guerra civil pese a todas las provocaciones. Pero éstas no se han acabado y todo puede empeorar mucho más.

Junto a los carros chocones cercanos al lugar de la explosión se encontró un número de serie:101437. Los detectives libaneses tomaron nota del número muy aplicadamente. Pero -y me cansa repetir esto en todos mis reportes- no se ha resuelto un solo asesinato en Líbano desde 1976.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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