Usted está aquí: viernes 8 de junio de 2007 Opinión Mujeres de las maquiladoras de Tijuana

Jaime Martínez Veloz

Mujeres de las maquiladoras de Tijuana

Entendemos que la igualdad entre hombres y mujeres no es una conquista individual, sino colectiva, una lucha permanente y un punto de coincidencia entre seres no opuestos, sino complementarios. Las mujeres han accedido masivamente a la educación y se incorporan igualmente, día con día y de forma competitiva, al mercado de trabajo; aspiramos a que lo hagan lógicamente en igualdad de condiciones que los hombres.

En Tijuana, los maquiladores emplean más de 100 mil trabajadores, de los cuales 76 por ciento son mujeres y la mayoría tiene entre 15 y 25 años. Las trabajadoras de las maquiladoras provienen de los sectores más desprotegidos, viven en las colonias populares, donde generalmente hacen falta o son insuficientes los servicios públicos.

Tijuana es uno de los lugares que cuenta con mayor inversión extranjera en esta área. A esto contribuye en gran medida la calidad de la mano de obra de sus mujeres y hombres. Sin embargo, se hace necesario un esfuerzo coordinado entre el gobierno federal, estatal y municipal, junto con las empresas y sus trabajadores, para mejorar las condiciones de trabajo, de vida y de salud de quienes laboran ahí.

En particular existe una deuda con la mujer trabajadora de las maquiladoras que es formadora de miles de jóvenes y niños que son parte del futuro de este país. La problemática que ellas enfrentan, sin pretender generalizar, va desde bajos salarios, inseguridad en el trabajo, riesgo de salud por exposición a tóxicos, falta de guarderías para sus hijos, así como de transporte para llegar a sus centros laborales, presiones de índole sexual, entre otras situaciones.

Su experiencia laboral en caso de abandonar la empresa o ser despedida y buscar otro empleo, no es una carta de presentación, puesto que su trabajo fue tan especializado que difícilmente y a pesar de la habilidad obtenida encontrarán otro igual.

La misma especialización del trabajo a la cual es sometida nulifica en gran medida su creatividad. La obrera se enfrenta también cotidianamente a la inestabilidad laboral, a la reducción absoluta y relativa de su salario, al sometimiento a cargas y ritmos pesados de trabajo por tener que cumplir con los estándares de producción, al desempeño de tareas manuales y rutinarias que resultan enajenantes, dada la monotonía de las mismas; a condiciones inadecuadas de seguridad y en la prevención de enfermedades, así como a reglamentos absurdos que en algunas empresas la limitan incluso hasta para ir al sanitario.

Las plantas maquiladoras buscan contratar preferentemente mujeres entre 16 y 30 años de edad, solteras, sin hijos y con escolaridad mínima de primaria. El promedio de edad de las trabajadoras es de 22 años, es decir, en plena edad reproductiva; muchas de ellas tienen hijos.

Investigaciones académicas recientes muestran que las maquiladoras no dan aviso de los riesgos en la salud de las trabajadoras, que deben ser atendidas con especial prontitud. Por ejemplo, las que trabajan en maquila electrónica están expuestas a diluyentes, ácidos, vapores de soldadura, ventilación deficiente, posiciones forzadas (sentadas durante horas, encorvadas o de pie), trabajo repetitivo y jornadas mayores de ocho horas.

En materia de salud reproductiva, un estudio sobre las características del producto del último embarazo en una muestra de 480 trabajadoras de Tijuana reveló que los hijos de las obreras de la maquila tuvieron una medida de peso al nacer más baja a la que tuvieron hijos de los empleados en servicios y las no asalariadas. Con respecto a las medidas de prevención de salud, encontró que una de cada cinco mujeres nunca se sometió a un examen médico preventivo, y que a dos terceras partes del total de las encuestadas nunca se les ha realizado una prueba de Papanicolaou.

Los casos aquí descritos nos permiten señalar que existe una necesidad de ofrecer mejor atención en materia de salud a estas trabajadoras, incluyendo información sobre las medidas preventivas que deben tener. Para la mayoría de estas mujeres la jornada no concluye al salir de su lugar de trabajo, ya que muchas cumplen además con la doble o triple jornada de ser madres, esposas e hijas, y en muchos casos de jefas de familia.

Es necesario promover talleres dirigidos a su capacitación en programas especializados en nuevas tecnologías, desarrollo personal, manejo de estrés, autoestima, orientación familiar y en salud reproductiva, todo ello procurando elevar su calidad de vida, en especial de las madres trabajadoras solteras, divorciadas o viudas.

Defender el cumplimiento de las leyes en materia de contratación, seguridad laboral, servicios y prestaciones es un reclamo permanente de miles de mujeres que trabajan en las maquiladoras de Tijuana. Una forma de luchar contra estos flagelos, es elevando los niveles de vida de las mujeres, fundamentalmente a través de la educación, la formación profesional, la capacitación, la garantía de oportunidades de empleo y el respeto a sus derechos laborales. Finalmente son ellas quienes con amor y entrega están formando parte de las nuevas generaciones de México.

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