Los toros de Pahla
En las corridas llamadas toristas del final de la feria de San Isidro Madrid, la tradición se repite hace siglos, poetizada por el gran Lope de Vega. "Negro era el toro y de color tiznado/ erizado de cerro y humo altivo, corto de pies, de manos apartado/ los ojos grandes como fuego vivo/ a espeso remolino coronado/ de mirar espantoso y vengativo/ como un erizo levantando el vello/ de cuernos altos y levantando el cuello''.
Se fueron los toritos a modo ''juanpedros" y aparecieron las fieras a lo Lope; mansos o bravos, encastados o descastados, más con trapío y esa "sensación de peligro" que se transmitía al tendido. A estos toros las figuras no los ven, ni en fotografía. Y representan la oportunidad para matadores con oficio y técnica, pero sin sal en capote y muleta. De entre ellos destacó el torero murciano Rafael Rubio Rafaelillo, con los terribles animales de Dolores Aguirre. Al quinto le realizó un faenón; el toro lo buscaba, se colaba, se frenaba y el torero lo dominó con torería, Lástima que su estocada fue defectuosa. La ovación fue de lujo en las vueltas triunfales al ruedo.
Aparte de Rafaelillo, los toreros toristas no la hicieron. Ni con los descastados de los herederos del Conde de la Corte, ni los Cuadri, ni los de Adolfo Martín y menos con los bravísimos toros portugueses de Pahla, seguramente los mejores con encastada nobleza del serial.
Esta semana serán las corridas llamadas de aniversario del coso. Existe expectación por la reaparición del diestro colombiano César Rincón y el joven Alejandro Talavante, quien viene revolucionando el mundillo de los toros.